La contagiosa variante delta ha encendido todas las alarmas en Asia. Países que habían gestionado con éxito la pandemia, ven con temor un nuevo rebrote. De hecho, el Sudeste del continente ya sufre sus estragos con cifras récord de contagios y muertes.
El vasto continente, que ha permanecido casi en su totalidad con las fronteras selladas desde el principio de la pandemia, cuenta en general con un bajo nivel de vacunación comparado con otras regiones del mundo.
China notificó a finales de mayo sus primeros casos de la variante Delta, y a la fecha, contabiliza 144 localidades consideradas de riesgo, incluyendo la ciudad de Wuhan, primer epicentro de la pandemia. Funcionarios chinos aseguran que los brotes son «controlables».
Corea del Sur registra hasta ahora sólo 4.900 contagios de la variante Delta, pero unos 1.900 han sido notificados tan solo en los últimos siete días, lo que sugiere la rápida expansión de la cepa.
Japón afronta desde mediados de julio su cuarta y mayor ola de contagios, causada en 90% por la Delta. El Gobierno amplió hasta finales de agosto el estado de emergencia sanitaria, aunque legalmente no puede imponer confinamiento obligatorio de la población.
En el Sudeste Asiático preocupan las situaciones de Birmania, donde la pandemia convive con una severa crisis política; y de Indonesia, convertida en epicentro mundial del coronavirus.
Malasia y Tailandia alcanzaron este viernes su número más alto de contagios en un día desde el inicio de la pandemia.
En toda esta zona, falla la vacunación, el oxígeno hospitalario y las test de detección.