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Eta regresa al mar tras vapulear a Centroamérica

Al regresar los remanentes del huracán Eta a las aguas del Caribe, los gobiernos en Centroamérica trabajaban el viernes para contar a los desplazados y muertos y recuperar los cuerpos de los fallecidos en deslaves e inundaciones que cobraron docenas de vidas desde Guatemala hasta Panamá.

Se necesitarán varios días para que se pueda conocer verdaderamente la magnitud de los daños que dejó Eta. Sus lluvias torrenciales golpearon economías ya estranguladas por la pandemia de COVID-19, dejaron sin nada a los que tenían poco y pusieron al descubierto las deficiencias de gobiernos incapaces de ayudar a sus ciudadanos y que tuvieron que solicitar asistencia internacional.

En Guatemala una brigada del ejército llegó el viernes al lugar donde un deslizamiento de tierra se estima que dejó 150 casas enterradas la víspera. Aún no se había recuperado ningún cuerpo, pero según el ejército más de 100 personas estaban desaparecidas.

En una conferencia de prensa, el presidente guatemalteco Alejandro Giammattei dijo que creía que había al menos 100 muertos en San Cristóbal Verapaz, pero señaló que aún no estaba confirmado.

“El panorama es complicado en esa área”, agregó al señalar que los rescatistas estaban luchando por acceder al sitio.

El viernes por la mañana la tormenta tropical Eta tuvo se ubicaba a 105 kilómetros (65 millas) al este de la ciudad de Belice.

Las lluvias que se extendieron durante una semana echaron a perder cultivos, derribaron puentes e inundaron viviendas en toda Centroamérica. La llegada del huracán Eta el martes por la tarde al noreste de Nicaragua siguió a días de lluvias mientras avanzaba lentamente hacia la costa. Su desplazamiento lento y sinuoso con rumbo norte a través de Honduras desbordó ríos que a su vez inundaron vecindarios en los que las familias tuvieron que subirse a los techos a aguardar a que las rescataran.

Wendi Munguía Figueroa, de 48 años, y nueve familiares se acurrucaban el viernes en el techo de metal corrugado de su casa rodeada de aguas marrones.

“No podemos bajarnos de nuestros techos de las casas porque nos llega el agua al cuello en la calle”, dijo Munguía, que apenas logró dormir unas dos horas el jueves por la noche entre la lluvia intermitente y el frío húmedo.

Munguía aún no había visto botes de rescate ni autoridades. Sus vecinos también se resguardaban en sus techos.

Su casa en La Lima, un suburbio de San Pedro Sula, se encuentra casi a la vera del turbulento río Chamelecón y a poca distancia de la pista del aeropuerto internacional. El vecindario se inundó en 1998 durante el huracán Mitch -que dejó a más de 9.000 muertos en Centroamérica- pero Munguía dijo que esta vez hay más agua.

Había llovido mucho desde el lunes a pesar de que el centro de Eta no ingresó a Honduras hasta el miércoles. Anticipándose a las inundaciones, la familia de Munguía comenzó a levantar los electrodomésticos y otros artículos del hogar, pero el agua entró como un torrente el jueves por la mañana.

“En 10 minutos ya se había llenado mi casa”, dijo. “No pudimos salir por ningún lado porque ya estaba todo lleno de agua”.

Francisco Argeñal, meteorólogo en jefe del Centro de Estudios Atmosféricos, Oceanográficos y Sísmicos, dijo que habían caído hasta 20 centímetros de lluvia en los últimos dos días en algunas áreas.

El número de muertos en Honduras aumentó al menos a 21 personas el viernes, de acuerdo con las autoridades locales, pero la agencia de manejo de emergencias del país informó sólo ocho.

“Sabemos que hay muchas personas muertas, las hemos visto, pero hasta que no recibamos información de carácter oficial no podemos certificarlo», explicó Marvin Aparicio, jefe del sistema de comando de incidentes de la agencia. “A medida que pasan las horas vamos a empezar a ver, muy a nuestro pesar, algunos cuadros dantescos de personas encontradas fallecidas”, agregó.

El gobierno hondureño estima que más de 1,6 millones de personas se han visto afectadas por Eta y que pese a los rescates en San Pedro Sula y La Lima, la necesidad es grande y los recursos limitados.

«Yo diría que la capacidad nacional se ve superada ante el tamaño de lo que estamos viendo del impacto”, dijo Maite Matheu, directora en Honduras de la organización internacional de ayuda humanitaria CARE. El grupo estaba utilizando su red de contactos en el país para identificar las áreas más golpeadas y catalogar sus necesidades más urgentes.

El canciller hondureño Lisandro Rosales dijo en Twitter que los «destrozos que nos deja #Eta son enormes y las finanzas públicas se encuentran en un momento crítico debido al COVID-19, hicimos un llamamiento a la comunidad internacional para acelerar el proceso de recuperación y reconstrucción”.

Los observadores anticiparon que el caos generado por Eta presionará a más gente a abandonar los países que han sido una de las principales fuentes de migrantes a Estados Unidos en los últimos dos años.

«Ahorita con esta situación, esto va a ser un éxodo. Éxodo masivo de migrantes hacia el norte”, dijo Matheu.

La madrugada del viernes, la depresión tropical Eta tenía vientos máximos sostenidos de 55 kilómetros por hora (35 millas por hora) y se movía hacia el norte a 13 kph (7 mph). Según el pronóstico se convertiría en tormenta tropical antes de acercarse a las Islas Caimán el sábado y cruzar Cuba el domingo. Desde allí podría llegar a Florida o eventualmente dirigirse hacia la costa del Golfo de Estados Unidos, aunque el camino a largo plazo sigue siendo incierto.

“Lo que sea que salga (de Centroamérica) va a permanecer un rato», dijo Phil Klotzbach, investigador de huracanes de la Universidad Estatal de Colorado. “No estoy convencido de que ya hayamos terminado con Eta”.

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