Reseña de la Añoranza/ Iván Brito López < El Informador Venezuela
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Reseña de la Añoranza/ Iván Brito López

Cien años de la Chispa que Encendió un Latir

Un siglo ha transcurrido, desde que viera la luz primera, el protagonista que motiva la presente entrega de Reseña de la Añoranza, cuyos lienzos patentizan la eternidad del artista a través de su obra, ya que el arte desarrollado por el maestro de maestros Ramón Díaz Lugo, el biografiado de hoy, va más allá del paisajismo plasmado en las telas, porque no es un paisaje de la escuela clásica europea, es un paisaje con sello regional, de riqueza textural, de armonía cromática y equilibrada composición, pues ese paisaje, esas atmosferas y ese trazó, también son prolongación de la huella de su maestro, el laureado Rafael Monasterios.

CIEN AÑOS DE LA CHISPA QUE ENCENDIÓ UN LATIR, nos ha parecido el más apropiado de los títulos, por ser el arte como un chispazo, en cuanto a la inspiración que no tiene hora ni tiempo, es una sensación de asalto que trastoca el mundo del artista, para llevarlo una veces con violencia al caballete antes de perder la idea que bosquejará inicialmente, otras veces para en el sosegado trance de la interpretación intelectual, materializar la fantástica visión que se ha recreado en su mente. Una palabra, un poema, una canción, una visión retratada por las pupilas al escudriñar el entorno con la mirada del artista, que es una mirada distinta que atrapa lo que sólo él puede ver, lo que sólo sus ojos pueden mirar desde que los abrió al mundo un 10 de febrero de 1924 y hasta que se cerraron el 13 de octubre del año 2011.

La Escuela de Artes Plásticas en sus primeros días de actividaes bajo la dirección de Rafael Monasterios, donde se contó entre sus alumnos fundadores a Ramón Díaz Lugo.

Ramón Díaz Lugo, 87 años de vida, de los cuales por lo menos setenta, fueron sublimados por el arte, tanto de la música como de la pintura, porque en la pintura los colores son las notas en la música, una escala tonal de siete notas en armonía con la escala cromática de siete colores primarios, cuyas combinaciones dan una amplia gama de tonalidades. De allí, que la muestra que rinde homenaje al centenario de Ramón Díaz Lugo, a inaugurarse el próximo sábado 10 de febrero en el Ateneo de Cabudare, exhibirá una interpretación de ese sentir, el mismo que potenció Rafael Monasterios desde la Escuela de Artes Plásticas de Barquisimeto por una parte y por la otra la que aquilató Francisco de Paula (Franco) Medina, de cuya academia egresó como violinista quien motiva estas líneas, pues amalgamó música y pintura de manos de dos prodigios del arte, Medina y Monasterios.

De tal manera, que nada mejor para conmemorar los CIEN AÑOS DE LA CHISPA QUE ENCENDIÓ UN LATIR, que este homenaje orientado a exaltar el centenario del natalicio de este maestro de maestros, Ramón Díaz Lugo, que una exposición antológica a través de una selección de sus obras, gran parte compuesta de la colección de uno de sus discípulo Castor González, que se exhiben a su vez para la venta y otro número de obras de colecciones como la de Armando Villalón y de quien les escribe, con las cuales el Ateneo de Cabudare nimba sus espacios de luz y color, de esa dramática psicología del paisaje larense que Rafael Monasterios supo transpolar a sus discípulo, siendo Ramón Díaz Lugo uno de los más fieles exponentes de ese estilo y esa forma de ambientar las atmosferas de sus lienzos, como un eterno homenaje a su maestro y que a su vez él como pedagogo supo también transmitir a sus alumnos durante las cuatro décadas del palpitar de las enseñanzas pictóricas impartidas en su casa, que se convirtió en consecuencia en el remanso de la chispa que encendió ese latir.

La fundación de la Asociación de Artistas plásticos del estado Lara. Rafael Torrealba, Hermann Garmendia, Sócrates Escalona, Octavio Alvarado, Díaz Lugo, Jorge Arteaga y Alirio Echeverria

Aún recuerdo, la amena conversación con su figura de mediana estatura, con su cabello cano y abundante y de sonrisa de mona lisa, suave voz, inusitada velocidad mental y en su hablar alternando con un castellano florido, palabras en francés, como en inglés, además de picaros adornos verbales, como las expresiones populares que desde el siglo XIX eran de uso cotidiano del populacho y también usadas por los señores. Tras aquella figura bonachona, se ocultaba un erudito hombre de altos vuelos intelectuales que se perdían de vista.

Pero, esa conversación primera, fue en la casa del Cronista Oficial de la Barquisimeto, Hermann Garmendia, para quien trabajábamos como Secretario, pues Hermann, era su cuñado por estar casado con su hermana la siempre cordial señora Ofelia Díaz de Garmendia, de nuestra más grata recordación, atenta con todo el contingente humano que pasaba por aquella casa, cuyas paredes exhibían cuadros de diversos y destacados artistas, como una caricatura bosquejada en grafito del rostro de Hermann, que estaba frente a la máquina de escribir firmada por Rafael Monasterios y que un buen día desapareció después de la visita de un personaje. La biblioteca mostraba una panorámica de anaqueles de madera llenos de libros, cuya impresión óptica la dominaba un retrato de Hermann Garmendia de la autoría de Trino Orozco. En esa casa se gestó la Asociación de Artistas Plásticos del estado Lara, cuyos primeros miembros fueron fotografiados en el recibidor de la misma, para ilustrar la noticia, que Hermann publicó en su columna “El Camino y el Espejo”. Ese grupo estuvo constituido por Octavio Alvarado, Alirio Echeverria, Jorge Arteaga, Omar Rivero Torrealba, Rafael Torrealba, Sócrates Escalona, Cesar Rivero y por supuesto Ramón Díaz Lugo.

Desde entonces, nos llevamos muy bien y compartimos múltiples momentos de arte y cultura, cuando dicha actividad se desarrollaba profusamente en la ciudad, conciertos, recitales, exposiciones, presentaciones teatrales, presentaciones de libros, conferencias, simposios, talleres y congresos dentro de este ámbito que alimenta y se sustenta del palpitar espiritual. Díaz Lugo, era todo un personaje indudablemente, honesto, probo y recatado. De joven tuvo el respaldo de su padre, don Ramón Díaz, músico de la Mavare, fue trompeta en la primera agrupación de nuestro abuelo Rafael Miguel López, el Jazz Band Unión y ambos fueron de las filas de vientos metales de la Banda del estado Lara, bajo la dirección de Antonio Carrillo. Don Ramón Díaz, tuvo un almacén de renombre en “El Manteco” de finos productos importados, licores de las mejores marcas, jamones, enlatados y otros productos, diríamos, que era lo que es hoy un bodegón. Acotamos este detalle del padre de Ramón Díaz Lugo, porque al egresar tanto de la Escuela de Artes, como de la Academia de música “Nicolo Paganini” de Francisco de Paula (Franco) Medina, el medio de entonces, no ofrecía un mercado de trabajo para los artistas, por el contrario un gobernador, azuzado por su hueste de adulantes, fue convencido que la escuela de arte era un criadero de comunistas y en consecuencia procedió, concentrando la Escuela de Música, la Escuela de Arte y la Escuela de Artes y Oficios, en lo que fue llamado “Instituto de Enseñanzas Especiales”, el cual apiñó las tres instituciones en el edificio recién construido, de lo que sería después el Teatro Cine Rialto. De allí, que Ramón Díaz Lugo, se vio forzado obligatoriamente a trabajar con su padre en el almacén y lograse de un sustento respetable.

Ramón Díaz Lugo fue un fiel exponente de la dramática psicología del paisaje larense en las lívidas atmósferas aprendidas con Monasterios

Sin embargo, ello no fue mella, para apagar su espíritu artístico de altos vuelos, consagrándose en sus ratos libres a la pintura, aquilatando su vocación a través de la práctica del oficio, agudizando sus pupilas y enriqueciéndose con las conversaciones con su maestro Rafael Monasterios, una vez jubilado aquel y vuelto a la ciudad que lo vio nacer para cumplir en Barquisimeto su jornada final. Entonces, el bar – restaurant del Hotel La Francia, frente al Teatro Juares, era el centro de reunión por las tardes, las mismas que cobraron especial vigor, junto a un huésped de honor, el sobresaliente plumillista, Alejandro Sánchez Felipe, quien por espacio de un poco más de un año, estuvo en Barquisimeto, siendo por su condición artística incluido en aquella especia de cofradía, integrada por Ramón Díaz Lugo, Hernán José Álvarez Álvarez, quien asimilaría en alto grado la maestría de Sánchez Felipe, el maestro Alejandro Sánchez Felipe y el guitarrista Carlos Torres. Luego seria, con la presencia de Rafael Monasterios antes de mudarse a Santa Rosa, a la casa dibujada por Hernán Álvarez y construida por el arquitecto Carlos Jara Calderón por orden y bajo el patrocinio del Ejecutivo del Estado Lara, cuyas riendas llevaba el Dr. Eligio Anzola Anzola, el mismo que le restituyó el importe económico de la pensión del maestro Antonio Carrillo, el autor de “Como llora una estrella”, que le había sido reducido a su mínima expresión, por los adulantes de la dictadura perejimenista al haberse negado a tocarle al dictador y luego del 23 de enero de 1958, el Dr. Anzola la restableció, así como tuvo a bien, que la Gobernación de Lara patrocinara la publicación del libro “Sol en las Bardas” del escritor, periodista, poeta, crítico literario y artístico, Eligio Macías Mujica, quien se desempeñó como Cronista Oficial de Barquisimeto hasta el momento culminante de su existencia.

Indudablemente, Ramón Díaz Lugo, vivió momentos emocionantes y emocionados a lo largo de su vida, acompañó a su padre a la inauguración de Radio Barquisimeto el 20 de enero de 1938, y frecuentaba con él la retratas de la Orquesta Mavare y la Banda del Estado Lara, presenció los ensayos del Jazz Band Unión, una de las primeras agrupaciones jazzísticas de Venezuela, como lo refiere Simón Balliache (1997), en su obra “Jazz en Venezuela”. Por otra parte participó en las presentaciones de la agrupación que el maestro Franco Medina había conformado con sus discípulos, hizo algunas presentaciones como violinista solista. Fue profesor de la Escuela de Artes del estado Lara, cuando esta funcionaba frente a la Plaza Miranda, en la sede llamada Palacio de Bellas Artes y vio nacer en 1954 el Salón Julio T, Arce, que tantos artistas plásticos nacionales de primer orden reunió en su convocatoria anual. Tuvo amistad, con el francés André Mousquez, jefe de decoraciones de la reputada firma Amueblamientos Lindob, quien trajo a Barquisimeto a la distinguida artistas húngara Eva Lote de Brinzey, que elaboró el llamativo mural en alto relieve en su estilo de reminiscencias greco-romanas para el edificio de los Hnos. Giménez en la esquina noroeste de la Av. 20 con la calle 36, los caballos en bronce para el Banco de Fomento Comercial de Venezuela en 1952 y el mural del salón de baile del Country Club.

Hernán Álvarez, Ramón Díaz Lugo y su discípulo Armando Villalón.

La labor pedagógica de Ramón Díaz Lugo, desde las clases que impartió en el Palacio de Bellas Artes, se materializaron igualmente en el Pedagógico de Barquisimeto y más tarde en el IUTAEB, dio clases en institutos de secundaria y paralelamente, en su casa que se convirtió en remanso de las inquietudes artísticas que supo encausar sabiamente, en aquellos que sentían el llamado del arte y comenzaban sus primeros trazos en el lienzo, porque otros buscaban afinar sus destrezas, como Armando Villalón, quien subraya siempre la guía ductora del maestro Ramón Díaz Lugo, como una etapa crucial en su vida artística, pues de allí parte la ruta ascendente del pintor de la brumas que en España desarrolla el aquilatamiento de sus conocimientos, gracias a su talento insoslayable e igualmente a la base adquirida en la academia de Díaz Lugo. Entre los discípulos que pasaron por los espacios de su casa, por demos citar a Carlos Sosa Rodríguez, Cesar Alvarado, Juan José Colmenárez, Leslie Mendoza, Juan Carlos Camacaro y Castor González, entre muchos otros.

La vida de Ramón Díaz Lugo, transitó por el camino del arte, de la sublimidad del espíritu humano, disfrutando ese romanticismo ingenuo de aquel Barquisimeto pequeño bucólico y gentil, supo adaptarse a los nuevos tiempos, al advenimiento de nuevas corrientes musicales y siempre buscó la significación de las nuevas corrientes artísticas desde la perspectiva de la evolución de las artes plásticas y sus principales autores, cuya prolongación, daba por resultado aquel o cual tendencia expresiva, dado su profundo conocimiento, por lo cual su conversación era siempre edificantes, aleccionadora y admirable. En 1997 promovimos, una serie de actos en su honor y en consecuencia fue distinguido con la Orden Juan Guillermo Iribarren y Orden Dr. José Ángel Álamo, además de celebrarle la conquista del premio Rafael Monasterios que anualmente confería la extinta Fundacultura el Día del Artista Plástico. Los ojos del maestro se cerraron para siempre en su vuelo seráfico hacia la eternidad, el 13 de octubre del año 2011, dando paso a la prolongación de su nombre en cada uno de los lienzos por él pintados, impregnados de esa carga emotiva de la geografía interiorana tan sencilla como expresiva.

Cien años de la chispa que encendió un latir, un reencuentro con el maestro Ramón Díaz Lugo y su obra el próximo sábado 10 de febrero en el Ateneo de Cabudare

Ahora, todo ese acontecer se volcará en el Ateneo de Cabudare el próximo sábado 10 de febrero a las once de la mañana, cuando tendrá lugar la inauguración de la muestra antológica del maestro Ramón Díaz Lugo, gracias a la iniciativa de uno de sus discípulos, el Prof. Castor González, quien a su vez ofrece las 24 piezas de su colección. Esta exhibición, reúne obras de diversos formatos y técnicas de Díaz Lugo, tanto de la colección de Armando Villalón, como de quien les escribe. De tal manera, que la convocatoria, es para disfrutar de la oportunidad que ofrece el Ateneo de Cabudare, para reencontrarnos con el arte del maestro Díaz Lugo y con su pensamiento artístico, reencontrarnos con nuestro espíritu a través del goce inefable de la fantástica creatividad humana, que en este caso prolonga las atmosferas de Rafael Monasterios, su mensaje y esa dramática psicología de las lívidas atmosferas del semiárido larense, cuya luminosidad es incomparable.

Barquisimeto, domingo 04 de febrero de 2024.

Fuentes Consultadas:

•         Brito, I. (1999, mayo 31) Magnifica Prolongación de la Huella de Monasterios. El Informador, p. 1C. Barquisimeto. Venezuela.

•         Herrera, Y. (2005, mayo 25) El Arte es el Lenguaje que le Habla al Alma. Revista Okey de El Informador. Año II. Número 116. p. 8 y 9. Barquisimeto. Venezuela.

•         Brito, I. (1997, agosto 10) Exitosa la Exposición Colectiva Todos por Uno. El Informador, p 2B. Barquisimeto. Venezuela.

•         Brito, I. (s/f) Ramón Díaz Lugo, Semblanza de un Maestro. Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado. Barquisimeto. Venezuela.

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