¿Has pensado cómo sería tu vida cuando te falte tu mamá? Yo no, y tampoco quiero ni imaginarlo. Pero de lo que sí estoy segura, es que mi vida no sería la misma sin ella.
Con el tiempo aprendí que algunas circunstancias nos obligan a tomar decisiones y a actuar de formas que no deseamos, pero que resultan necesarias. Así, al hacerme mujer, entendí que cada regaño y cada castigo que recibí de mi madre, tenían un porqué.
Descubrí que cuando me veía con seriedad y hablaba con tono fuerte, ella se estaba quebrando por dentro, porque no era lo que quería, pero era necesario. Seguramente, en algún momento yo lo viviré, porque como bien dice el refrán: “hija eres, madre serás”.
Algunos critican que uno mantenga los castigos de la madre en la memoria, pero yo les aclaro que no es eso lo que perdura, sino las lecciones que me dejaron, porque me ayudaron a forjar mi carácter, me enseñaron sobre disciplina y me ayudaron a aceptar las cosas que puedo o no cambiar.
Por eso hoy agradezco los castigos de mamá, que contrastan con cada bendición que me daba al salir de casa y que hoy, aun viviendo en ciudades distintas, las recibo como si me las diera frente a mí.
Jesse y Joy dicen en su canción titulada TANTO: “te amo tanto, tanto que no sé explicarlo, tanto que hasta yo me espanto solo de pensar (…) Que te amo tanto, y para que imagines cuanto, cuenta todas las estrellas, súmale todas mis pecas, y cuando creas que ya se acerca, súmale una más… Y súmale una más”. Yo la escucho todos los días, y cada día confirmo tanta gratitud y amor para ti, mamá.
Por @SharonGuedez / FotoShooting: @iamdanisosa