AP- Para ser un estudio de animación revolucionario, Pixar ha sido sorprendentemente cauteloso de la tecnología de avanzada. La empresa podrá ser la punta de lanza de la animación digital, pero por 25 años su ADN espiritual ha sido decididamente nostálgico. Es la nueva escuela de la vieja escuela.
En “WALL-E”, los humanos se han vuelto obesos por un exceso de tecnología y una adicción a la TV de cuyo estupor deben salir. En “Monsters Inc.”, los niños modernos son demasiado indiferentes como para asustarse con los monstruos, lo que lleva a una escasez de gritos. “Cars”, en tanto, predicaba valores provincianos fuera de lo convencional.
La más reciente película de Pixar, “Onward” (“Unidos”), va aún más allá. “Hace mucho tiempo, el mundo estaba lleno de maravillas”, dice el narrador al comienzo. Había criaturas mágicas como duendes, gnomos, elfos y dragones, con poderes especiales. Pero el empecinamiento del progreso, desde las bombillas hasta los aviones y los teléfonos inteligentes, ha borrado la fantasía de la vida. En la ciudad de New Mushroomton, parecida a Los Angeles con suburbios y carreteras, esas criaturas mágicas llevan una vida ordenada y predecible, muy similar a la nuestra, sólo que hay unicornios rebuscando en la basura y hadas con pandillas en motocicletas.
El ambiente es prototípico de Pixar, aun cuando en “Onward” — con sus elfos azules con camisetas de franela y música estilo años 70 y 80 — parece casi una respuesta del estudio al rock progresivo. Esta es una de las películas de Pixar más raras en cuanto a estilo, más similar al juego de rol Dungeons & Dragons y a la exuberancia rockera y nerd de Jack Black que a una típica cinta animada.
“Onward”, escrita y dirigida por Dan Scanlon (“Monsters University”), podría parecer dura de roer al principio, y no es una película la gente vaya a calificar de inmediato como su favorita de Pixar (la mía será “Ratatouille” por siempre). Pero su excéntrica odisea de dos hermanos que se adentran en el pasado fantástico para encontrar su camino de autodescubrimiento, es una adición digna de agregar al canon del estudio. Su mundo es un poco incongruente (uno preferiría no ver al policía centauro), y el retrato de la muerte en la película no está tan bien logrado como en “Up” o “Toy Story 3”. Pero “Onward” logra contar una historia tan tierna y conmovedora que los dejará maravillados con el acto de magia de Pixar.
Ian Lightfoot (con la voz de Tom Holland) es un elfo en la escuela secundaria con los problemas típicos de un adolescente. Está por cumplir 16 años y está lleno de angustia y ansiedad. Su falta de seguridad se vuelve aún más preocupante cuando escucha que su difunto padre, que murió antes de que él naciera, era un hombre impresionantemente audaz. Ian hace una lista de cómo quiere que sea su “nuevo yo” y en el primer renglón escribe “ser más como papá”.
Ian vive con su madre, Laurel (Julia Louis-Dreyfus), y su hermano mayor, Barley (Chris Pratt). Barley conduce una camioneta púrpura destartalada, con un grafiti de Pegaso y un estéreo para casetes, a la que ha apodado Guinevere (Ginebra). Al terminar de ver “Onward” jurarías que alguien le debe dinero a Jack Black.
Ataviado con un chaleco de mezclilla y un brazalete con púas, Barley no parece encaminado a tener un gran éxito en la vida, pero es un hermano cariñoso y entusiasta y un joven apasionado por lo que le gusta. Es un aficionado al juego de rol Quest of Yore, y defensor ferviente de los artefactos del pasado. Para obstaculizar a las empresas constructoras, se encadena melodramáticamente a una reliquia.
La aventura de la película comienza cuando Ian abre un regalo que le dejó su padre (cuya voz hace Bryan Cranston): un báculo y un hechizo que lo regresará a la vida por un día. Ian sólo logra realizar el hechizo a medias y su padre queda convertido en un par de pantalones y zapatos con vida propia. En la carrera contra el sol para completar el hechizo, él y su hermano llevan a su medio papá en una odisea en busca de un cristal para encontrar una segunda oportunidad.
Un par de elfos con un padre medio resucitado es, definitivamente, un territorio extraño incluso para Pixar. Cuando Ian le construye un torso con ropa y lentes oscuros, el efecto se parece un poco al de la película “Weekend at Bernie’s” (“Un muerto… pero de risa”), y a pesar de esto “Onward” funciona. En su búsqueda de un lugar a otro, los elfos despiertan la magia dormida. Presionada por compañías de seguros y reseñas de Yelp, una mantícora (Octavia Spencer) comienza a cuestionarse por qué convirtió su guarida en un restaurante tipo TGI Fridays.
En medio de estos encuentros, Ian se vuelve más valiente; la película no es tan poco convencional. Pero “Onward” da un giro conmovedor y resulta tratarse más del amor entre hermanos que de cualquier otra cosa. Como producto de Pixar, podría ser la primera en lidiar no con las pruebas de la infancia, sino con el peligroso camino hacia la adultez. De cualquier manera, para cuando “Onward” termina probablemente sea la única cinta con una mantícora que te hará llorar.
“Onward”, un estreno de Walt Disney Co., tiene una clasificación PG (que sugiere cierta orientación de los padres) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por algunas escenas de acción y peligro, así como sus elementos temáticos. Duración: 103 minutos. Tres estrellas de cuatro.