Como el presidente Nicolás Maduro reiteró el mismo domingo 5 de enero: su Gobierno está decidido a que en 2020 se celebren elecciones legislativas en Venezuela, apostando a que el chavismo ganará esas elecciones y volverán a contar con un Parlamento a su favor, superando la ‘piedra en el zapato’ que le ha significado la AN opositora.
Maduro, dando por válida la tumultuosa elección de Luis Parra como nuevo presidente de la AN y, pese a las imágenes que mostraban a Juan Guaidó pugnando con los guardias nacionales, afirmó: «si Guaidó no entró fue porque no tenía los votos» para ser reelecto.
Analistas y parte de la opinión pública nacional apuntan que el oficialismo cristalizó la toma de posesión de la AN, contando con el apoyo de diputados que se han presentado ante la ciudadanía y los votantes como opositores y miembros de partidos de oposición, pero que ahora han mostrado al mundo que en realidad estaban a favor del oficialismo. Una especie de ‘Caballo de Troya’.
Para lograr sus objetivos, apuntan los análisis antigobierno, que éste lleva meses hilando fino y ha promovido una mesa de diálogo nacional con ‘representantes’ de fuerzas minoritarias opositoras. Los principales partidos opositores han rechazado participar por considerarla una nueva argucia de Maduro para perpetuarse en el poder.
Se dice que la intención era –y sigue siendo- que esa mesa de diálogo alcanzara un acuerdo para elegir en la AN un nuevo Consejo Nacional Electoral a ‘la medida’, que convoque cuanto antes las elecciones parlamentarias, porque las presidenciales seguirían siendo solo una aspiración de los opositores y otros sectores que las ven como una solución al conflicto en Venezuela.
En dicho diálogo el primer paso fue permitir que los diputados del PSUV se reincorporaran a la AN (a pesar de insistir en que la misma estaba en desacato). Todo esto con el fin de que se iniciara el proceso para la designación de un nuevo CNE.
Observadores especulan que el próximo paso del Gobierno es que el Tribunal Supremo de Justicia sentencie la legitimidad de la directiva encabezada por Luis Parra y hasta incluso, levante la condición de desacato del Parlamento.
Los sorpresivos eventos del domingo bien pueden hacer pensar que el nuevo CNE podrían acelerarse de manera inminente, pero plantean la inquietud de su fiabilidad. ¿Revestirá confianza para el electorado? Al chavismo le favorece porque fomentará la abstención en sus opositores, como ha sucedido anteriormente.
De hecho, el integrante de la Mesa de Diálogo Nacional, Javier Bertucci, indicó que el lunes 6 de enero, que discutieron en dicha mesa los acontecimientos de la instalación de la AN el pasado domingo, y que durante dicha reunión “insistimos en la búsqueda del nombramiento de un nuevo CNE” y que “a la nueva directiva de la Asamblea Nacional le pedimos que articule todo lo necesario para que esto ocurra”.
La oposición que respalda y reeligió a Juan Guaidó en la presidencia de la AN, se verá entonces en la difícil disyuntiva de decidir si participa en esas parlamentarias o si, como ha venido haciendo en las últimas citas electorales, renuncia a presentarse ante lo que considera falta de garantías y cede todo el espacio al chavismo.
Algo positivo para la oposición es que con lo ocurrido han despejado dudas y la situación llama a la verdadera unión en la lucha. De hecho la Fracción parlamentaria 16 de julio que disentía de Guaidó, apoyo su reelección al frente de la AN. Ese será su gran reto.
Elizabeth Dávila H.