Ramón Bravo el apasionado pulpero de aquella bodega el Sol en Tarabana
En el sitio de Tarabana, un tanto cercano a las confluencias de los ríos Turbio con el Claro, adyacente al antiguo camino carretero hacia Cabudare, existió un recinto de particular referencia para quienes tomaban las distintas rutas que los llevaría hasta sus destinos, porque allí realizaban una pequeña parada obligatoria. Fue la posada o pulpería El Sol, la misma que en alguna ocasión administraría el bien nombrado don Ramón Bravo.
Entre películas y las distracciones de aquel cine
Justamente, seria en este particular expendio donde se unirían viejas anécdotas almacenadas en la memoria de unos pocos.
Eran evocadas en los recuerdos de antaño, las célebres películas proyectadas con el cine móvil de Enrique Perláez, siendo las de Tarzán o Superman, las más vistas en aquellos celebres años 60. Momentos cuando ya don Ramón habría constituido su familia y arraigado su tesonera labor en el palpitar de aquel entrañable lugar; su señalado establecimiento, junto a las atenciones que dispensaba su compañera de vida, doña Jovita del Rosario Linarez.
Entre quehaceres y atenciones de incomparable sabor
Con doña Jovita, llegada de las retiradas tierras cerca más al Tocuyo, de un caserío denominado ´Potrerito´; años más tarde el tiempo la llevó a trasladarse al sitio de Tarabana, donde entre quehaceres aprendidos, comenzaría a trabajar esmeradamente en aquella pulpería como cocinera, ofreciendo como menú de la casa, el degustado mondongo o las pedidas y salidas empanadas que tanto agradaron el paladar de las peonadas que continuamente frecuentaban aquella bodega.
Testimonios familiares
Según el testimonio de sus familiares e hijos, don Ramón Santa Ana Bravo Pereira, llegaría de la remota geografía tórrense, específicamente de Rio Tocuyo; y una vez siendo apenas un joven adolescente, comenzaría a laborar en la hacienda Santa Rita, cerca de Cabudare; esto para 1931. El destino le compensaría años después la administración de la bodega ´el Sol´, propiedad de Augusto Casamayor, la cual formaría el patrimonio más preciado de don Ramón, y la cual sería arrendada por don Augusto.
Una vez allí forjaría su núcleo familiar al lado de doña Jovita; ya que para 1941 se comprometería con aquella empleada, con la cual, procrearían siete hijos.
Entre refrescar las gargantas y algunos juegos
Era común para los visitantes que deambulaban los antiguos caminos del polvero, el real, o el que venía de Agua Viva, estacionarse para refrescar sus gargantas con cocuy o cerveza, bien sea la del Oso o la del Águila, cómo comúnmente se le identificaba en la época; sin relegar a un lado, los campeonatos de bolo, bolas criollas, domino, o de pelota criolla que se jugaban a un costado del camino del polvero; en un terreno adyacente a esta. Y así también se organizaban bingos y loterías de animalitos.
Las creencias heredadas
Anualmente, en medio de una promesa ferviente trasmitido por la pasión de sus progenitores, posiblemente de don José Toribio Bravo, padre de Ramón, era tradición en meses de junio danzar y tacar a dos antiguas imágenes de San Antonio (heredadas), logrando que aquella promes
a fuese complementada no solo con un velorio, sino también con un tamunangue que coordinaba con vecinos de Cruz Blanca, o por amistades como Alejandro Puerta o Manuel Freites.
Un traslado cercano, vecindario y un sentimiento de arraigo
En 1965 compraría en el sitio del Peñusco, cerca de Agua Viva, un terreno a Rafael Delgado, edificando una pequeña vivienda de bahareque donde fundaría la bodega ´San Antonio´, renunciando y colocando en manos de Benjamín Chirinos su anterior pulpería.
Estando en el Peñusco, los arreos de burro cargados de leña llevados por los Peroza del Manzano, identificaban algunas veces la fachada de su recién construida casa.
De aquel sitio se dice que entre las casas cercanas estaban la del Negro Urriola, de amplio corredores, paredes altas y techo de teja. La quinta las Germanías ocupada por Isabel Vargas y Martin Flores; la casa del Jobo, atravesada a un costado por el buco de las “piedritas”, era ocupada por Eulogia Colmenarez, al lado de don Ramón Bravo estaba Dámaso Cortez junto con la señora Alvirana Campos.
Un tanto más allá, Paulina Escalona con Gregorio Sánchez , Román Rivero y señora; entre otros contados vecinos y casas que como la quinta de madera, con el paso de los años fue polémica, ya que se incendiaria llevándola a cenizas.
Fue así como Ramón Bravo, quien nacería el 26 de julio de 1914, fallecería el treinta y uno de mayo de 1990, caracterizándose como un referente y un sentimiento en este lar, gracias a las gratas esperanzas y anecdóticas vivencias dejadas por él.
Lcdo. José Luis Sotillo J.
Cronista Parroquial de Agua Viva.
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twitter:@aguavivajose.