Aura Rosa Castillo– “Ruego a Dios para que a mi hija no le repita el dolor. Ella requiere una cirugía de vesícula y no tengo dinero”, expresa con voz entrecortada y ojos llorosos Azuli Asuaje, docente con 16 años de servicio y tres hijas. Al tiempo rememora que otrora su familia estaba cubierta con una póliza de salud. Además, su familia no está consumiendo los nutrientes.
“Es horrible…, es que además no hay gas, no hay transporte y tampoco agua”. Pero elegí ser profesora y con toda esa carga encima delante de mis alumnos debo tener la mejor cara”.
Testimonios semejantes se repiten en las acciones de calle que desde el pasado 7 enero mantienen los educadores en demanda de un sueldo justo y el respeto a la contratación colectiva. Ellos solicitan entre 8 y 12 sueldos mínimos (actualmente en Bs. 18.000) así como la no aplicación de factor 900 que le disminuye en 90 % el monto de las primas, beneficio logrado en luchas de muchos años.
Por esa razón, Hilda Peña, vocera de la coalición sindical, ratificó ayer que el gremio se declara en asamblea permanente y acudieron a la Inspectoría del Trabajo para buscar respuesta sobre el documento consignado ante ese despacho el 16 de enero pasado, e insta a la Inspectoría a que emplace al jefe de la Zona Educativa Nixon Arriechi y Yelitza Morales, directora de Educación a que desistan del acoso laboral y el amedrentamiento con levantar actas administrativas a los docentes. Hay directores y supervisores que les están negando a los docentes la entrada a las escuelas y liceos, denuncia.
El ministro de Educación Aristóbulo Istúriz, durante la reunión sostenida el pasado martes con directivos de las federaciones niega que haya dado esa orden. Contradice -asimismo- que se haya llegado a acuerdos, lo que hubo fue planteamientos que el titular de la cartera expondrá a sus superiores, aclaró.
Entretanto, los docentes pasan peripecias de toda índole. Aura Guerrero comenta que “los docentes trabajamos por vocación, muchos tienen que caminar un largo trecho al no poder pagar el pasaje que vale entre Bs. 250 y Bs. 300. Y deben pedir dinero prestado.
A ello se suma la falta de herramientas en las escuelas, entre otras carencias como las de comedor que cuando hay caraotas y arroz, que es lo que envían, no hay agua, y si hay agua no hay gas. Además, “los alumnos llevan de sus casas cilantro, cebolla y ajo, porque si no les toca comer es agua con sal, tal como sucede en la Escuela de Las Palmitas, al norte de Barquisimeto, expresa Guerrero, quien imparte clases en la escuela Antonio José Pacheco, ubicada en Tamaca, pero conoce la realidad de Las Palmitas.
Liliam Abello, 12 años de servicio, no duda en denominarse revolucionaria y considera necesario el diálogo, y mejorar los sueldos porque con Bs. 3.000 o Bs. 10.000 no alcanzan para lo más mínimo. La fortaleza y el desarrollo de un país es la educación y la salud. Hay que rescatar el amor por la profesión que debido al poco reconocimiento y pago nadie