Entre 30 y 40% de los dólares que se transan dentro de Venezuela, tiene que ver con la economía de sombra, “con la economía subterránea”. ¿Qué es esto? No es la economía informal, sino una economía ilícita, advierte el economista Leonardo Buniak.
Para el economista Alejandro Grisanti, director de la firma consultora Ecoanalítica, los procesos de dolarización son grandemente populares en escenarios de elevada inflación, o hiperinflación. ¿Por qué? Muy sencillo: porque la gente viene acostumbrada a la gran estrechez, y, de repente, comienza «a verle el queso a la tostada». Esa es la cara noble de la dolarización.
Pero indica que es un arma de doble filo: un país como Ecuador, donde existe una dolarización establecida, no ha logrado desmontarla ni en un gobierno de izquierda como el de Rafael Correa. Después de instalada es muy difícil desmontar la dolarización, y la economía del país queda anclada a las tasas de la Reserva Federal de EEUU.
Grisanti pondera que el gobierno de Nicolás Maduro ha dado “clarísimas” muestras de no querer la dolarización. Dice que en los picos de inflación o hiperinflación, Miraflores se ha hecho la vista gorda y ha dejado que se trance en divisas. Pero no está de acuerdo con la dolarización. Una prueba de ello es el Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras (IGTF), que buscó poner un freno sin mucho éxito, y propiciar el uso de la moneda oficial del país.
“Por ejemplo, no ha creado una Cámara de Compensación Bancaria. El gobierno está obligando a que cada vez que haces una transacción en dólares debas pagar en bolívares”, apunta.
“Maduro no quiere dolarización, el gobierno no va a normar la dolarización, y cuando vea algún síntoma de estabilidad tratará de detener la dolarización”, se atreve a vaticinar.
Con información de Banca y Negocios