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Casi tres años, la elección papal más larga de la historia

La fuerte división entre los cardenales de origen francés e italiano, marcó la historia de la iglesia católica; la falta de consenso para elegir a un nuevo papa, conllevó que el proceso tuviera una duración de 34 meses, y que se creara lo que hoy conocemos como Cónclave, en el que fue proclamado Tebaldo Visconti, quien adoptó el nombre de Gregorio X.

Este hecho inédito tuvo lugar en la ciudad de Viterbo, Italia, el 29 de noviembre de 1268, cuando falleció el pontífice Clemente IV; el colegio de cardenales se reunió para elegir a su sucesor sin imaginar que la elección papal se convertiría en la más prolongada.

La elección que debía durar días o semanas se extendió por 34 semanas, es decir, casi tres años. De acuerdo a ACI Prensa, el motivo de esta falta de consenso, se originó por las tensiones políticas y espirituales entre los cardenales, quienes no lograban alcanzar los dos tercios necesarios para elegir al nuevo pontífice.

Esta situación que mantuvo en vilo al mundo católico, debido a que la Sede Apostólica permanecía vacante, el gobernador de Viterbo tomó para el año 1269, una decisión que cambió la manera de elegir a los siguientes papas: mantener a los cardenales en un lugar encerrado e inaccesible hasta que surgiera el nombre del nuevo pontífice.

La medida -de la que existe una copia en el Archivo Apostólico Vaticano– preveía incluso la reducción progresiva de las comidas y un recorte de los salarios de los cardenales hasta el nombramiento del Papa.

Fue este episodio el que dio origen a la palabra “Cónclave”: una elección realizada bajo llave, con el fin de proteger el discernimiento espiritual e impedir influencias externas.

Así, el 1 de septiembre de 1271, fue elegido Teobaldo Visconti, archidiácono de Lieja, quien aceptó la misión y eligió el nombre de Gregorio X. Su humildad y docilidad a la voluntad de Dios marcaron profundamente aquel tiempo de renovación y reforma.

En 1274, Gregorio X publicó la constitución apostólica Ubi Periculum, que estableció normas definitivas para los Cónclaves, asegurando el aislamiento de los cardenales durante el proceso y su deber de actuar con prontitud y oración. GC

Foto: Vaticano La Santa Sede

 

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