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(+VIDEO) HISTORIAS DE SOLIDARIDAD: “Creo que servir al prójimo no debe tener límites y es un privilegio”

Fotos: @angelzambr11

Empatía, vocación, solidaridad, compasión y altruismo, pudieran definir la labor de Annery Acosta en la casa hogar Hogar José Gregorio Contreras, en Barquisimeto, estado Lara, en donde  vela por  33 “abuelos”, unos enfermos, otros sin familia.

Para ella,  siendo una persona de profunda fe cristiana, es un  “llamado”.

La solidaridad es ser sensible al dolor del otro –expresa-  y  desde pequeña se identificó con sus semejantes.  En piel propia vivió carencias.

Recuerda que en su casa, el único día que comían carne era cuando su padrastro cobraba, y un día en la casa vecina no tenían comida y sus tres niños lloraban. Se fue a su casa y sin importar  que  no habían comido, agarró el caldero de carne, la olla de bollos y se los regaló.

 “Había tanta hambre en esa casa que nunca me preguntó, cómo hiciste o de dónde trajiste eso”. Eso marcó mi vida, tenía nueve años”, relató.

Sigue siendo igual –dice- aunque en el transcurrir del tiempo ha aprendido que todo debe tener su límite,  en su caso no existen límites para servir al prójimo,  porque “ fe sin obra, es muerta”, dijo.

 La Casa Hogar José Gregorio Contreras no es  un ancianato ni casa de la tercera edad, “es una obra de amor” en donde hay  perros, gatos y niños para que los abuelos se sientan en familia, en un verdadero hogar.

Ese fue su sueño,  desde que era  más joven, cuando  en su natal Caracas caminaba por  la avenida Baralt  en donde  deambulan muchos indigentes, al  igual que en la plaza Oleary, porque ella viene de un hogar “esquizofrénico”. Su  papá era alcohólico, comenta.

Y no es fácil, porque son personas que  tienen el hábito de vivir en las calles libres, sin normas,  y tratar de transformar esa vida no es tarea sencilla ni para ellos ni para mí, pero se ha logrado en el tiempo.

“Para ello, tienes que amar y ver  más allá de su corazón, de su conducta, que  bueno, malcriado, grosero, haya hecho lo malo o esté enfermo tienes que entender que si llegó a tu vida es con un propósito”.

 Entonces, es preciso reflexionar sobre  cómo se siente haber hecho daño, cómo se siente estar arrepentido, cómo se siente no tener a su familia, cómo se siente saber que lo perdió todo.  Es empatizar, ser compasivo y pararse a su lado y decirles: “estoy contigo”.

Aunque el  mundo está distraído con las redes sociales y pareciera  no dejar mirada  para la empatía y la compasión, la casa hogar  es puente para que otros coadyuven en la construcción de una  sociedad más humana y solidaria.

La gente cree que al no tener dinero no puede ayudar al otro, y eso no es verdad. Una sonrisa, un gesto y donar tiempo es edificante.

La casa hogar cuenta con 11 colaboradores, entre ellos su hija, un yerno, su padrastro, dos hermanas,  y otras personas que se han sumado a la obra, si otro interés recibir y dar amor a los abuelos.

Elaboran 200 platos de comida diariamente

“El Señor dice a quien llama capacita, y me ha dado las herramientas y puesto ángeles en el camino”, acota.   En la Casa Hogar se elaboran diariamente 200 platos de comida porque también se les provee alimentos a familias que viven en la comunidad, en situación vulnerable.

En efecto, siempre hay benefactores quienes donan medicamentos, alimentos, productos de limpieza, personales, pañales  y materiales  de construcción. Paulatinamente, la casa  ha sido remodelada, y aunque sigue siendo humilde, es mucho lo que se ha mejorado.

Una buena acción atrae a otros y se va multiplicando, pero es fundamental  ser  “transparente, porque la honestidad genera confianza”.

Para Annery, servir al prójimo es un privilegio y está convencida de que los  “seres humanos en vulnerabilidad valen la pena, cuando ves su último aliento, porque no tienen familia. Recuerdo lo que como dijo Pablo: He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”.

Expresó también que no puedo decir que pude haber hecho más, porque todo lo hice, aunque se siente el dolor por la partida de un ser que amaste”.

Una acción puede transformar tanto individualidades como sociedades. En  este mundo complejo, lleno de banalidades los padres están llamados a criar a sus hijos en valores humanos porque eso hace la diferencia, reflexiona.

Aura Rosa Castillo
Fotos: Ángel Zambrano

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