El indetenible tic – tac que impulsa las vueltas de las manillas de un instrumento que conocemos con el nombre de reloj; segundero, minutero, horario y, las rotaciones de la Tierra alrededor del Sol, van determinando el valor inmaterial que llamamos tiempo. Demarcación intangible del cierre de ciclos, lapsos que denominamos, segundos, minutos, horas, días, semanas, meses y años cuantifican la verdadera posesión que tenemos los seres humanos…
¡LA VIDA!
Hemos sobrevivido a uno de los peores lapsos que ha soportado la humanidad, debemos dar gracias al Todopoderoso que llamamos Dios por su benevolencia infinita de preservar, hasta hora, nuestra existencia, dándonos el valor necesario para tolerar los grandes sufrimientos a los que hemos sido sometidos: La partida de seres queridos y de amigos que ya no tendrán sustitutos; la amenaza perenne contra nuestras vidas ocasionada por la existencia una de las peores pandemias que haya azotado al globo terráqueo; la incertidumbre de vivir en un país que intenta subsistir a una crisis que es considerada como inédita y jamás enfrentada por otro país del planeta.
A veces siento que estamos revolcándonos entre nuestras propias cenizas, pero tengo la esperanza de qué, como el Ave Fénix, de esas cenizas resurgiremos fortalecidos y que el oprobio al cual hemos sido sometidos lo recordaremos como la experiencia necesaria para emprender la recuperación de mi amada Venezuela, y ya jamás ponerla en peligro o volver a entregársela a algún otro aventurero qué, manipulando la ignorancia y las necesidades de las personas pretenda imponer políticas y/o sistemas económicos comprobadamente desfasados y fracasados.
Realmente no sé cuándo sucederá, pero tengo fe en nuestros genes libertarios, de qué más temprano que tarde la Justicia rescatará al Estado de Derecho, a través del Estamento Legal vigente en nuestra Constitución Nacional, las leyes, reglamentos y los Tratados que han sido suscritos por la República; que respete al espíritu, propósito y razón del legislador probo, tradicional e internacionalmente aceptado.
Ese, es mi pregón, pues creo firmemente que encierra en su actuación al camino de la paz que nos habrá de conducir a la verdad. Si es mi error pido perdón, pero la historia que he estudiado me enseñó que el origen del Derecho, fueron las denominadas Normas de Fe creadas ante la anarquía que reinaba en aquella época.
Las personas que habitamos esta “Tierra de Gracia” llamada Venezuela, debemos implementar la norma que expresa:
“El Derecho de las personas termina donde comienza el Derechos de los demás.”
Es abominable el concepto que últimamente se ha hecho común sobre que, en el país no existe ley. Los principios y valores de los venezolanos deben ser rescatados para volver a convivir con las características que hicieron de mi patria amada el país más acogedor del mundo, donde los migrantes llegaban en búsqueda de la realización de sus sueños de vida.
La mejor ley es la que nos impone nuestra conciencia y determina nuestra buena conducta ciudadana sin necesidad de medios represivos…
Venezuela amada…¡En este nuevo ciclo te deseo lo mejor de lo mejor!