El tapabocas o la mascarilla que se ha convertido también en norma en los espacios deportivos de varias regiones de España, es obligatorio en la calle desde hace meses, con bastantes dificultades en algunos casos.
«El fin de semana pasado, una de nuestras chicas estuvo a punto de desmayarse porque no conseguía respirar, se mareaba», cuenta César Rodríguez, entrenador de un equipo juvenil femenino de fútbol en Pozuelo de Alarcón, cerca de Madrid.
La situación no es igual para todos. Los profesionales del Real Madrid y el Barça son sometidos a test regulares de Covid-19, y no tienen que cubrirse la nariz y la boca cuando juegan en la Liga Española o en la Champions League Europea. Una suerte de la que no disfrutan los deportistas amateurs.
Las autoridades regionales, competentes en materia sanitaria, han impuesto el uso del tapabocas o la mascarilla en los entrenamientos e incluso los partidos de competición en regiones como Madrid o Andalucía.
La obligación rige a partir de los seis años de edad, como es el caso también en las escuelas.
Ambas regiones han ido así más lejos que el Gobierno Central, que tras imponer el uso del tapabocas o la la mascarilla en la calle en mayo, sólo recomienda de manera voluntaria el uso de la misma entre los deportistas amateurs.
La normativa en estas zonas de España es también más dura que en otros países europeos, donde el tapabocas no es obligatorio para los deportistas aficionados.
TARJETA ROJA A LOS QUE SE NIEGUEN
Otras regiones como Galicia, al noroeste de Madrid, también han impuesto el uso del tapabocas o la mascarilla para los amateurs en los terrenos deportivos, mientras Castilla y León, al norte de la capital, aplica esta medida cuando se trata de deportes en lugares cerrados.
Cataluña no obliga a su uso, mientras Navarra la impone sólo en aquellos deportes «de baja o media intensidad», donde «la frecuencia respiratoria no es muy alta», según un decreto regional.
«Estoy muy en contra» de la medida, advierte Javier Vaquero, jugador de fútbol de Pozuelo, al tiempo que reajusta el tapabocas sobre su rostro.
Y es que al sudar, ésta se pega a la cara e «incluso la visión es diferente, porque no ves por ejemplo hacia abajo». «No sirve de nada», precisa este centrocampista de 21 años, rodeado de muchos compañeros que llevan la mascarilla por debajo de la nariz, y se la apartan sin dudarlo un instante cuando quieren escupir.
En la región de Madrid, los jugadores amateurs de fútbol que se nieguen a llevar el tapabocas en un partido se exponen a una tarjeta amarilla, y a una roja si persisten en su negativa, según el reglamento de la federación regional, que por cierto retrasó el inicio de las competiciones amateurs a mitad de noviembre.
LOS MÉDICOS A FAVOR
Pese a la incomodidad manifiesta, Sara Ginés, jugadora amateur de básquetbol de 27 años en el Club Olímpico 64 de Madrid, prefiere «jugar con el tapabocas antes que no jugar».
«No tenemos los recursos que tienen los equipos profesionales, y no queremos contagiarnos ni contagiar a nuestros familiares», explica.
Para esta jugadora, la parada de las competiciones, y su postergación desde hace meses por la pandemia del Covid-19, es lo más difícil de soportar. «Si pudiéramos jugar con mascarilla, lo haríamos», resalta.
En uno de los países más afectados por la epidemia, los médicos defienden la medida.
El doctor Pedro Manonelles, presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte, defiende el uso del tapabocas por dos motivos «inherentes» a la práctica deportiva: «la proximidad entre los deportistas» y «la ventilación», es decir la cantidad de aire que se expulsa y que, en caso de estar infectado el deportista, puede contagiar a otros.
Incluso, este médico se muestra favorable a su uso a nivel profesional. «La evidencia que tenemos actualmente es que se puede hacer deporte de alta intensidad utilizando la mascarilla, sabiendo que crea en algunas personas más molestias que en otras», explica Manonelles.
Algunos profesionales han tratado de llevarla vountariamente, como el equipo femenino de básquet de Pozuelo, de Segunda División, donde la mascarilla no es obligatoria. Sin gran éxito, eso sí.
Uno de los directivos del club de básquetbol de Pozuelo, Arturo Vera, recuerda así el partido contra el Sevilla a inicios de octubre: «Empezaron con las mascarillas, pero sólo algunas jugaron el partido entero así».
Antonio José Seijas vía Microsoft News