Todos hemos escuchado a gente que dice que «correr te produce euforia» o que «es adictivo», pero a muchos nos resulta difícil amar el ejercicio. Algunos dirán incluso que lo odian, que es una pesadilla, o que solo pensar en ir al gimnasio les produce ansiedad.
¿Por qué algunos de nosotros odiamos el ejercicio? Y, ¿cómo superar eso para cosechar los beneficios de poner el cuerpo en movimiento?
Identifica tu «por qué»: ¿quieres hacer ejercicio por tu salud? ¿Por tus hijos? ¿Por cómo te hace sentir? El ejercicio tiene beneficios a largo plazo para la salud, beneficios indirectos para tus hijos, y efectos inmediatos sobre tu estado de ánimo y vitalidad. El tener en cuenta lo que quieres ganar con el ejercicio puede estimularte a hacer algo.
Motivadores extrínsecos también pueden ayudarte a empezar a hacer ejercicio.
Recompénsate: comprando una nueva prenda o zapatillas con las que te guste hacer ejercicio. Asegúrate de que esa recompensa esté condicionada a lograr cierta cantidad de ejercicio, para que te la merezcas.
Consigue un monitor de actividad: estos tienen una serie de herramientas diseñadas para promover la motivación, como dar avisos, medir logros y fijar metas. Hay una plétora de estudios que sugieren que los monitores de actividad aumentan la actividad física.
Haz ejercicio a la misma hora del día: para que se vuelva un hábito. Las investigaciones indican que el ejercicio en la mañana logra establecer un hábito más rápido que el ejercicio en la noche.
Fuente: BBC