El adviento es un tiempo litúrgico de cuatro semanas en el que la iglesia nos prepara a través de las lecturas de la Santa Misa, la oración y la reflexión para celebrar con fe, con alegría y gozo el Nacimiento histórico del Niño Jesús. Este tiempo termina el 24 en la noche para dar paso a la Navidad.
La Iglesia, al invitarnos a esta preparación para celebrar el nacimiento del niño Dios , quiere también que proyectemos nuestra mirada hacia la segunda venida del Señor al final de los tiempos, cuando él vendrá con todo su poder y con toda su gloria y definirá el destino eterno de toda la humanidad.
Triple finalidad del adviento:
– Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el
nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su
venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros,
hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.
– Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra
vida diaria la «presencia de Jesucristo» en nosotros y, por nosotros,
en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en
la justicia y en el amor.
– Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o
segunda venida de Jesucristo en la «majestad de su gloria». Entonces
vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con el Cielo a
los que han creído en Él; vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos
de los demás. Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la
vida eterna sin sufrimientos.
En el Evangelio,
varias veces nos habla Jesucristo de la Parusía y nos dice que nadie sabe el
día ni la hora en la que sucederá. Por esta razón, la Iglesia nos
invita en el Adviento a prepararnos para este momento a través de la revisión y
la proyección.
Douleydis Romero