Reseña de La Añoranza/ Iván Brito López < El Informador Venezuela
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Reseña de La Añoranza/ Iván Brito López

La Veragacha: Pincelada del folclore urbano del Barquisimeto de ayer

Hoy vamos a rememorar a la loca Isidra, que en el cognomento popular de otros tiempo llamaban la Veragacha, y el recuerdo es propicio para rememorar igualmente las palabras del siempre y gratamente recordado periodista, locutor, poeta, escritor y gran institucionalista Manuel Felipe López, de quien traemos hoy a colación la figura amenazante de la Veragacha, en la nostálgica evocación, que en 1985 realizó este hombre fuera de serie, con motivo de los treinta años de la Fundación Sociedad Amigos de Barquisimeto (FUNDASAB), en la actualidad prácticamente extinta, un magnífico discurso que como mágica aura luminosa hizo resplandecer la cena de gala por tan memorable ocasión.

Para referirse a este y otros personajes del Barquisimeto de ayer, Manuel Felipe López se valió de los versos de Gustavo Rojas, que a decir del orador, “…un barquisimetano escondido en las paredes de adobes y calicanto de su lar tranquilo, que añora esa época y los ojos se le ablandan cuando hace sus referencias. Él de cantó con candoroso acento y música de palabra a la Laguna de la Mora, a los personajes populares como la Loca Isidra, cuya vara cuántas veces tocó furiosa nuestras magras espaldas, el Guachirongo bebedor empedernido de triquilín; al simplón, un tonto popular simple como su apodo; y a Hilarión el que cambiaba un grito por un “palo de cocuy 56”, grito que rasgaba la siesta del lar tranquilo o prendía en el Ángelus un broche encendido de alegría, estos locos queridos porque el pueblo los quería, encontraron eco en los versos de Gustavo Rojas…” La estupenda introducción que hace Manuel Felipe a los versos del poeta no podía ser mejor. Veamos pues esta lirica expresión popular como añoranza silente que anuncia un pretérito que se fue:

Por la Plaza de Villegas

anda anciana y loca Isidora

con una luna que canta

con una luna que llora.

Por la Plaza de Villegas

¿Qué buscas loca Isidora?

con esa luna que canta

con esa luna que llora?

Mis lunas tenían espejos

dice la loca Isidora

mis lunas tenían espejos

en las aguas de La Mora.

Mis lunas no se conforman

con perder así un espejo

quieren que llame a los muertos

quieren que llame a los viejos.

Mano Lucas carretero,

sale de tu tumba ahora

y trae tus bestias en pelo

que bebieron en La Mora.

Y aquella mula de espanto

llamada la “Mula Coja”

y la Llorona en sus llantos

que también bebió en La Mora.

De sus aguas bebieron los caleros

y vendedores de pastos

y las brujas que en su orilla

echaban rondas de bastos.

También bebió ña Martina

Guachirongo y el Simplón

y en el vaivén de sus ondas

grabó su grito Hilarión.

Ellos venían a La Mora

como yo también venía

ellos cargaban sus lunas

como cargo las mías.

Ay mis lunas que bajaban

la que llora y la que canta

una de pollera azul

una de pollera blanca.

Como eran pasos de luna

todas bajaban descalzas

con su silencio de nubes

con su silencio de garzas.

Si yo encontrara un vecino

va repitiendo Isadora

si yo encontrara un vecino,

un vecino de La Mora.

Vecino de “Marinero”

Del “Gato Negro” y “La Aurora”

digan dónde está ese espejo

que anda añorando Isadora.

Fantasmas de los caleros

y vendedores de pastos

y las brujas que murieron

que echen sus rondas de bastos.

Que echen sus rondas de bastos

a ver si encuentran “La Mora”

amiga de Luis “El Sapo”

y de “la loca Isadora”.

Isidra, era el nombre de aquella enajenada mujer, que Eligio Macias Mujica dejó retratada en su obra “Sol en las Bardas” y que se publicó luego de su fallecimiento con un formidable prologo del Dr. Alberto Castillo Arráez. Allí, su autor el segundo cronista oficial de la ciudad, expresa que nadie supo el apellido de Isidra y de una manera delicada nos deja escrito: “…Los locos, como los religiosos y los grandes artistas, pierden el apellido” y seguidamente responde con una interrogante: “…¿Será porque están más cerca de Dios, que tampoco tiene apellido?…”

Temeridades, chanzas, travesuras arriesgadas fueron de los muchachos de antaño la osada proeza tras el grito

          –  “Veragacha”!  “Veragacha”!

Cuyo funesto furor sólo se vio apaciguado ante la presencia de la Divina Pastora, mientras como embelesada queda fija su mirada en la venerada imagen mariana, como si un as de luz divina le iluminase el entendimiento.

La Señora Lucia Saldivia, no refirió en una oportunidad, que Isidra era apreciada por su padre Miguel Tomas Saldivia y ésta a su vez, le respetaba y cuando murió aquel, la “Veragacha” hizo acto de presencia en el velatorio con la luctuosa reverencia ante féretro del fallecido.

 En la Reseña de la Añoranza de hoy nos parece que es menester de la impronta del Barquisimeto que se fue, testimoniar esas figuras populares que llenaron un buen trecho de aquel pueblo bucólico y gentil, de calles empedradas y lindo atardecer, de esta tierra de gracia, de tuna y cardonal y alma musical, a fin de robustecer nuestro folklore urbano, pues si bien don Raúl Azparren, tuvo la feliz iniciativa de colocar una lápida de mármol blanco tallada con el nombre de Isidra y el año de su fallecimiento, cuya tumba se encuentra en el ángulo noreste de nuestro antiguo camposanto, es decir, del Cementerio Bella Vista, el cementerio de la 42 como aun lo llaman los barquisimetanos de verdad, así mismo se podría con una inversión relativamente modesta, refaccionar este autentico museo de cielo abierto, este reducto de arte funerario fabuloso.

Rafael Domingo Silva Uzcátegui, describe de su copiosa memoria la figura de la Veragacha, una pordiosera que cargaba una larga vara a manera de garrocha, trajeada con una especie de bata y un trapo sobre los hombros y colgando de los mismos un rustico morral de cocuiza. Con aquella estampa deambulaba tranquila por las angostas calles de aquel Barquisimeto, hasta cuando los muchachos lanzaban imprudentes y desafiantes el grito agitador

                         –  “Veragacha”!  “Veragacha”!

y al instante montaban en apresurada carrera, mientras Isidra vara en mano los perseguía furiosa tratando de alcanzarlos con la larga caña brava de allí que el Dr. Juan Ramón Barrios escribiera el merengue La Veragacha:

Ahí viene la Veragacha

tipo simpático y popular

asustando a los muchachos

que hacia el colegio

marchando van.

Recuerdo cuando muchacho

los carrerones que echaba yo

en la esquina del Chingo Ignacio

la Veragacha me envarilló.

Los tiempos que van pasando

tristes nos ponen al recordar,

y se nos van acabando

aquellos tipos de mi cantar.

Hilarión y la Yegua

María la Loca y el Gavilán

el Zamuro y el Pirrango

allá en el cielo riendo estarán.

De la Veragacha no hay fotografía era muy arisca para esas cosas, en el velatorio de Miguel Tomas Saldivia se le hizo un par de fotografías que lamentablemente fueron destruidas según me contó la señora Lucia Saldivia, sin embargo don Raúl Azparren siempre aferrado a la tradición, tuvo la feliz iniciativa en 1960 de encargarle a su amigo y artista del pincel el maestro Trino Orozco, dos cuadros de mediano formato uno de Pablera y otro de la Veragacha que tenemos a bien mostrar el último en esta entrega de hoy y con lo cual fue perpetuada aquella mítica figura popular del folklore urbano de la capital del estado Lara.

Seguramente Raúl Azparren, tan acucioso de nuestra menuda historia como lo develan los diversos libros que publicó sobre nuestro terruño, debe haber reunido las descripciones que sobre la Veragacha se habían hecho, para que el maestro Trino Orozco, pudiese mover lo engranajes de su imaginación, para sí poder logrado plasmar en el lienzo tan característica obra.

Por ejemplo Silva Uzcátegui, cita la descripción que sobre la Veragacha hizo la señora de Arroyo: “….con su vara al hombro marchaba diariamente (…) en expresión de constante atisbo (…) corriendo tras los muchachos (que le gritaban) (…) lo cual la ponía en un estado terrible; con los ojos exaltados la mirada inquieta y la boca contraída por una mueca horrible…”

El final del espacio que le dedica Eligio Macias Mujica en su obra “Sol en las Bardas”, nos hace inferir que la Veragacha murió en un diciembre, ya que culmina su crónica diciendo: “…Se murió la Veragacha, la loca de seda. Y se murió, oh niños de hoy, niños de ayer, la recién pasada Noche Buena. Ella la loca de seda, se fue sin hacer ruido, entre música de villancicos, cuando, para redimir a los cuerdos  –  locos de odio y de anarquía  –    por el éter de los ángeles invisible volaban cantando: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad…”

Barquisimeto, domingo 05 de marzo de 2023

Fuentes Consultadas:

–           López, M. (1985) Discurso pronunciado con motivo de los XXX años de FUNDASAB (No publicado).

–           Macias, E. (1952) Guía Económica y Social del Estado Lara. Editorial Continente. Barquisimeto. Venezuela.

–           Macias, E. (1963) Sol en las Bardas. Imprenta del estado Lara. Barquisimeto. Venezuela.

–           Revista Actualidades (1921) Serie Extraordinaria. Número 2. Caracas. Enero de 1921.

–           Silva, R. (1959) Barquisimeto, Historia Privada y Fisonomía del Barquisimeto de Ayer. Caracas. Venezuela.

–           Suárez, M. / Betancourt C. (1992) Los Rostros de la Virgen Divina Pastora Patrona y Símbolo. Editorial Ex Libris. Caracas. Venezuela.

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