Añadir 5 minutos puede no ser una buena idea, y menos hacerlo varias veces
Según las encuestas, cerca de un 50% de las personas no se levanta en cuanto suena la alarma, sino que por el contrario la retrasa por 5 minutos y en la mayoría de los casas lo hace varias veces.
Quienes añaden minutos de sueño a su alarma cada mañana aseguran que les facilita el hecho de despertar, y muchos de ellos sostienen que esos pocos minutos de más les resultan muy placenteros.
Según Joaquín Terán Santos, presidente de la Sociedad Española del Sueño, la clave de que esto ocurra está relacionada con la falta de sueño en la sociedad de hoy en día.
Retrasar la alarma interrumpe el ciclo del sueño
Mucha gente piensa que retrasar la alarma provoca que nuestro ciclo natural de sueño finalice, ayudándonos a despertar de forma menos brusca. Pero esto no es lo que sucede. Por el contrario, cuando añadimos estos minutos nuestro cerebro empieza de nuevo el ciclo de sueño, pero además estaremos cortando y retomando el sueño, convirtiendo nuestro despertar en varios ciclos de sueño interrumpidos.
Cuando retrasamos la alarma la primera vez nuestro cerebro vuelve a empezar otro ciclo de sueño. Cuando suena la segunda alarma, probablemente ya estemos en una etapa más profunda de sueño. Esto provoca que no se activen de manera correcta los mecanismos de vigilia, por lo que la sensación de aturdimiento se prolonga.
Pese a que no es recomendable, hacer esto no resulta dañino para nuestra salud, simplemente «alarga el sufrimiento» del despertar cuando seguimos teniendo sueño, y retrasa el tiempo que tardamos en activarnos por completo.
Según Terán, que necesitemos añadir constantemente más minutos a nuestras horas de sueño es una consecuencia de la falta de sueño. Asegura que esta falta repercute en nuestra actividad diurna. El hecho que alguien esté corto de sueño se interpreta como cansancio, provocando la «inercia del sueño» que se traduce en una sensación de aturdimiento y falta de energía que impide a esta persona llevar a cabo correctamente sus actividades diarias y reduce su capacidad para mantener la atención.
Los expertos aseguran que lo ideal sería no usar ningún despertador y despertarnos de manera natural con los estímulos lumínicos de la luz del sol. De esa forma se conseguiría no cortar de manera brusca el sueño. Explican que para conseguirlo hay que establecer un horario de sueño regular para que nuestro cuerpo se acostumbre, incluyendo los fines de semana.