La incertidumbre sobre la candidatura de Mulino se despejó apenas dos días antes de las elecciones, cuando el Tribunal Electoral autorizó su postulación, permitiendo así que tres millones de ciudadanos participen en unos comicios en los que también se renovará el Legislativo unicameral, alcaldías y cientos de cargos locales.
Mulino, quien reemplazó al expresidente Ricardo Martinelli por su inhabilitación debido a una condena por blanqueo de capitales, lidera las encuestas y cuenta con el respaldo de una parte de la población que aún concede al exmandatario.
El exministro de Seguridad aventaja a los otros candidatos en preferencias, con una ventaja de 20 puntos sobre los aspirantes que se disputan el segundo lugar. El proceso electoral tiene lugar en un momento en que el país enfrenta desafíos económicos, incluyendo el cierre de la mina de cobre de la canadiense First Quantum Minerals y la sequía generada por el fenómeno de El Niño, que ha reducido el tránsito de barcos por el Canal de Panamá.
La economía panameña, que experimentó un crecimiento del 7,3% el año pasado, se prevé que apenas crezca un 2,5% en 2024, según el Fondo Monetario Internacional. Además, se enfrenta a problemas fiscales, inseguridad y descontento social por sospechas de corrupción.
La creciente migración por la jungla del Darién, en la frontera con Colombia, también representa un desafío, con más de medio millón de personas cruzando la frontera el año pasado. Los candidatos, incluido Mulino, prometen abordar estos desafíos económicos y sociales, ofreciendo propuestas para reactivar la economía, generar empleo y combatir la corrupción.
El resultado de estas elecciones tendrá un impacto significativo en el futuro de Panamá, ya que el próximo líder se verá obligado a enfrentarse a retos económicos urgentes y a la necesidad de restaurar la confianza en las instituciones del país.
AP