Yo soy madridista y de Messi. Siempre lo he dicho así. Pelé fue el mejor del mundo hasta que apareció Maradona, y éste hasta que apareció la dupla Cristiano/Messi. El uno sin el otro no hubieran sido tan leyendas como sus antecesores en el podio. Pero que el astro argentino abandone La Liga española como hizo el portugués hace dos años, nos da una pista clara: el fútbol español ya no es la élite del mundo como lo ha sido durante tantas décadas.
Messi abandona el Barça de la misma forma que Sergio Ramos dejó el Madrid, por la puerta de atrás y empantanados en unas eternas negociaciones en las que les echaron un pulso a sus equipos y salieron mal parados. Cuando los dos quisieron rectificar, ya fue tarde. Esto me trae muchas reflexiones.
Primero. A sus edades ya están en el declive de sus carreras, pero no quisieron rebajar sus pretensiones y pidieron contratos de larga duración más allá de lo que sus cuerpos pudieran aguantar. El madridista, no se olviden, pasó el final de temporada en el dique seco por las lesiones.
Tengo ganas de ver cuántos partidos jugará este año en el PSG. Y Messi, aunque mi padre me repita todos los partidos que está acabado, sigue siendo “messi” pero ya no es “el MESSI” y, obvio, cada vez va a ser menos definitorio en los terrenos de juego. En serio que creo que los presidentes han aprovechado la coyuntura para eliminar lastre antes de que sea tan pesado que les impida progresar. En eso Florentino Pérez es un maestro y Laporta un buen aprendiz.
El fútbol es una burbuja que ha vivido hinchada por el oxígeno que insuflaban los aficionados capaces de pagar 150 euros por una entrada de fútbol. Multipliquen eso por 80.000 espectadores en un partido. Colosal. Ese fuelle se cerró y los clubs y La Liga andan buscando, como locos, algo que enchufe nuevo aire. ¿Las televisiones y los fondos de inversión son las soluciones? Creo que son pan para hoy y hambre para mañana.
Y es que nadie quiso bajarse, en la misma medida, las prestaciones que tenían antes de la pandemia. Algunos jugadores se bajaron el sueldo, sí, pero no en la medida de las deudas que iban adquiriendo sus equipos. No los juzgo, pero el que siembra vientos, recoge tempestades.
Por otro lado, escribí hace poco sobre la creación de la Superliga Europea y sigo pensando igual. El problema es que las ligas nacionales, cada vez tienen menos adeptos y, lo que es más dañino, menos telespectadores. Al fin y al cabo, los derechos televisivos son un potente soplo de dinero anual.
Y aquí viene un problema que me parece que nadie habla de él, como se debiera. Los repartos son desiguales. No cobra lo mismo el Madrid que el Elche. ¿Qué se consigue con esto? Que los grandes sean cada vez más grandes y sea más imposible que los pequeños puedan ser, grandes, algún remoto día. Esto crea una desigualdad manifiesta que va en contra de los fundamentos básicos del deporte: la igualdad en la lucha. Sin eso no hay emoción. Y sin emoción no hay ganas de participar, aunque sea sentándose a ver el partido en la pantalla de casa.
Recuerdo cuando mi querida Unión Deportiva Las Palmas fue subcampeona de liga. Había alternancia de equipos en los primeros puestos. Los aficionados podían soñar cada año que ese fuese “el año” del club de sus amores. Ahora, eso no pasa porque los equipos se disputan las migajas: un puesto en competición europea de segunda o, por lo menos, salvarse del descenso.
Real, Barcelona y Atlético se reparten los tres primeros puestos desde la temporada 2011/2012 y, si metemos en el saco al Valencia y al Sevilla, nos tendríamos que remontar a la temporada 2004/2005 que el Villarreal quedó tercero. La última liga que no la ganaron uno de estos tres fue la del Valencia en el 2003/2004. Esto no crea afición. Los jóvenes ya no sienten el fútbol como lo sentía yo a esa edad. Es lo que hay. Yo, madridista reconocido, quería que este año la ganara el Atléti y eso que el Barça intentó debilitarlo, como es habitual, quitándole a su estrella Griezman.
Se han cargado el fútbol los equipos grandes. Cuando un jugador destaca en un equipo pequeño (aquí iría una foto de Pedri para ilustrar) se lo arrebatan con alevosía y abuso de poder. Así no se puede. No hay rivalidad. Me aburren los partidos. Ya no los veo. Si se crea la Superliga y todos los fines de semana tenemos partidos entre el Chelsea, la Juve, el Mánchester, el PSG, Bayer, Madrid, Barça; ¿alguien va a pagar por ver un Eibar-Getafe? Permítanme que lo dude. La Liga, se morirá. La avaricia de los grandes por dominar los campeonatos va a hacer que la gente pierda el interés.
Sé que para combatir esto, las competiciones tienen legislación sobre el Fair Play Financiero. Esa es la razón que se está esgrimiendo para la salida del astro culé de la Masía, que ha sido su casa más de 20 años. Su sueldo excede la masa salarial de la que el club dispone. No se puede hacer fichajes que endeuden a los clubes más allá de lo que puedan pagar. Justo y lógico. Una pena que en Europa no sean tan estrictos con el dinero qatarí con equipos como el PSG, porque me alegro que La Liga haya actuado contra el Barcelona y Messi en beneficio de los que cumplen las normas a rajatabla.
Y repito que si, ahora, se evaporó el fuelle del público en los estadios, imagínense si se pierde el de los derechos televisivos. Me da que voy a cobrar yo más por mis columnas que un delantero de un equipo de fútbol en buena racha.
Luis Alberto Serrano
luisalbertoserrano.wordpress.com
@luisalserrano @MiPropiaLuna