Durante cuatro años, Islandia desarrolló con ánimo experimental una iniciativa consistente en dar a miles de trabajadores una semana laboral reducida de cuatro días.
Hoy el país puede decir que la prueba tuvo un «éxito abrumador», lo que se reflejó tanto en el incremento del bienestar como de la productividad.
El inicio del ensayo fue dirigido por la ciudad de Reykjavik y el Gobierno islandés con más del 1 % de la población activa del país involucrada.
En el proyecto se vieron involucrados 2.500 trabajadores de diferentes sectores, como hospitales, oficinas, escuelas, entre otros, incluidos aquellos con contratos de nueve a cinco y turnos no estándar.
La mayoría de los trabajadores fueron transferidos de una semana laboral de 40 horas a una semana reducida de 35 o 36 horas sin una reducción en su salario.
En los resultados del proyecto piloto, los trabajadores reportaron sentirse menos estresados y manifestaron que su salud y el balance de su vida personal y laboral mejoró.
Los investigadores también señalaron que la productividad se mantuvo igual o se incrementó en la mayoría de los lugares de trabajo.
Desde que se completaron estas pruebas, los sindicatos han negociado patrones de trabajo y en la actualidad el 86 % de la fuerza laboral del país tiene horas recortadas por el mismo salario o tienen derecho a hacerlo.
Will Stronge, director del estudio comentó que «la prueba más grande del mundo de recorte de la semana laboral en el sector público fue, en todos los sentidos, un éxito abrumador».
En este sentido, subraya que el experimento demuestra «que el sector público está listo para ser pionero en semanas laborales más cortas».
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