Tertulias de Café/ Maximiliano Pérez < El Informador Venezuela
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Tertulias de Café/ Maximiliano Pérez

La Venezuela que queremos… ¿Cómo lograrla ?

“Justifica tus limitaciones y realmente las tendrás.”

Richard Bach.

Grandes éxitos han tenido como limitante tan sólo una decisión… la de actuar…

La inacción está determinada por los temores de hacer realidad nuestros sueños y esperanzas. Dicho es del vulgo popular:

“Deseos no preñan”.

Y, esto no es más que la sapiencia del pueblo hecha verbo, en cuanto a que si no actuamos no tendremos los resultados que queremos. La patria grande de Bolívar, cuna saturada de libertadores y de grandes filósofos que plagaron al mundo con sus ideales revolucionariamente democráticos no puede esperar menos de sus hijos, integrantes de la generación actual, que no sea la instauración definitiva de los conceptos y preceptos probos surgidos de la mente de los legisladores que plasmaron en constituciones, leyes, reglamentos, decretos y hasta en tratados internacionales su talento, espíritu, propósito y razón basados en la equidad e igualdad en cuanto a derechos se refiere; sin manipulaciones etéreas, incongruentes e ideologízantes.

Los resultados de los partos de la patria, criados al arrullo del Himno Nacional, formados por maestros y profesores educados bajo aquella asignatura que se denominaba “Formación Social, Moral y Cívica”, tenemos la obligación de mantener y defender las enseñanzas de Simón Rodríguez, Andrés Bello o del maestro de escuela que viaja a lomo e´ mula motivado por la vocación de la enseñanza.

La Venezuela que queremos necesita de sus hijos como la madre que en un momento de su vida tiene problemas y cuenta con un manantial de descendientes profesionales, técnicos y obreros. Todos y cada uno de nosotros debemos cumplir con la imperiosa obligación de consumar nuestro deber a sabiendas de que no existe tribunal más justo que nuestra consciencia. Por tanto, mirando al futuro como quien mira a los ojos de un niño con la grandeza de la dignidad ejercida con lógica, razón y sensatez, debemos asumir la responsabilidad que nos corresponde.

En el país convivimos en una situación ante la cual no es necesario ser dueño de la piedra filosofal para determinarla y no nos corresponde calificarla, pero ante los graves e innegables problemas enfrentados cotidianamente, ante la realidad palpable, con las próximas elecciones se presenta la oportunidad de hacer valer nuestros derechos ciudadanos recordando las palabras del Padre de la Patria, Simón Bolívar:

“Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción.” “El talento sin probidad es un azote” o aquella frase lapidaria: “Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen.”

¡Ojalá! y como consecuencia del limbo de valores en el cual nos encontramos no tengamos que llegar a exigir castigos generalizados que ameriten sacrificios en aras del bien de la República, tal vez con el esfuerzo de todos y cada uno de nuestros conciudadanos no tengamos que llegar a enfrentar la frase siniestra de Sir Winston Churchill cuando exigió del pueblo inglés: “Sangre, sudor y lágrimas”.

Son los líderes quienes tienen que enfrentar las consecuencias de sus errores y, el pueblo tendrá que demostrar que la confianza en sus gobernantes no debe ser ciega y, constituirse en máximo tribunal convirtiendo en acción el verbo del juramento, generalmente utilizado en la exigencia del cumplimiento de deberes y responsabilidades, tantas veces parafraseado: “Si así lo hicieres que Dios os lo premie, si no, que os lo demande”.

“Sembrar el Petróleo” no puede quedarse en la nostalgia del trabajo sin realizar. Nuestra será la decisión y comenzaremos la reconstrucción de la “Tierra de Gracia” …  Venezuela.

La metáfora “Volver al Campo” podría marcar un pronto re-encuentro con nuestras raíces despertando la voluntad de erguirnos en las dificultades; los venezolanos hemos sido ejemplo de solidaridad, hermandad, democracia y de espíritu libertario. Debemos reconquistar la unión de la familia, que somos, logrando bienestar y calidad de vida con el esfuerzo del trabajo creador.

El terruño se emociona y exclama…

SALVE DIVINA PASTORA… ¡APIADATE DE NOSOTROS

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