Hay un efecto Vox en la calle. Hay un efecto que se manifiesta en las intenciones de voto. Querían que Santiago Abascal pasara desapercibido en el debate, y casi lo lograron. Pablo Casado, líder del PP, lo ignoró, como también el presidente en funciones y candidato del PSOE, Pedro Sánchez. Pablo Iglesias, Unidas Podemos, y Albert Rivera, Ciudadanos, cuando polemizaron con el candidato de Vox, no salieron bien parados. En general, querían que Vox no estuviera allí. Porque Vox está en otra parte.
Si Sánchez y Casado se presentaron como voceros del centro, Iglesias y Rivera no llegaban a ser revulsivos. Y tal vez el votante español estaba esperando una posición de ir un poco contra todo. Y eso fue lo que hizo Abascal, aunque los analistas, los expertos, señalan que no sacó a relucir todo el extremismo que le es consustancial. Aun así, y viendo lo que se supone ocurre en las encuestas de última hora, el votante vio en Abascal al dirigente cuestionador. Es un hecho, en España hay un sentimiento contra los políticos, los partidos, y ese votante busca una referencia distinta.
Porque Iglesias no sorprendió. Tampoco Rivera. Iglesias fue menos que el de abril, que ese debate sí que lo ganó. Iglesias intentó marcar una consigna sin éxito, que la Constitución no puede ser una piedra que se le lance a los demás. Nada original. Nada especial. Como tampoco tuvo nada especial el adoquín que sacó a relucir Rivera para referirse a la violencia en Cataluña. Más bien causó risas.
En ese vacío que dejaron Iglesias y Rivera es que entró Abascal. Comenzó el debate un tanto descolocado y lo terminó afirmado. De hecho, cuando polemizó con Iglesias y Rivera, fueron estos y no él quienes no salieron bien parados. Y allí está el punto a favor de Abascal. Es cierto que Casado, Iglesias y Rivera atacaban a Sánchez, pero qué mayor ataque que ignorar a uno que también estaba allí. Ya esa situación lo convertía en la figura del contratodos. Si buena parte del votante español estuviera buscando un discurso de centro y moderado, la opción de Iñigo Errejón y Más País, hubiera cuajado. Pero no ha sido así.
La nota de El País explica que “en España está prohibido publicar encuestas en los últimos días de campaña, pero eso no quiere decir que no se hagan. Los partidos manejan datos de todo tipo y los últimos que llegan, aún preliminares, mostrarían que Vox sigue subiendo después de un debate electoral en el que casi nadie quiso confrontar con Abascal, algo que ha generado intensas discusiones en los partidos”.
La nota agrega que “en teoría, los más perjudicados deberían ser el PP y Ciudadanos, competidores naturales de Vox en la derecha españolista y la extrema derecha. Sin embargo, el reparto de restos en la asignación de escaños también podría afectar a Podemos o al PSOE”.
Ya en el análisis que nuestro analista Ysrrael Camero publicó aquí en el diario ALnavío este lunes, anticipaba lo que otros no veían y ahora si observan: “A efectos prácticos es probable que haya sido Santiago Abascal quien más rédito político saque de este debate, por haber presentado, no sólo sus ideas sino el marco discursivo para pensarlas, de manera más clara. Lo que es particularmente preocupante porque mostró con claridad que sus posturas se acercan al universo reaccionario de Donald Trump, Marine Le Pen, Mateo Salvini, Viktor Orbán y del desastre del Brexit. La naturalización de su opción política, su blanqueamiento, fue sólo el prólogo. Si pasa de 50 diputados puede arrastrar un cambio en la política del bloque conservador hacia posturas restrictivas que podrían vulnerar derechos fundamentales”.