En la presente crónica, no vamos a escribir sobre vacunas. Sería impropio que lo haga, quien no es especialista en la materia. Otra cosa, es que a lo largo de estos calamitosos veintitantos años, los venezolanos nos hayamos convertido en verdaderos eruditos en lo que se refiere a las corruptelas que son capaces de cometer, los que han narcodesgobernado nuestra muy querida ex Venezuela.
Creo que lo tenemos escrito: La llamada Revolución, vive para robar y roba para vivir. Es su ethos, su leitmotiv, su imperativo cromosómico, el saqueo de toda riqueza o miseria, pública o privada, en cualquier circunstancia. Fortuita o previsible. Por obra de la naturaleza o por la mano del Hombre. Producto del azar o del esfuerzo personal o colectivo. Por dichosos o desgraciados, se han valido y se seguirán valiendo, de cualquier acontecimiento, para el enriquecimiento ilícito, sin que se les salve ninguno y la presente pandemia, no se les podía escapar, así como así.
¡Al demonio! conque, “eso”, que lleva el remoquete de Constitución Bolivariana de Venezuela, consagre el principio de la transparencia en la Administración Pública. No había, aún, el Corona Virus, tocado nuestros puertos y aeropuertos, cuando la narcotiranía, decidió tratar ese infortunio con la mayor opacidad y secretismo posible, a través del Decreto N° 4.161 del 13 de marzo de 2020 que sentó las bases para mandar, ¡preso, carrizo! a todo el que informase, detalle alguno, sobre el flagelo.
A saber: El director del postgrado de medicina del Hospital Universitario de Maracaibo, doctor Freddy Pachano, perseguido por la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), por órden del guapetón que usurpa funciones de gobernador del estado Zulia; los doctores, Luis Araya en Lara, excarcelado con medidas cautelares; doctora, Carmen Hernandez presa, en Nueva Esparta; doctor, Jorge Yéspica, preso, también, en Aragua, entre muchos más trabajadores de la salud, por lo que varios Colegios de Médicos y la ONG Médicos Unidos hicieron llamados de respeto a los DD HH, a diversos entes multilaterales.
Los comunicadores sociales, tampoco se podían salvar de esta razzia, como lo atestiguan las 18 detenciones denunciadas por el Colegio Nacional de Periodistas. Hasta los padres de un reportero, Darvison Rojas, fueron a dar a la cárcel por el delito de informar, veraz y oportunamente, cometido por su hijo.
Las desinformaciones de quien asumió la vocería oficialista sobre el tema, se repitieron una tras otra: Ocultamiento de los verdaderos, números de muertos y contaminados; manoseo de la figura de nuestro beato, José Gregorio Hernández en la promoción de supuestas pócimas milagrosas, como el Carvativir; mentidos y desmentidos del propio Maduro sobre el pago de las vacunas a través del COVAX, para llegar a la coda del desprecio, la burla, el desdén por la salud, la vida y el Patrimonio Público de los venezolanos -como detallaremos- con la pretensa vacuna cubana, que mal puede ser calificada como tal conforme el alerta de la Academia Nacional de Medicina, entre otros entes con auctoritas en la materia.
Además de los irreparables daños humanos, se juegan millones de dólares en el asunto. Cualquiera que, se tome la molestia de averiguarlo, (con el enlace siguiente entre muchísimas fuentes https://www.healthline.com/health-news/how-much-will-it-cost-to-get-a-covid-19-vaccine#What-we-know-about-distribution-and-administration-costs )
constatará que el costo aproximado de las principales vacunas es como sigue: La elaborada por Moderna, primera y segunda dosis a un estimado de US $ 32,00 a US $ 37. La elaborada por Pfizer, primera y segunda dosis a un estimado de US $ 39.00; la Johnson & Johnson’s una sola dosis, a un estimado de US $10; la Astra Zeneca, la más económica de seis a ocho dólares las dos dosis; la Novavax US $32 las dos dosis. Los lectores se servirán, calculadora en mano, totalizar el monto final de las posibles remesas. Se les alebrestan las tripas perpetradoras a las huestes gobierneras con semejante cantidad de dígitos.
¿Cómo explicar que en un país, sumido en la más espantosa miseria y en la más pavorosa incuria sanitaria, Nicolás Maduro, se haya jactado de no “mendigar vacunas”? ¿Cómo explicar que haya rechazado donaciones o renunciado a utilizar el auxilio de entes multilaterales? ¿A cuento de qué ese empeño de comprar doce millones de la pretensa vacuna Abdalá, cuyo precio no aparece en ningún boletín y de cuya efectividad todos dudamos?
Dado el prontuario revolucionario, en lo que a corrupción se refiere, el cronista no se traga el cuento de la pretendida ideologización en la escogencia del país fabricante de las vacunas. Por el contrario, nos consideramos con legítimo derecho a presumir, iuris tantum, salvo que nos demuestren lo contrario, que tras el “capricho” con la vacuna cubana se agazapa, un monumental guiso. Otro más, porque para la pandilla que ha saqueado y sigue saqueando Venezuela, ni la imaginación más enfebrecida es el límite.
![“Un bofetón a las víctimas de los crímenes de lesa humanidad perpetrados por Maduro y su pandilla”. Así cabe resumir la abstención, en el caso Venezuela, de la exfiscal de la Corte Penal Internacional cuyo colofón, se concretó el pasado martes. La Corte Penal Internacional, CPI, es un órgano cuyo objetivo es asegurar que los más graves crímenes, no queden impunes. No fue creada para deponer gobiernos. De hecho, tampoco ha depuesto ninguno. Aún más, su ya largo, tedioso, opaco desempeño, registra el ejemplo, de otro jefe de Estado que puede ilustrarnos al respecto. Después de decretada su captura por la CPI, Omar El- Bashir siguió, tan campante una década, casi, desgobernando en Sudán. Hasta que al final, abril de 2019, fue barrido por factores internos. Todavía, permanece en Karthoum, fuera del alcance de la CPI, preso (¿o semiprotegido?) por sus mismos compinches que lo derrocaron. Quienes esperen que una improbable orden de captura librada por la CPI contra Nicolás Maduro Moros y altos funcionarios de su desgobierno, producirá, ipso facto, su ansiado derrocamiento, deben desengañarse. Lo debilitaría más, lo desacreditaría más, lo aislaría más, pero tampoco hay que olvidar que al mandón felón, además de su falta de escrúpulos, lo apuntalan gobiernos tan gamberros como el suyo, Rusia, Irán, Turquía, la Cuba castrista -de mamporrera impenitente, la califica el jurista de fuste, Iván Arango Avendaño- China, menos gamberro, pero mucho más vigoroso, que los cuatro primeros. Pocos entes, en el ámbito multilateral, con tantos y tantos, escándalos, en cantidad y tonelaje, como la CPI y más específico, sus exfiscales jefes: Acosos sexuales y laborales; demandas judiciales, por tales causales; indicios vehementes de prevaricato por asociación con contratistas de obras públicas, v.gr., del gobierno libio; vinculaciones con el bufete panameño, legitimador de capitales, Mossak-Fonseca; centenares de miles de dólares de dinero negro, depositados en las cuentas de uno de los exfiscales y de su cónyuge, en la banca off-shore uruguaya (“¡Che, si la ´guita´ de la CPI, no me daba el cuero!” se habría excusado el muy sinvergüenza) Al final, la Fiscal, saliente el martes pasado, se abstuvo de tramitar el avance del caso Venezuela, de la etapa de examen preliminar a la fase de investigación. Las víctimas -incluidos sus familiares- de crímenes gravísimos perpetrados por Maduro y sus secuaces, se quedaron esperando que la señora hiciese buenos sus ofrecimientos, semanas atrás, de impartir justicia. La pretensa diatriba entre la fémina y factores de la narcotiranía, fue el pretexto. “Tongo” se denomina en el ambiente deportivo toda refriega ficticia, bufa, previamente negociada por las mafias, del balompié, del mundo de Fistiana, de la lucha libre, para engañar a los aficionados incautos. Los mencionados dimes y diretes, fueron vulgar “tongo”. La alta funcionaria, en compañía de su marido, ya había sido sorprendida traficando influencias ante banco de los Emiratos Árabes Unidos, para descongelar decenas de millones de dólares, de origen ilegítimo; descubierta, manos en la masa, en conciliábulos ex-parte, a escondidas y no tan escondidas con agentes del gobierno de Venezuela, lo que agrega elementos a la colusión que pudo haberse concretado el martes pasado y aquí llegamos adonde no quisiéramos haber llegado: A las denuncias de Walter Márquez, diputado emérito, venezolano, contra la dama (ver su libro: “Negligencia y Corrupción de la fiscal Fatou Bensouda: de la Corte Penal Internacional en el caso Venezuela” Pese a lo contundentes y muy bien documentados, los señalamientos de Márquez, fueron saltados a la torera, por las instancias disciplinarias de la CPI. Me honro en haber participado en esa gesta, de la que habría que concluir que la funcionaria saliente no actuó en solitario, sino con la ciencia y concupiscencia, de influyentes cómplices en la instancia judicial. Nos contábamos, entre quienes presagiamos el carpetazo en la CPI del martes pasado. La abstención de la dama era guerra avisada que pudo ser peor. Por algo la mala prensa que se ha labrado tal instancia judicial, utiliza el remoquete de “Mafia de las Togas”, para referirse a los traficantes de influencias que merodean en su entorno. ¿Quiere decir lo anterior, que los venezolanos -las víctimas de los crímenes atroces de la narcotiranía, en particular- debemos resignarnos y cejar en nuestro empeño de demandar justicia ante la CPI? Escribía Ghandi: “Cuando veas una injusticia, repárala con tus propias manos. Si no puedes repararla, denúnciala. Y si tampoco puedes denunciarla, guárdala en lo más profundo de tu corazón”. Ciframos pocas esperanzas en el referido antro judicial. Quizás, tal vez, no es imposible que, su nuevo fiscal jefe le insufle nuevos ánimos de decencia. Le tomaría tiempo hacerlo. Aun así, los venezolanos de bien, no debemos ceder espacio alguno en la sed de Justicia, para nuestras víctimas. Y si se siguen corrompiendo, los seguiremos acusando. @omarestacio](https://elinformadorve.com/wp-content/uploads/2020/03/Omar-estacio-1-1.jpg)
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