Dos potentes terremotos, de magnitud 7,8 y 7,5, respectivamente, dejaron miles de muertos y una enorme devastación en Turquía y Siria.
Los rescatistas trabajan apresuradamente para salvar a las personas atrapadas bajo los escombros después de que cientos de edificios se derrumbaran en ambos países, destacan que “las primeras 72 horas son de importancia crítica”.
Los sismos ocurrieron en la madrugada del lunes 6 de febrero y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, lo describió como «el peor desastre que ha vivido el país en el último siglo, después del terremoto de 1939 en Erzincan«.
El sismo impactó con fuerza 10 provincias turcas que fueron declaradas como zona de desastre por el gobierno de ese país y sobre las cuales estará en vigor una declaración de estado de emergencia durante tres meses, debido al daño que han sufrido.
El número de víctimas creció rápidamente desde primera hora de la mañana del lunes y las autoridades advirtieron que la cifra seguirá subiendo, a medida que avanzan las operaciones de búsqueda y rescate.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que unos 23 millones de personas o más resultaron afectadas por los sismos y alertó que el número de víctimas puede multiplicarse.