Reinaldo Gómez.- Ayer, en la fecha que establece el santoral católico como el Día de los Fieles Difuntos, fueron muchas las personas que, en el Cementerio Municipal de Barquisimeto, ubicado en la avenida “Florencio Jiménez”, tuvieron que conformase con un doble dolor.
En primer lugar, obviamente, el dolor de estar ante la tumba de un ser querido, pero, en segundo lugar –y algo que seguramente no estaba en la cuenta–, el dolor de ver cómo la tumba de ese ser querido ha sido o profanada, o despojada de alguna de sus partes accesorias, tales como cruces, lápidas, lozas de concreto, etc.
Ojo, y en muchos casos, el dolor se ve incrementado todavía más por el hecho de que esa profanación ha llegado incluso hasta a la exposición abierta y clara del respectivo cadáver, o, por lo menos, de algunas de sus partes, o de sus restos.
Pero Rafael Piña, por ejemplo, contó a este diario que “diga en su periódico que este cementerio se halla totalmente abandonado por parte de las autoridades correspondientes, y a total merced del hampa, pues a la tmba de mi mamá le robaron la plancha, la cruz y la lápida”.
Abundando en detalles, Piña, quien llevaba a cuestas su escoba y su pala, dijo que “vine a limpiar la tumba de mi mamá, me encuentro con que le robaron la plancha, la cruz y la lápida, entre otras cosas”.
No obstante, Nilda Figueredo se consideró con suerte, puesto que, teniendo allí sepultados en un mismo panteón a su padre, a dos hermanas, a su abuela y a una tía, “hasta ahora, lo han respetado”
Contestando a una pregunta, dijo que ese panteón familiar tiene ya unos diez años de instalado.
En tanto, Rosalbo Querales no perdió a su vez la oportunidad de elevar su queja.
–Esto no puede ser –destacó–, pues aquí se están robando todo, e incluso ya no están respetando ni siquiera los cadáveres de la ente. A mi manera de ver las cosas, aquí los difuntos no pueden descansar en paz.