Kléver Ortega y Cristina Lema tenían una buena vida hasta que el COVID-19 paralizó la economía de Ecuador.
Ortega pintaba casas, pero el trabajo se agotó con la pandemia. Luego intentaron con un par de negocios de comida. “Se vendía muy bien, nos venía muy bien, cuando vino la pandemia”, dijo Lema.
Con el aumento del desempleo, la inestabilidad y la delincuencia, decidieron partir hacia Estados Unidos, igual que muchos amigos, familiares y conocidos.
“Ellos comentaban en las calles: ‘Se fue. Mira quien dejó su negocio y se fue’”, relata Lema, quien agrega que es “allí cuando nosotros también dijimos estamos ganando para sobrevivir o pagar deudas”. Y fue que decidieron emigrar.
Ecuador —conocido por mucho tiempo por tener tasas de delincuencia notablemente bajas a pesar de estar ubicado en el corazón de la cocaína en América del Sur— es propenso a los terremotos y ha batallado económicamente, luchando contra una mayor violencia y perdiendo a su gente en números récord. Como Ortega y Lema, muchos se van a Estados Unidos; el número de ecuatorianos detenidos cerca de la frontera con México se ha disparado.
Las políticas de la administración de Joe Biden introducidas en enero han reducido drásticamente los cruces fronterizos ilegales de Estados Unidos enfocándose en los inmigrantes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela y lograr que México los acepte. Los inmigrantes de Ecuador y algunos otros países no enfrentan los mismos obstáculos y, en general, se les permite permanecer en Estados Unidos mientras se tramita su solicitud de asilo, parte de la naturaleza fragmentada de la política de migratoria estadounidense.
Pero el viaje puede ser peligroso. En febrero, un accidente de autobús en Panamá mató a decenas de migrantes, muchos de ellos de Ecuador, cuando se precipitaron por una ladera después de cruzar el famoso Tapón del Darién desde Colombia. Y hace unos días, un incendio en un centro de detención en la ciudad fronteriza de Ciudad Juárez, México, dejó al menos a 39 migrantes muertos, casi todos de Guatemala, Honduras, Venezuela y El Salvador.
En Ecuador, los problemas económicos han agudizado la criminalidad.
“Uno no podía caminar tranquilo, la violencia ya se puso fuerte”, dijo Ortega en el nuevo apartamento de su familia en Spring Valley, Nueva York, a donde llegaron el año pasado.
Los ecuatorianos dominaron la mezcla de migrantes detenidos por México por primera vez en enero, según la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos.
Del lado estadounidense, los funcionarios detuvieron a los ecuatorianos 12.000 veces en la frontera en noviembre, casi el triple que tres meses antes, y casi 20 veces más comparado con el año pasado, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos. ____ Solano informó desde Quito, Ecuador, y Elliot Spagat en San Diego.
AP