Reinaldo Gómez.- En Venezuela, durante el último lustro, vale decir durante los últimos cinco años, ya la gente –los trabajadores, específicamente- se llevan las manos a la cabeza cuando se enteran de que se decretó –o de que va a ser decretado, vía presidencial- un nuevo incremento del salario mínimo, o del sueldo mínimo, como le llaman otros.
Y todo ello por la sencilla razón, simplemente demostrada por los hechos, de que tales incrementos del salario mínimo –ha habido casi 50 aumentos del salario mínimo por decreto durante los últimos 20 años- no han contribuido en nada a solucionar el cada vez más atosigante costo de la vida que padecen los venezolanos, sino que, antes por el contrario, lo que han hecho es contribuir a que el costo de la vida se haga cada vez más caro, pero muy caro, pues los precios de los diferentes productos para la vida diaria, especialmente de la comida, de los alimentos, se han disparado -casi podríamos decir-, no por las nubes, sino hasta mucho más allá de las nubes.
Es obvio entender, entonces, la preocupación de millares de venezolanos en este momento, cuando, ya desde la semana pasada, han comenzado a aparecer –a barruntarse, dirían algunos- en los diferentes medios de comunicación social del país algunas informaciones que dan cuenta de que algunos gremios ya han comenzado a solicitar un nuevo incremento del salario mínimo mensual en el país, en la idea, que suponemos de buena fe, de que ello contribuiría a paliar el ya excesivamente sobrecargado costo de la vida del venezolano de a pie, que constituye la inmensa mayoría del país.
UN “PANEO…”
El equipo periodístico de EL INFORMADOR efectuó ayer un “paneo” por varios supermercados –o abastos- del este y del centro de la ciudad, en donde se pudieron observar los precios al consumidor de varios de los productos alimenticios de consumo masivo en Venezuela.
Así, en los tres supermercados –o abastos- ubicados en el este de Barquisimeto, concretamente en el entorno del ángulo formado por las avenidas Lara y Los Leones, éstos fueron algunos de los precios de los productos allí a la venta:
Mazeite, un litro, Bs. 46.000; aceite de comer ordinario, Bs. 26.900; vinagre, Bs.40.000 el litro; arroz, a Bs. 17.000 y 21.000 el kilogramo; la mayonesa de 900 gramos, Bs, 52.000; la salsa de tomate de 397 gramos, Bs. 23.900 y Bs. 28.600; la harina de maíz precocida, Bs. 13.000 y Bs. 17.000, y el litro de leche pasteurizada, Bs. 11.500.
En el segundo de tales abastos, éstos fueron algunos de los precios: La harina de marca supuestamente más reconocida, Bs. 11.500 y Bs. 13.700; el litro de leche pasteurizada, Bs. 16.000; arroz, Bs, 11.300 y Bs. 17.200; salsa de tomate de 397 gramos, Bs. 17.000; pasta, Bs. 11.300 y Bs. 13.600 el kilogramo; vinagre, Bs. 17-400 un litro, y un sobrecito de sopa de pollo, Bs. 3.300.
Y, en el tercero de tales supermercados, he aquí algunos de los precios: Huevos, B. 27.000 el cartón; la harina supuestamente más reconocida, Bs. 14.000 el kilogramo; leche pasteurizada, Bs. 12.800 el litro; salsa de 397 gramos, Bs. 22.400; pastas, Bs, 11.500 el kilogramo; Mazeite, Bs. 43.900 el litro; aceite de comer, Bs. 22.700 el litro; arroz, Bs. 12.700 y Bs. 17.700 el kilogramo; caraotas megras, Bs. 29.900 el kilogramo; garbanzos, Bs. 24.600; mantequilla (margarina) de 450 gramos, Bs. 7.700; margarina de marca, Bs. 10.500; mayonesa de 900 gramos, Bs. 43.900, y la mayonesa hecha en Lara, también de 900 gramos, Bs. 17.250
Valga destacar que, en estos tres supermercados del este de la ciudad, fue en donde se apreció mayor diversidad de productos, pero solamente en uno de ellos se observó la existencia de granos variados, aun cuando únicamente las caraotas negras y los garbanzos tenían el precio a la vista.
En el centro
Mientras, en el centro de la ciudad, especifiocamente en las adyacencias del cruce de la avenida 20 con la avenida Vargas, en otros tres establecimientos visutados, únicamente se obervaron los siguietes precios: En el primero, la harina de maíz, Bs. 13.000 la más reconocida, y pasta, Bs.11.800 y Bs. 13.600 el kilogramo; en el segundo, el azúcar, Bs. 9.500; arroz, Bs. 8.300, y harina precocida, Bs. 9.900, y, finalmente, en el tercero de ellos, se observaron estos precios: Aceite de comer, Bs. 19.500; harina reconocida, Bs. 14.000; pasta, Bs. 15.000, y huevos, Bs. 29.000 el cartón.
De manera, pues, que, de lo antes señalado, cada quién deberá sacar sus propias conclusiones, para responder entonces – o tratar de responder- a la pregunta obligatoria que seguramente surgiría si es que acaso se llegase a decretar en los próximos días otro aumento del salario mínimo: ¿A cuánto, o en qué porcentaje, se incrementarían prácticamente de inmediato los percios de los diferentes rubros en el país, especialmente el rubro de los alimentos?.
Como detalle adicional, valga la pena señalar que, en todos los establecimientos visitados, sin excepción, se observaron numerosos estantes vacíos, aun cuando quizás en algunos más que en otros, cuestión que, de alguna manera, deja ver la marcada escasez de productos que persiste en el país.