Reseña de la Añoranza/ Iván Brito López < El Informador Venezuela
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Reseña de la Añoranza/ Iván Brito López

En Barquisimeto está inmortalizado Antonio José de Sucre

 

Recientemente hemos conmemorado el natalicio del Gran Mariscal de Ayacucho, el General Antonio José de Sucre Alcalá, quien vio la luz primera en Cumaná, estado Sucre, el 3 de febrero del año 1795, convirtiéndose en político, estadista, militar e ilustre prócer de la independencia de Venezuela, para orgullo de nuestra patria y del continente.

Descendiente de familia aristócrata de tradición militar, fueron sus padres el Teniente de Infantería Vicente de Sucre y doña María Manuela Alcalá proveniente también de familia de onda tradición castrense. Antonio José de Sucre, es considerado como uno de los militares más completos entre los próceres de la independencia, que llegó a ser presidente de Bolivia, Gobernador de Perú, General en Jefe del Ejército de la Gran Colombia y Comandante del Ejército del Sur.

Entró al ejército como Teniente de Ingenieros con apenas 15 años. Con el General Santiago Mariño fue pieza clave en las campañas militares de 1813 y 1814. En 1817 por sus excelentes condiciones tácticas como estratega tanto en lo militar como en lo diplomático, el Libertador Simón Bolívar le confirió el grado de Coronel, y en 1819 recibió el grado militar de General de Brigada.

Alfonso Rumazo González (1980), en su obra “Sucre” recoge las impresiones que de Antonio José se tenían:

“…Delgado, como las espadas y sólo un poco más alto que Bolívar. Los ojos castaños, de poderoso vigor expresivo   – de ordinario tristes –    sabían dominar y mandar, volviéndose fulgurantes al entrar en batalla. Destacábase su nariz larga de caballete alto y de punta muy aguda: características de la audacia y de la previsión. Tanto el porte distinguido como los modales cultos y el cuidado de su persona hacíanle distante y no cercano. Su lenguaje, sencillo siempre, jamás llegó a los términos vulgares (…)   Usted no tiene ambición,   – decíale el Libertador en una carta –,  lo que Usted tiene es la manía de la delicadeza, que tanto le perjudica. (…) Varón armonioso, fino, superistima el honor y la dignidad; quiere orden en todo, disciplina y organización. Exige mucho porque también se exige mucho así mismo. Su don característico es el de poderosos jefes natos: imponer respeto, así no se genere simpatía. Muy observador, altivo, refinado, descubre en la persistencia de su introversión que carece de felicidad. Su rectitud se atempera a veces en las sinuosidades de la bondad y de la generosidad, que se mostrarán durante la guerra en los textos por él redactados para los armisticios y en el perdón que otorga a quienes, en dos ocasiones, atentaron contra su vida. Mueve la astucia, en el comando del ejército, con tan exacta precisión que sólo muy relativamente le preocupará por ejemplo, que su tropa sea menor numéricamente, y en Ayacucho, ya en Tarqui, sabe envolverle al enemigo con la pericia de una mar en acto de vorágine. Muy sagaz, no deja de ser franco: dice su verdad aun a riesgo de posibles resistencias perjudiciales para él, como cuando cuestionó la Constitución de Bolivia escrita por Bolívar. Su valentía significóle el destrozo de su brazo derecho, en el atentado de Chuquisaca. Y por valeroso partió de Bogotá hacia Quito, en 1830, a pesar de que sabía que sus enemigos habíanle condenado a muerte…”

En 1820 redactó el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra, una de las primeras muestras de derecho humanitario en el continente americano. En 1821, fue nombrado jefe del Ejército del Sur de Colombia. Dirigió y triunfó en la batalla de Pichincha, el 24 de mayo de1822. Con este triunfo se aseguró la independencia de Ecuador. El 06 de agosto de1824, luego del triunfo en la batalla de Junín, Bolívar le entregó el mando militar para dirigir la última batalla de la Independencia de América: la Batalla de Ayacucho, el glorioso 09 de diciembre de 1824. Triunfante en esa grandilocuente batalla para la historia continental, se selló la independencia definitiva de América, se reconoció la independencia del Perú y la desocupación de todos los territorios que se hallaban en posesión de los realistas. El Congreso de Perú entonces le confirió el título de Gran Mariscal de Ayacucho.

En 1825 se proclamó en el Alto Perú la República de Bolivia, y Sucre fue designado como su primer presidente. Este hombre de impresionante talento, ejercería la presidencia hasta 1828. La capital de Bolivia recibió el nombre de Sucre, en su honor. En 1830, participó en el Congreso «Admirable», en representación de su Provincia de Cumaná, y fue su Presidente.

Así llegó el fatídico 4 de junio de 1830, cuando al pasar por las montañas de Berruecos, fue asesinado. Tenía 35 años de edad. En el año 1900, los restos del mariscal Sucre fueron trasladados a la iglesia catedral de Quito, donde reposan en una urna de roca del Pichincha.

El Mariscal Antonio José de Sucre, para algunos autores fue el Libertador del Ecuador, tal vez después de Simón Bolívar, el hombre más conocido por ser benemérito, inteligente y generoso. Su nombre quedó para la posteridad escrito con letras indelebles tras su colosal desempeño en las batallas de Pichincha, Pasto, Ayacucho y Tarqui, y por citar uno de los galardones con el cual más se lo identifica, el Congreso de Perú lo condecoró con el título de Gran Mariscal de Ayacucho.

Este inmarcesible héroe de la gesta emancipadora no sólo de Venezuela, sino del continente americano, guarda el más grande de los homenajes póstumo a su prestigiosa vida y obra, en la ciudad de Barquisimeto, Venezuela, América del Sur, sólo comparable al que erige el Monumento en homenaje a la memoria del Mariscal Antonio José de Sucre, obra del escultor David Lozano Lobatón, donado por la República del Ecuador, ubicado en el Parque de la Reserva, donde está la Plaza Sucre inaugurada en ocasión de las celebraciones del Centenario de la Batalla de Ayacucho.

La escultura del héroe de la Batalla de Pichincha Antonio José de Sucre fue durante el siglo XIX una de las obras más esperadas y postergadas de aquella época en Quito. Existe documento referente a la Estatua de Sucre ya para 1874, donde se menciona que bajo el auspicio del Gral. Juan José Flores se estableció que se erigiera un monumento en honor a Sucre que se refiriera “al triunfo obtenido el 24 de mayo de 1822 en las breñas del Pichincha sobre las fuerzas realistas al mando del Gral. español Don Melchor Aymerich, que puso el sello a la independencia del antiguo Reino de Quito”, como lo refiere Nataly Andrea Cáceres Santacruz (s/f) Sin embargo, las diferentes circunstancias, como cambios de gobierno y enfrentamientos internos retrasaron el proyecto indefinidamente. Esta escultura, cuando logro emplazarse, se convirtió en la primera obra de estas características que se inauguró en Quito.

La estatua ecuestre en honor a Antonio José de Sucre a la que hemos venido haciendo referencia, está ubicada en el Parque de la Reserva, en Santa Beatriz. El “Gran Mariscal de Ayacucho”, tiene un monumento en Lima desde diciembre de 1924, fecha en el que fuera inaugurado como regalo de la República del Ecuador por el centenario de la batalla de Ayacucho y como homenaje a uno de los hombres que luchó por la independencia de ese país.

El autor de la obra, como hemos dicho fue David Lozano Lobatón (1865 – 1936), escultor nacido en el Callao que en 1885 se desempeñaba como dibujante en “El Perú Ilustrado”, dedicándose luego (de manera autodidacta) a la escultura, disciplina artística en la que destacó siendo reconocido como el primer escultor nacional cuyas obras fueron elegidas para ornamentar un espacio público en Lima, ya que hasta entonces dichas obras eran realizadas por artistas extranjeros.

Fue en el interior del país que su obra empezó a ser apreciada y valorada por las autoridades de algunas ciudades a la hora de erigir monumentos públicos. Es así que en Azángaro (Cuzco) se le encarga la realización de una escultura de Andrés Avelino Cáceres, que sería inaugurada en 1912; mientras que en la ciudad de Cajamarca se hacía lo propio en 1914, con un busto en honor a José Gálvez. Pero fue en 1915 que su obra recibió el mayor reconocimiento hasta entonces, cuando fue inaugurada en la plazuela de la Merced la estatua fundida en bronce de Ramón Castilla, que años antes fuera elogiada en el concurso Concha; y aunque la ubicación de esta obra era modesta en relación a los amplios espacios públicos en los que fueron colocados los monumentos y esculturas más recientes por aquel entonces, se resaltó tanto la belleza del monumento, como el hecho que la obra de un autor peruano ocupaba el espacio antes reservado para escultores foráneos.

En los siguientes cinco años, la obra de David Lozano se incrementó con esculturas a reconocidos personajes como en 1924 con la estatua ecuestre de Antonio José de Sucre. Este monumento mide diez metros de alto y cuenta con una estatua de bronce que lo representa a caballo con un brazo levantado, en el que sostiene una espada con la que comanda al ejército libertador. Su base de granito hecha en forma piramidal escalonada, tiene elementos y detalles indigenistas como la placa en donde se lee la frase: “El Perú a Sucre. 1824. 9 de Diciembre. 1924”, que tiene la forma trapezoidal de las ventanas inca y está enmarcada por un altorrelieve con la figura de una serpiente bicéfala estilizada. Desatacan también el escudo del Perú tallado en piedra, así como dos relieves elaborados por el escultor cuzqueño Benjamín Mendizábal Vizcarra, que representan a Sucre en batalla y posteriormente, recibiendo los honores tras el triunfo.

Cabe señalar que David Lozano realizó dos estatuas ecuestres en honor a Sucre, la segunda ubicada en la Plaza de Armas de Ayacucho, ciudad que desde el año 1918 había decidido rendir honores a los héroes de 1824, erigiendo monumentos que serían colocados en diferentes espacios públicos. Fue así que en 1924, se decide trasladar la pila que se encontraba en el centro de la plaza a la Plaza de la Magdalena, ya que ese mismo año debía ser emplazado en ese lugar el monumento a Sucre que, sin embargo, fue recién colocado en su ubicación actual el año de 1928.

Este monumento es el único en el globo terráqueo, que rivaliza con el Parque Ayacucho de Barquisimeto, cuya historia se remonta al 9 de diciembre de 1924, cuando el General Rafael María Velazco quien para entonces se desempañaba como presidente del Estado Lara, como se denominaba a los Gobernadores de la época, fue el responsable de promulgar el Decreto que originó la colocación de la primera piedra para la construcción del entonces “Campo de Ayacucho” en conmemoración del centenario de la batalla de Ayacucho. Lamentablemente, este proyecto no tuvo continuidad y quedó solo con la pieza de concreto que simbolizaba aquella primera piedra, hasta el arribo del General Eustoquio Gómez a Barquisimeto en 1929, quien ese mismo año hizo un minucioso recorrido por la ciudad y en ello observo el emplazamiento del denominado Campo de Ayacucho, donde sobresalía la pieza monolítica de concreto. Inmediatamente, preguntó que era aquello y se le dio la explicación correspondiente

El Parque Ayacucho posee una extensión de cuatro hectáreas, en su centro se puede observar un monumento en honor al Mariscal Antonio José de Sucre. De esta manera, el 17 de diciembre de 1930, el entonces presidente del Estado Lara, General Eustoquio Gómez, dictó un decreto para la iniciación de los trabajos de construcción del parque bajo la responsabilidad del ingeniero francés Rolando Coultrox, quien lo concibió a la usanza parisina,   – haceme un parque bien bonito, como lo de tu tierra – , le dijo Eustoquio, quien dictó órdenes muy precisas. Indicó que debía abarcar cuatro manzanas y que obedeciera al estilo francés como acotamos, por lo que Coultrox realizó los planos y comenzó a coordinar la obra, la cual tuvo como obreros a los presos de la cárcel pública Las Tres Torres, quienes tenían grilletes en los tobillos para que no escaparan y a quienes les pagaban 0.50 céntimos, es decir, un real diariamente.

El Dr. Alberto Castillo Arráez (1949), narra en una amena crónica publicada en el Diario El Impulso, que era uno de los escolares que marcharon en perfecta formación hasta el sitio del hoy Parque Ayacucho en 1929, en ocasión del acto protocolar de la colocación de la primera piedra, esta vez, la de Eustoquio Gómez. El citado autor, señala en su escrito que en su recorrido desde el centro hasta la explanada, se observaban las cuadras constituidas de construcciones intermitente, es decir, que había casas construidas y solares baldíos, los últimos aumentaban en la medida de su aproximación al sitio del que sería a la postre el Parque Ayacucho.

Los materiales para la construcción del parque en su mayoría fueron traídos de otros países. El cemento venía en barco desde Alemania, este llegaba a Tucacas en el Estado Falcón y de allí se enviaba a Barquisimeto en la línea del Ferrocarril Bolívar, la cual era la más larga de la época. Una vez en Lara, el cemento era vendido por una de las casas comerciales de renombre, que se llamaba Calderón e Hijo. La estatua, las alegorías, rejas y faroles fueron fundidos en Italia, las piezas se traían en varias partes y se ensamblaban en el país. Las piedras que se usaron en el terreno fueron sacadas de Lomas de León y la arena para el concreto era extraída del Río Turbio. Dato curioso, es el revestimiento de granito natural del pedestal, el cual fue extraído de una cantera que existió en el cerro el Ávila de Caracas. De igual forma, los bancos, fuentes y los querubines que las remataban, eran todos tallados en mármol blanco de Carrara.

Finalmente, el 19 de diciembre de 1933, fue inaugurado el parque con un gran despliegue de opulenta festividad, lo que comenzó a las 4:00pm con un desfile de la milicia y del Batallón 13 de Mayo. Hubo un emotivo discurso, se contó con un desfile cívico de la Escuela Lara, se realizó una retreta y justo a las 6:00pm los presentes disfrutaron de los juegos artificiales.

Cuando el parque fue inaugurado en cuanto a la flora era un vistoso espectáculo, contaba con más de 120 especies de plantas, pues el general pidió traer árboles canadienses y australianos, eucaliptos, pinos de distintas especies y además a todos los presidentes constitucionales del país se les ordenó enviar cinco tipos de plantas autóctonas de su estado.

En conclusión, en Barquisimeto, estado Lara, Venezuela, América del Sur, se encuentra uno de los dos más grandes monumentos que existen en el mundo dedicados a la memoria del Gran Mariscal de Ayacucho, General Antonio José de Sucre, una bella plaza vial, la segunda del continente en cuanto a su data, orgullo de Venezuela toda, pero especialmente de los barquisimetanos, por lo cual como amantes irrenunciables de nuestra patria chica y de la grande la del País nacional, hemos siempre volcado nuestra vocación comunicacional y docente a la defensa del terruño, de nuestro varioloso patrimonio cultural, tanto el tangible como el intangible y la memoria histórica de la nación. Por ello celebramos, los trabajos de revitalización que se le han hecho al Parque Ayacucho recientemente a finales del año pasado, donde de alguna manera se buscó revertir la equivoca intervención que se le había hecho, una auténtica “mamarracaha” para algunos, aunque celebrada por otros con discursos de elogiosos comentarios, como parte de la mascarada acomodaticia que nunca falta por parte de algunos personajes.

Los trabajos recientes, como hemos dicho han sido realizados bajo idóneos criterios de intervención, tanto en su ornato arquitectónico, como en la restauración de algunos de sus elementos escultóricos, donde jugó papel protagónico el artista plástico David Escobar. Queda pendiente una científica arborización, es decir, de árboles, no de plantas arbustivas y menos de palmeras o chaguaramos que no sirven para nada y que no responde al repertorio de plantas de sus primigenios días.

Hoy este gran monumento al Gran Mariscal de Ayacucho, el General Antonio José de Sucre, el Parque Ayacucho, se alza en Barquisimeto como emblema de la grandeza de esta patria, de los hijos ilustres que en la gesta emancipadora, no sólo le dieron la independencia a Venezuela, sino igualmente a otros países, siendo Ayacucho el pináculo de la gloria para la liberación continental del imperio español.

Domingo, 9 de febrero de 2025.

Fuentes Consultadas:

Cáceres Santacruz, N. (s/f) La estatua más esperada. El Mariscal Antonio José de Sucre y su escultura de bronce en Quito [Información en Línea] Disponible en: https://preprints.scielo.org/index.php/scielo/preprint/download/566/724/

Fundación Wikipedia (s/f) Monumento en homenaje al Mariscal Antonio José de Sucre  [Información en Línea] Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Monumento_en_homenaje_al_Mariscal_Antonio_Jos%C3%A9_de_Sucre.jpg

Fundación Wikipedia (2025) Parque Ayacucho de Barquisimeto [Información en Línea] Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Parque_Ayacucho_de_Barquisimeto

Lima: Balcones, ventanas, puertas y detalles. (2018) Estatua ecuestre en honor a Antonio José de Sucre. [Información en Línea] Disponible en: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1891970457560468&id=637512473006279&set=a.637536816337178&locale=es_LA

Municipalidad de Lima (2025) Monumento Sucre [Información en Línea] Disponible en: https://circuitomagicodelagua.com.pe/fuente_inner.php?id_atracc=30

Rumazo, A. (1980) Sucre. Ediciones de CADAFE. Editorial Arte. Caracas. Venezuela.

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