Duermen en plazas, enfrentan el hambre, se enferman, piden colaboraciones, gastan hasta casi 300 dólares en logística, pero llegan. Es la historia de las familias larenses que tienen que trasladarse hasta la cárcel de El Dorado en el estado Bolívar, combatiendo dificultades por más de 24 horas.
Y es que la decisión de partir en semejante travesía para ver a un prisionero llega una vez cada cuatro meses e incluso, hasta un año para algunas personas, quienes principalmente por motivos económicos ven frenadas las intenciones de verlos de manera más frecuente.
EL INFORMADOR consultó historias de diferentes madres y esposas de reos que fueron trasladados a uno de los recintos penitenciarios “más seguros” del país, pero que se ha convertido en uno de los más complicados de llegar desde el estado Lara, todas, aunque prefirieron mantenerse en anonimato, narraron sus vivencias.
Una de ellas, expresó que en su último viaje tuvo que conseguir todo el dinero en efectivo para garantizar poder llegar a su destino, tras diferentes advertencias que le indicaban que en el oriente del país la mayoría comercializa y paga sus deudas de esa forma.
La ruta acostumbrada de los grupos de familia inicia en Barquisimeto, partiendo hasta Valencia y de allí, a San Félix, donde después con suerte deben conseguir un autobús que se dirija a Tumeremo y con un poco más de fortuna, subirse a otro que salga para El Dorado, localidad del municipio Sifontes de Ciudad Bolívar.
Largas horas
Cuentan que en solo las 24 horas de viaje, tienen que cohibirse de comprar agua o comida, con el cansancio acumulado y los incómodos asientos de los autobuses deben encontrar las horas para dormir.
Los días de visita son tres, viernes, sábado y domingo, por lo que deben estar llegando al pueblo el un día jueves, para pernoctar en una plaza de la localidad, eso en caso de no haber solicitado asilo en iglesias del lugar, que en ocasiones las rechazan por no tener un permiso de algún templo larense, aseguran.
Con un saco, dos bolsas y un morral con todo lo necesario que tienen que llevar encima, el temor de ser víctimas del hampa se apodera de más de una de ellas, en algunas ocasiones llueve y tienen que buscar un techo donde refugiarse.
En el equipaje deben transportar alimentos primordiales como sal, azúcar, harinas, arroz, pasta, granos, aceite y productos como el papel higiénico, jabón, desodorante, crema dental, afeitadoras, y lo más fuera de lo común, cremas para sarna, que muchos prisioneros usan para combatir el contagio de enfermedades en la piel por el presunto hacinamiento.
Las tres visitas que deben realizar son también seis viajes en lancha hasta la cárcel, los cuales deben cancelar solo en efectivo, en total, señalan que hoy en día están gastando un aproximado de más de un millón de bolívares en pasajes desde que parten de la región crepuscular hasta el oriente del país.
En cada momento que pisan tierra después de cruzar el pequeño rio, deben hacer una cola de hasta siete horas, dependiendo de la cantidad de personas que se encuentren de visita en esos días, aguantando que algunas mujeres “locales” se coleen o no muestren respeto.
Más de 100 de Lara
En junio, el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) denunció mediante fuentes familiares la muerte de dos prisioneros procedentes del estado Lara, los cuales tenían un delicado estado de salud por un supuesto dengue hemorrágico, la situación alarmó al resto de las familias.
Hoy se calcula que existan más de 100 prisioneros de la región después de un último traslado que presuntamente realizaron las autoridades de la cárcel de la Comunidad Penitenciaria de Fénix en el mes de septiembre.
Sin embargo, el viaje de 24 horas para las familias es esperanzador después de tanto tiempo sin ver a su ser querido, al llegar y hablar con ellos caen en cuenta de la situación en la que viven, cuentan, que se ven obligados a tomar agua del Río Cuyuní, que rodea la infraestructura del penal.
Aunque los encarcelamientos de reos en cárceles de otros estados suele ser normal, más de una persona ha solicitado el traslado de regreso a Barquisimeto para su familiar por motivos de seguridad, situación económica y de salud, sin embargo, las cartas dirigidas a las autoridades del lugar no tienen efecto y las travesías contracorriente continúan.
Enmanuel De Sousa
Diseño: Ginneth Gutiérrez
Fotos: Cortesía