Lo que bien empieza, bien puede andar, desarrollarse y concluir.
De óptima manera han comenzado las cosas para Orlando Arcia durante su recién abierto ciclo con Rockies de Colorado, tras cuatro años como compañero de Ronald Acuña, hijo, en Bravos de Atlanta, según lo refiere el portal “Meridiano”.
Previo a la jornada de este martes 3 de junio, el campocorto, nativo de Anaco y beisbolísticamente formado en Cantaura, en tres partidos con los rocallosos exhibía 3 imparables, 1 cuadrangular solitario, 1 base por bolas, sin ponches, .333 en promedio de bateo, .400 en porcentaje de embasado, .667 de slugging y 1.067 de OPS.
Pese a todo
Esa línea de producción ofensiva bajó, porque en el duelo ante Marlins de Miami se fue de 4-0; sin embargo, un jugador de su experiencia, siendo parte de altos logros grupales, si mantiene el enfoque, de seguro encontrará alternativas para brindar su aporte en pro de la victoria, y vaya que los Rockies necesitan muchas, mejorar el fatal ritmo que signa su 2025.
A eso se dedicó este martes el hermano menor de Oswaldo, con una intervención defensiva que incidió en el eventual marcador final a favor de Colorado.
Cuando la partida transitó por la baja del quinto episodio, los peces mayameros amenazaron con romper la igualdad a 2 rayitas en la pizarra; ahí el también nativo de Venezuela, Javier Sanoja, sacó boleto como primer bate del tramo, y avanzó a la intermedia tras toque de sacrificio por parte de Xavier Edwards.
Posteriormente, a Jesús Sánchez, toletero zurdo, le quemaron el bate con una recta de cuatro costuras que bajó a 98.2 millas por hora, la bola salió “enflaysada” hacia su banda contraria, por lo que en su rotación iba contrario a las agujas del reloj. Ese efecto en términos criollos se conoce como “enyoyada”.
La pelota estuvo siempre en el cuadro, pero muy lejos del tercera base, Ryan McMahon, y distanciándose del único defensa que podía llegarle, precisamente Orlando Jesús, que, de modo raudo, terminó lanzándose cual chapuzón para capturarla, y así marcó el segundo out, de una entrada que pudo significar aunque sea 1 carrera para los Marlins.
Si esa bola picaba era demasiado difícil que Sanoja no pisase el plato; no ocurrió, persistió el empate hasta la octava, cuando la visita marcó, para imponerse 3×2, onceavo lauro para los Rockies por 50 caídas, el más deficiente de Grandes Ligas (RG).