“Si nos detenemos en la idea de “sembrar el petróleo”, tal y como la presentan los líderes, podemos constatar su inclusión dentro del universo ambivalente del mito del Dorado. La frase, no cabe la menor duda, arrastra consigo la “nostalgia” de un trabajo no realizado. En algún momento de nuestra historia los venezolanos decidimos “vivir de las rentas” y dedicarnos al ocio, huimos del campo y vinimos a la ciudad para ver televisión. La culpa que arrastramos es haber abandonado la tierra; por eso, se propone un ritual de reapropiación de nuestras raíces, con una nueva Reforma Agraria. La última para corroborar que nuestro liderazgo se aferra despiadadamente a su retórica ancestral”… María Sol Pérez Schael – Petróleo, Cultura y Poder en Venezuela. – Pág. 265.
Muchos economistas han caído en lo que considero un error: Echarle la culpa de los males que enfrentamos, a la denominada “Renta Petrolera”. Ha sido una huida hacia adelante; lo presumo, una salida facilista para evadir la realidad; de no aceptar las culpas para no corregir los verdaderos errores que se han cometido y que fueron agravados y gravemente multiplicados desde que se instauró esta desastrosa “INVOLUCIÓN”.
Renta es sinónimo de productividad, que es lo mismo que producir pero… con beneficio. Precisamente, la sobrevivencia de la república, aún con estertores y desesperación, es el efecto del logro de la renta producida por el negro hidrocarburo en condiciones arteras.
Lo negativo de la riqueza otorgada por el Todopoderoso a la “Tierra de Gracia”, ha sido el empleo que se ha hecho de ella. Hemos sido los herederos despilfarradores y, cumplimos con el proverbio popular que expresa:
“Lo que nada nos cuesta… hagámoslo fiesta”.
Mientras en Venezuela se despilfarran los fondos monetarios más grandes que país alguno haya tenido, y se involuciona de forma que parece haber sido plenamente planificada, el globo terráqueo casi en su totalidad, avanza a pasos agigantados, invirtiendo, de manera especial, en tecnología.
Tierras otrora productivas fueron arrasadas reiterada, comprobada e impunemente, por un sistema económico desfasado y fracasado. Es imperiosamente necesario y perentorio que se recupere la producción agropecuaria y, para ello es imprescindible e insustituible que se restablezca la seguridad personal y la Jurídica.
No será fácil, la desolación que existe en el sector agropecuario, productor de alimentos, es incalculable; la falta de insumos agropecuarios; el desmantelamiento del parque de maquinarias agropecuarias, la ausencia de tractores y equipos de reconocida calidad; la falta de repuestos, de insumos automotores se ha agregado la diáspora de la mano de obra.
La delincuencia desbordada, secuestros, asaltos, hurtos, robos, saqueos y amenazas campean entre los pocos productores que arriesgan sus vidas en defensa de su ancestral trabajo porque, fundar una unidad de producción agropecuaria, generalmente, consume varias generaciones de una misma familia.
La verborrea que confunde y convence a ignorantes apoyada en la corrupción y en la esperanza creada sobre la limosna otorgada selectivamente, no es la solución a los graves problemas que destruyen la nación.
La solución ineludible: ¡Es la vuelta de 180° al timón económico!