La insulina, ésta es una hormona segregada por el páncreas, que facilita la entrada de la glucosa a las células, donde se utiliza como combustible.
La resistencia a la insulina aparece cuando la respuesta celular no es adecuada y la glucosa no se absorbe desde la sangre hacia los tejidos en la medida suficiente, lo que aumenta su concentración, explica la doctora Nerea Gil, especialista en endocrinología y nutrición de IMQ.
Ante esta situación, la reacción del páncreas es producir más insulina para acelerar este mecanismo. Por esa razón, los niveles sanguíneos de la hormona son altos también cuando hay tal resistencia, según Canal Salud
Una de las consecuencias que pueden presentarse es la aparición de la prediabetes, cuando los niveles de glucosa en sangre están levemente altos. Si tienes este problema, las probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2 aumentan.
Causas
Aunque los cambios fisiológicos que generan la resistencia a la hormona no han sido desentrañados del todo, hay muchos factores que influyen. El principal parece ser la tendencia hereditaria, concretamente, si tienes familiares en primer o segundo grado con diabetes. No obstante, existen otros detonantes relevantes:
Sobrepeso u obesidad, especialmente, cuando el tejido adiposo se distribuye en el tronco. Edad: mayores de 45 años; Sedentarismo, fumar, insomnio, hipertensión arterial no controlada y colesterol en sangre elevado.
Síntomas de la resistencia a la insulina
Este trastorno metabólico es asintomático y 90 % de las personas que lo padecen no lo saben. Sin embargo, en algunos casos, aparecen ciertos signos indirectos, que son consecuencia de los niveles altos de insulina mantenidos durante un tiempo prolongado.
Uno de ellos es la acantosis nigricans, una afección cutánea que es más frecuente en las mujeres. La piel se oscurece en las axilas, el cuello, bajo los senos y las ingles.
Cuando existe el síndrome de ovario poliquístico, las menstruaciones son más irregulares y dolorosas y la resistencia a la insulina es más frecuente que en otras personas. Otro efecto de la insulina es el incremento del colesterol “malo” o LDL en la sangre, mientras que disminuye el “bueno”, o HDL.
Por otra parte, en la progresión de la resistencia a la insulina aparecen la prediabetes y sus posibles síntomas. Entre ellos, figuran los siguientes: sed, hambre, micciones frecuentes, heridas que tardan en cicatrizar, fatiga, visión borrosa y sensación de hormigueo en manos y pies.
Pruebas diagnósticas
Existen pruebas para valorar la resistencia a la insulina como es el índice HOMA. Este valor junto con la exploración física y resto de analítica sirve para valorar niveles de resistencia a la insulina.
Además, algunas alteraciones de laboratorio pueden sugerir su presencia, como son los niveles de glucosa e insulina en sangre, la prueba de tolerancia oral a la glucosa, la hemoglobina glicada (Hb A1c) y el perfil de lípidos sanguíneos.
¿Es posible revertirla?
En definitiva, la resistencia a la insulina es un trastorno que puedes revertir para evitar que progrese hasta la diabetes tipo 2. Para que sea posible, céntrate en modificar tu estilo de vida para que sea más saludable.
Las evidencias indican que el estilo de vida incide en la aparición de la resistencia a la insulina. Así pues, todas las recomendaciones para controlar la diabetes son aplicables si quieres revertir la resistencia a la insulina.
La buena noticia es que la mayoría de los factores son controlables y las asociaciones de diabéticos vascas insisten en la necesidad de mejorar los hábitos para reducir las complicaciones y los síntomas de azúcar alta.
El ejercicio: practicar algún tipo de actividad física de forma frecuente y moderada mejora el efecto que tiene la insulina sobre los tejidos, sobre todo, el muscular. La captación celular de glucosa se acelera y sus niveles se regulan con más facilidad.
Vigilar el índice glucémico o IG
El concepto que se refiere a la velocidad con la que los alimentos ingeridos elevan la glucosa en la sangre. En general, las frutas, vegetales, frutos secos, garbanzos, pan integral y las bebidas vegetales tienen un IG bajo, inferior a 50.
Se relaciona también con factores como el contenido en fibra y las cocciones rápidas de la pasta o los tubérculos, que ayudan a reducirlo. Por el contrario, se eleva en las frutas demasiado maduras o desecadas.
Las grasas: Mejorar la alimentación incluye consumir preferentemente grasas de origen vegetal altas en ácidos grasos saludables. Las mejores son el aceite de oliva y las que se extraen de los frutos secos, como el maní.
Reducir o suprimir el consumo de tabaco y de alcohol mejorará mucho tu salud general. Asimismo, las medidas relacionadas con la higiene del sueño, como acostarse a la misma hora todos los días, te permitirán descansar mejor. Controla, además, el estrés con algún tipo de práctica de relajación, como el yoga o el mindfulness.