Un convoy de 64 kilómetros (40 millas) de tanques rusos y otros vehículos amenazaba el martes la capital de Ucrania, en el sexto día de la guerra. Pero a medida que Rusia intensificaba sus bombardeos sobre la segunda ciudad del país, el Kremlin quedaba cada vez más aislado por las duras sanciones económicas que han hundido su moneda.
Luego de un primer encuentro de cinco horas que no frenó los combates, Ucrania y Rusia acordaron volver a reunirse en los próximos días. Pero el asediado presidente ucraniano dijo que cree que la intensificación de los bombardeos busca obligarle a hacer concesiones.
“Creo que Rusia está intentando presionar (a Ucrania) con este sencillo método”, dijo Volodymyr Zelenskyy en un discurso en video el lunes en la noche. No ofreció detalles sobre las conversaciones celebradas antes en el día, pero dijo que Kiev no estaba dispuesta a hacer concesiones “cuando una de las partes golpea a la otra con artillería”.
Seis días después del inicio de la invasión, los movimientos del ejército ruso se han estancado por la firme resistencia sobre el terreno y una sorprendente incapacidad para dominar el espacio aéreo. Muchos civiles ucranianos pasaron otra noche apiñados en refugios, sótanos o pasillos.
“Me siento y rezo para que estas negociaciones terminen con éxito, para que lleguen a un acuerdo para acabar con esta matanza», dijo Alexandra Mikhailova, llorando mientras se abrazaba a su gato en un refugio en Mariupol. A su alrededor, los padres trataban de consolar y calentar a sus hijos.
En dos ocasiones en otros tantos días, el Kremlin ha hecho surgir el fantasma de una guerra nuclear y ha puesto en alerta máxima a su arsenal, que incluye misiles balísticos intercontinentales y bombarderos de largo alcance. Endureciendo su retórica, el presidente ruso, Vladimir Putin, describió a Estados Unidos y a sus aliados como un “imperio de la mentira».
En tanto, una asediada Ucrania se esforzaba para consolidar su vínculo con Occidente pidiendo su ingreso a la Unión Europea, una acción en gran medida simbólica pero que probablemente no agradará a Putin, quien desde hace tiempo acusa a los países occidentales de intentar atraer a Kiev a su órbita.
Vladimir Medinsky, un alto asesor de Putin y jefe de la delegación rusa, dijo que durante los primeros contactos entre los dos bandos desde el inicio de la invasión los enviados “encontraron ciertos puntos en los que se podían prever posiciones comunes”. Además señaló que acordaron continuar las conversaciones en los próximos días.
Mientras las conversaciones en la frontera bielorrusa llegaban a su fin, varias explosiones sacudieron Kiev y los soldados rusos avanzaron hacia la ciudad de casi 3 millones de habitantes. La larga caravana de vehículos blindados, tanques, artillería y vehículos de apoyo se encontraba a 25 kilómetros (17 millas) del centro de la ciudad y se extendía por 64 kilómetros (40 millas), de acuerdo con imágenes satelitales de Maxar Technologies.
En la capital, la gente hacía fila en tiendas de comestibles tras el final del toque de queda del fin de semana, en un caso bajo un edificio con un enorme agujero en su costado. Kiev sigue siendo “un objetivo clave” para los rusos, afirmó Zelenskyy, agregando que fue alcanzada por tres ataques de misiles el lunes y que cientos de saboteadores rondan la ciudad.
“Quieren romper nuestra nacionalidad, por eso la capital está constantemente amenazada”, dijo el mandatario.
En vallas publicitarias, paradas de autobús y señales electrónicas de tráfico de Kiev aparecieron mensajes dirigidos a los soldados rusos. Algunos utilizaban palabras soeces para instar a los rusos a marcharse. Otros apelaban a su humanidad.
“Soldado ruso: ¡Alto! Recuerda a tu familia. Vete con la conciencia limpia”, decía uno de los letreros.
El ejército ruso niega estar atacando zonas residenciales pese a la evidencia abrumadora de bombardeos a viviendas, escuelas y hospitales.