La intolerancia a la lactosa es una patología muy común en adultos, caracterizada por no asimilar de forma correcta este azúcar. La consecuencia es que, al no absorberse, la lactosa irrita la mucosa intestinal, produciendo diarrea, gases, dolor abdominal, etc.
Forma parte de un conjunto de patologías que se denominan enfermedades por malabsorción. La sospecha se produce por la clínica, habiendo muchos grados de intolerancia, desde malestares insignificantes hasta grandes molestias y daños al intestino.
La lactosa es un disacárido, un hidrato de carbono formado por dos monosacáricos: glucosa y galactosa. Este nutriente está presente en los alimentos lácteos y se absorbe a nivel molecular en las células intestinales, los enterocitos. Estas células tienen forma cúbica. En la parte en contacto con la luz intestinal tienen unas prolongaciones llamadas microvellosidades.
El conjunto de las microvellosidades forma una superficie irregular que se conoce con el nombre de ribete en cepillo. Esta superficie es el lugar donde se absorben la mayor parte de los nutrientes.
Algunos nutrientes tienen que romperse en moléculas más sencillas para poder absorberse y pasar a la sangre, como es el caso de la lactosa. Para su absorción es necesario que la lactasa la divida en una molécula de glucosa y otra de galactosa.
La lactasa es una enzima que está localizada en el ribete en cepillo de los enterocitos, la cual está distribuida de forma irregular por el tubo digestivo. Es más abundante en los primeros tramos intestinales, el duodeno y el yeyuno.
La lactasa tiene una actividad máxima al final del embarazo y durante la lactancia. Después disminuye su actividad.
En algunas etnias la actividad de esta enzima disminuye casi por completo al llegar a la edad adulta. Sin embargo, en personas caucásicas esta actividad permanece indefinidamente.
Cuando esta enzima no se sintetiza, la lactosa no se absorbe. Como consecuencia, la lactosa llega al colon, donde la flora bacteriana la fermenta, produciendo grandes cantidades de hidrógeno e irritando la mucosa digestiva. Esta irritación intestinal altera la digestión, produciendo gastroenteritis.
Síntomas
Como resultado de la intolerancia a la lactosa, después de comer alimentos lácteos, la irritación intestinal va a producir:
- Gases.
- Náuseas y vómitos.
- Dolor y distensión abdominal (hinchazón).
- Diarreas acuosas, por un mecanismo de ósmosis.
Los síntomas pueden ser más o menos acusados, en función del grado de intolerancia. Hay personas que no toleran la leche pero sí otros alimentos lácteos como el queso o el yogur. En muchos casos los síntomas son leves y pueden tolerar pequeñas cantidades de leche.
Cuando el déficit es congénito, o aparece en etapas tempranas del desarrollo, los niños pueden sufrir un retraso del desarrollo importante, ya que la leche es un alimento fundamental en su dieta. En estos casos, las consecuencias pueden ser graves.
Con información de Mejor con Salud
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