Donald Trump y su gente están intensificando sus esfuerzos por humillar —y tal vez destituir— a los miembros del Partido Republicano que consideran desleales al expresidente y rechazan su afirmación falsa de que le robaron las elecciones del año pasado.
La representante Liz Cheney, tercera en la jerarquía republicana en la cámara baja, corre peligro de ser degradada por sus cuestionamientos a Trump. El senador Mitt Romney, otro de los pocos republicanos que critican a Trump, fue abucheado el fin de semana en una conferencia de los conservadores y tuvo que recordarle al público que no hace mucho fue el candidato presidencial de su partido.
Y en Texas, el único candidato republicano abiertamente antitrumpista en una votación especial por una banca vacante en la Cámara de Representantes terminó en el noveno peldaño.
Trump dejó la presidencia cuatro meses atrás con su reputación manchada por una insurrección de partidarios suyos que tomaron el Congreso en un esfuerzo por impedir la certificación de la victoria del candidato demócrata Joe Biden en las elecciones de noviembre. Los últimos acontecimientos, no obstante, indican que resurgió de las cenizas y mantiene el control del Partido Republicano, en el que quienes se resisten a seguirle la corriente con sus falsedades se encuentran a la defensiva. /JU
Foto: AP News