Los viajes del papa Francisco, en sus ocho años de pontificado, se han diferenciado de los de sus antecesores porque no han tenido como destino los grandes centros católicos del mundo -Europa, Sudamérica y regiones de África-, sino que ha viajado allí donde los cristianos son minoría.
Tailandia, Emiratos Árabes Unidos, Japón, Corea del Sur.
Ahora es el turno de Irak, en cuya región de Ur se cree que nació Abraham, considerado el padre de las tres principales religiones monoteístas del mundo, y es el hogar actual de una minoría cristiana que está al borde de la extinción debido, entre otras razones, a la persecución de grupos radicales como el autodenominado Estado Islámico.
En lo que ha sido el punto álgido de la visita, que durará 3 días, el papa Francisco se reunió este sábado con el principal líder religioso chiita, el ayatolá Ali Al Sistani.
Para ello Francisco viajó a la ciudad sagrada de Najaf, a unos 160 kilómetros al sur de Bagdad, principal centro religioso de este rama del islam y centro de peregrinación de chiitas de todo el mundo.
El ayatolá es una de las figuras más poderosas del islam y sus fatuas (edictos religiosos) hicieron que muchos musulmanes se movilizasen en 2014 contra el Estado Islámico, con al creación de la Multitud Popular.
En enero de 2019, recuerda la agencia EFE, Ali al Sistani pidió investigar los «crímenes atroces» perpetrados por los yihadistas suníes contra algunas minorías de la sociedad iraquí.
Durante el encuentro, el papa agradeció al gran ayatolá «que levantase la voz en defensa de los más débiles y perseguidos, afirmando que lo sagrado es la importancia de la unidad del pueblo iraquí».
También subrayó «la importancia de la colaboración y amistad entre las comunidades religiosas para que, cultivando con respeto recíproco el diálogo, se pueda contribuir al bien de Irak, de la región y de la entera comunidad».
El viaje pastoral, que comenzó este viernes, es el primero después de 15 meses debido a la pandemia.
La visita ha sido calificada no solo de alto riesgo por cuestiones de seguridad (se estima que al menos 10.000 personas estarán encargadas de la seguridad del sumo pontífice), sino también por cuestiones sanitarias: desde enero, los casos de covid-19 se han triplicado en el país.
El propio papa emérito Benedicto XVI señaló los riesgos del viaje: «Creo que es un viaje muy importante… Lamentablemente ocurre en un momento muy difícil, lo que también lo convierte en un viaje peligroso por razones de seguridad y por covid. Y luego está la situación inestable en Irak. Acompañaré a Francisco con mis oraciones», le dijo al diario italiano Il Corriere della Sera.
A esta incertidumbre se suma el ataque con diez cohetes ocurrido este miércoles contra bases militares iraquíes que alojaban tropas estadounidenses.
El portavoz del Vaticano, Mateo Bruni, señaló que la intención del viaje, más allá del riesgo, es mostrar la cercanía del papa con aquellas comunidades cristianas amenazadas.
Perseguidos por siglos
El viaje de cuatro días, que incluye una misa a campo abierto en una cancha de fútbol, tendrá en su itinerario a las ciudades de Bagdad, Mosul, Erbil, Najaf y Qaraqosh.
Francisco, quien tuvo que aplazar este viaje, siempre ha señalado su intención de visitar la región:
«Pienso constantemente en Irak, adonde quiero ir el año que viene, con la esperanza de que ese país pueda enfrentar el futuro a través de la búsqueda pacífica y compartida del bien común por parte de todos los elementos de la sociedad, incluidos los religiosos, y no retroceder en hostilidades provocadas por los conflictos latentes de las potencias regionales», dijo durante una audiencia en 2019.
Y esa referencia a los conflictos tiene un indicador claro: desde la invasión de EE.UU. a Irak en 2003 y hasta 2019, la comunidad cristiana iraquí se redujo en un 83%.
De más de 1,5 millones de cristianos a apenas 250.000. Se estima que al menos un millón de ellos huyeron a Europa y EE.UU. debido a los conflictos internos originados por la invasión y otros fueron desplazados por los grupos islamistas.
«Es un viaje particular, también para la seguridad, claro. Pero es un gesto de amor a esa tierra, a su pueblo y a los cristianos. Se comprende bajo esa lógica, que no quiere decir perder de vista lo que se hace», anotó.
Pero, ¿cuál es la comunidad cristiana que reside en Irak a la que el Papa visitará y porque está al borde de la extinción?
Y la advertencia más enfática sobre su inminente extinción la ha hecho varias veces el arzobispo de Erbil -una de las ciudades que visitará Francisco-, el reverendo Bashar Warda.
«El cristianismo en Irak es una de las iglesias más antiguas, si no la más antigua del mundo, y está peligrosamente cerca de la extinción. Los que nos quedamos debemos estar preparados para enfrentar el martirio», le dijo Warda a la BBC en 2019.
La presencia cristiana en Irak se remonta casi a la misma aparición de esta religión en la historia: de hecho, son muchas más las localidades y los lugares nombrados en la Biblia que están ubicados en este país los que se ubican en la llamada «Tierra Santa» de Israel y los territorios palestinos.
Su punto de inicio podría ubicarse en el siglo V, cuando en el concilio de Nicea se registró la presencia de obispos de la región de Mesopotamia.
Después vino la creación de la Iglesia Oriental, con fuerte raíces en la zona norte del país, y el establecimiento del monasterio de san Elías en las cercanías de la actual Mosul durante el siglo VI.
En un artículo para The Conversation, Ramazan Kılınç, profesor de ciencia política en la Universidad de Nebraska, escribió que la mayoría de los cristianos iraquíes son étnicamente asirios y pertenecen a la Iglesia de Oriente, una de las tres grandes ramas del cristianismo oriental. «Su idioma para la adoración es un dialecto del arameo, lenguaje en el que supuestamente hablaba Cristo».
El profesor Kılınç agrega que la mayor de estas comunidades asirias pertenecen a la Iglesia Católica Caldea, que reúne a más de dos tercios de todos los cristianos que viven en Irak.
Desde entonces comenzó una lucha por sobrevivir a las constantes persecuciones religiosas y políticas, que han escalado en los últimos cinco años.
El obispo Warda lo resume en una frase ciertamente polémica: «Hay un número creciente de grupos extremistas que afirman que la matanza de cristianos y yazidíes durante estos años ayudó a difundir el islam«, dijo el reverendo iraquí.
Estado Islámico
«Estamos tratando de curar esta herida creada por Estado Islámico», le dijo a la Agencia Noticias Católica el pasado mes noviembre el padre Karam Shamasha, uno de los sacerdotes de la iglesia católica San Jorge, en una aldea cristiana a unos 30 kilómetros al norte de Mosul.
«Nuestras familias son fuertes; han defendido la fe. Pero necesitan a alguien que les diga: ‘Lo has hecho muy bien, pero debes continuar con tu misión'», agregó Shamasha.
Cuando el autodenominado Estado Islámico irrumpió a mediados de 2014 e invadió la ciudad de Mosul, los cristianos fueron uno de los grupos más perseguidos por parte de los islamistas radicales.
Tras el asalto inicial del grupo, que desplazó a más de 125.000 cristianos de sus lugares de origen, muchos líderes consideraron que esta es «la lucha existencial final» para el cristianismo iraquí.
«Nuestros torturadores confiscaron nuestro presente, mientras buscaban borrar nuestra historia y destruir nuestro futuro», expresó Warda.
El reverendo señala que la destrucción por parte Estado Islámico fue tan devastadora que ahora los sobrevivientes no tienen cómo probar quiénes eran y de qué eran dueños.
«En Irak no hay reparación para quienes han perdido propiedades, hogares y negocios. Decenas de miles de cristianos no tienen cómo demostrar que ese ha sido su lugar de residencia y el de sus ancestros por miles de años».
A pesar del desmantelamiento del califato establecido por Estado Islámico y de que su influencia se ha reducido considerablemente, varias células continúan activas -hubo un ataque en Bagdad en enero que dejó al menos 32 muertos- y son incluso una amenaza para el viaje del pontífice, ya que podrían planear un atentado en su contra.
«Están empezando a perder relevancia y eso los pondría de nuevo en la cima. Otros grupos pueden tener algunas restricciones morales. Estado Islámico no tiene ninguna», le dijo al Wall Street Journal Michael Knights, del Instituto de Política de Oriente Cercano de Washington.
En el mencionado artículo de The Conversation, el profesor Ramazan Kılınç indica que entre 2017 y 2019 la administración de Donald Trump entregó ayuda por US$300 millones para reconstruir las ciudades y pueblos critianos de las llanuras de Nínive, norte de Irak, destruidos por Estado Islámico.
Camino a la extinción
Pero los líderes católicos en Irak son conscientes de que su desaparición podría estar cerca en medio de esta situación.
El arzobispo Warda ha llegado a una amarga conclusión sobre lo que depara el futuro.
«Es posible que estemos enfrentando nuestro fin en la tierra de nuestros antepasados. Lo reconocemos. En nuestro fin, el mundo entero enfrenta un momento de la verdad», señaló.
Warda ha sido especialmente crítico de las iglesias en Europa, que considera que no han condenado la persecución con firmeza por miedo a que se las acuse de islamofobia.
«¿Se permitirá que un pueblo pacífico e inocente sea perseguido y eliminado por su fe? Y por no querer decir la verdad a los perseguidores, ¿será el mundo cómplice de nuestra eliminación?», reclamó.
El papa Francisco ha sido enfático al decir que su viaje tiene la intención de evitar que esto ocurra.
«Soy el pastor de personas que sufren«, dijo el Papa a varios medios, el pasado febrero.
Y Warda tiene esperanza de que su visita pueda ser una ayuda en ese camino: «La visita del Papa le hará notar a tanta gente, especialmente a los iraquíes, que hemos estado aquí durante muchos siglos», le dijo hace poco a la Agencia Católica de Noticias.
«Los cristianos hemos contribuido mucho a este país».
BBC-News Mundo
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ZAID AL-OBEIDI