El domingo de Ramos, la iglesia católica conmemora la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén en donde fue recibido por una multitud con palmas de olivo, por eso, en la misa se bendicen las palmas.
A propósito de la entrada de Jesús a Jerusalén, el párroco de la iglesia Inmaculada Concepción de Barquisimeto, Jesús Larez, hizo énfasis en la humildad del Maestro.
Refirió que antiguamente las personas a manera de deferencia acostumbraban decorar con mantos y flores la entrada del rey. Sin embargo, la entrada de Jesucristo fue muy humilde, montado de un asno, porque así lo Él lo decidió.
Contrariamente, a esa realidad, tiempo después, padece el dolor, sufrimiento, de la traición de Judas, la negación de Pedro y la soledad porque los apóstoles huyen. Solo María, su madre, no lo abandonó, describió.
La Semana Santa es tiempo de reflexión para entender el sacrificio de Jesucristo, por eso en la eucaristía se proclama y se concentra en el tormento que Jesús vivió, reflejado en el Evangelio de San Lucas.
En su camino soportó afrentas, látigos, negación, soledad y el desprecio de la gente. Era tanta la presión que de acuerdo con el Evangelio suda sangre. En ese momento, la gente rechazó la luz y prefirió lo mal, relató el párroco.
“El Maestro estaba claro, Él buscaba la redención y la salvación humana y elevarlo hacia Dios”, añade Larez.
Es un hecho trascendental , y por ende de gran relevancia para los cristianos y la iglesia católica quien convoca a sus fieles a aprender de Jesús y practicar su humildad y obrar conforme a la fe cristiana, “Fe sin obra es fe muerta”.