Por: Daniel Delgado
Una de las evidencias más contundentes del cambio climático, es el aumento de las temperaturas, que según las predicciones de los expertos van a tender más al alza que a la baja. Es por ello por lo que se le conoce también como Calentamiento Global. En Europa podríamos estar experimentando uno de los veranos más calurosos de los últimos tiempos, con temperaturas que ya llegan con mucha facilidad a 50 grados Celsius. En estas condiciones climáticas el calor mata, literalmente.
Pero la preocupación ahora también la trasladamos a ese otro hábitat que por tratarse de agua no consideramos que pudiera estar padeciendo de los efectos de este calentamiento: los océanos. Es un hecho que el mar también se está calentando y con ello son muchas las especies que se están viendo afectadas. Por otra parte, estamos experimentando una pérdida acelerada de arrecifes y corales que son una parte importante de la cadena alimenticia de la vida marina.
Un estudio elaborado en 2015 por el Grantham Institute concluye que, si la misma cantidad de calor que se ha añadido entre 1995 y 2010 en los primeros 2 km de profundidad de los océanos se hubiera añadido a los 10 km inferiores de la atmósfera, la temperatura de la Tierra se habría incrementado en 36ºC. Por tanto, los océanos nos han protegido de los peores efectos del cambio climático. Pero hay una gran incertidumbre sobre su capacidad para absorber dióxido de carbono en el futuro. Si los océanos han sido hasta ahora nuestros mejores aliados, en el futuro inmediato existe el riesgo de que empiecen a cobrarnos la factura: una gran parte de las emisiones que hemos generado desde comienzos del siglo XX, ahora almacenadas en los océanos, puede regresar a la atmósfera.
Se conoce que los océanos albergan hasta 1 millón de especies diferentes. El aumento de la temperatura puede provocar la migración en masa de muchas de ellas, y con ello una homogeneización de la biodiversidad a escala planetaria. Según los científicos, esto implicaría la disminución del número de especies en las regiones de aguas más cálidas y un drástico aumento en las regiones más frías alrededor de los polos. Este cambio podría tener un impacto muy grave sobre la pesca y la acuicultura en todo el mundo.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura calcula que actualmente el pescado representa el 20% del aporte de proteína animal para unos tres mil millones de personas. “Junto con el crecimiento demográfico, la mala ordenación pesquera y el aumento de las exportaciones de pescado, los cambios en la fauna piscícola local pueden tener gravísimas consecuencias para la seguridad alimentaria, especialmente en los países costeros pobres donde muchas personas dependen de la pesca para su sustento diario”.
El deterioro de los ecosistemas de los arrecifes de coral afecta también a la protección de las zonas costeras, a la pesca y al turismo. Aunque los arrecifes de coral representan solamente el 1% de la superficie de los océanos, hasta el 25% de las especies marinas dependen de ellos. “Sin una drástica reducción de las emisiones de dióxido de carbono, para el año 2050 casi todos los arrecifes de coral del mundo habrán estado expuestos a un nivel de acidificación tal que prácticamente no tendrán la capacidad de formar calcio y seguir creciendo”, advierte la ONU.
¿Por qué se calientan los océanos?
A partir del inicio de la Revolución Industrial, hace unos cientos de años, los seres humanos hemos quemado cantidades ingentes de combustibles fósiles, hemos talado enormes extensiones de bosques y han realizado muchas otras actividades que bombean a la atmósfera terrestre dióxido de carbono que atrapa el calor. En respuesta, el planeta se ha calentado.
Solo un 1 % de todo ese calor atrapado ha permanecido en la atmósfera, pero ha tenido un efecto enorme, ya que ha calentado el aire junto a la superficie de la Tierra una media de 0,6 °C en los últimos dos siglos. La mayor parte del resto del calor atrapado ha sido absorbido por los vastos océanos del planeta. Desde la década de 1970, los océanos han absorbido más del 90 % de todo el exceso de energía térmica atrapada por el CO2.
Los científicos predicen que los océanos más cálidos fomentarán que las tormentas como los huracanes y los ciclones tropicales sean más intensos en el futuro, aumentando la probabilidad de que alcancen la categoría 4 o 5 en la escala de fuerza de las tormentas Saffir-Simpson, acelerando la velocidad a la que se intensifican y aumentando la probabilidad de que liberen enormes volúmenes de lluvia.
El Mediterráneo se incendia
Joaquim Garrabou, ecologista de conservación marina del Instituto de Ciencias del Mar de España se refirió a lo que está sucediendo con los mares con esta frase: “Es como tener un incendio forestal en un hábitat marino. Lo que está sucediendo es bastante drástico”, expresó en una entrevista para la revista científica Global Change Biology.
No obstante, como explicó Garrabou, a diferencia de la destrucción evidente que acompaña a un incendio forestal, la superficie tranquila del mar contradice la conmoción que ocurre debajo y muestra pocas señales externas.
Aunque pequeño, si se lo compara con los grandes océanos del mundo, el mar Mediterráneo alberga entre el 7 y el 10 % de todas las especies marinas, muchas de las cuales no se encuentran en ninguna otra parte de la Tierra. “El permanente aumento de la temperatura del mar está ocasionando una lamentable pérdida de la biodiversidad en nuestro Mar Mediterráneo”, afirmó el experto. Agregó que los mariscos que se extraen de esa abundancia biológica sirven para mantener a gran parte de los 400 millones de personas que viven en la región.
Mar de plásticos
Según la ONU la basura campa a sus anchas por los océanos de nuestro planeta. “Cada año se producen más de 400 millones de toneladas de plástico en el mundo y solo un 9 % se recicla. Un 80 % aproximadamente de los desechos que llegan al mar son plásticos”.
El investigador Andrés Cozar Cabañas, catedrático del departamento de Biología de la Universidad de Cádiz (España) afirma la cantidad de basura que llega a los mares tiene mucho que ver con el tamaño de los países. “Cuanta más costa tengan y más población, más residuos acaban en el mar. También depende de la normativa al respecto que tengan los diferentes países. En los mapas con los que trabajamos vemos como hay mucha basura que entra desde los ríos y eso ocurre en zonas muy desarrolladas como Bélgica, Holanda, Reino Unido (…) El noroeste de Europa en general”. De sus afirmaciones se deduce que a pesar de que hay países donde el nivel de gestión es “alto”, no son capaces de contener el vertido de basura al mar.
Cabe recordar que cada año más de un millón de aves y más de cien mil mamíferos marinos mueren como consecuencia de todos los plásticos que llegan al mar.
Foto: AP