Reseña de la Añoranza/ Iván Brito López < El Informador Venezuela
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Reseña de la Añoranza/ Iván Brito López

El Nazareno de San Francisco

“…Y pasó el Domingo de Ramos

y fue el Miércoles del Dolor

cuando, apestada y sollozante,

la muchedumbre en oración,

desde el claustro de San Felipe

hasta San Pablo se agolpó.

Un aguacero de plegarias

asordó la Puerta Mayor,

y el Nazareno de San pablo

salió otra vez en procesión…”

Así describe el poeta del pueblo, Andrés Eloy Blanco, la tradicional devoción al Nazareno de San Pablo en Caracas, que al igual como ocurrió con la Divina Pastora en Barquisimeto, con el recorrido de la imagen cesó la peste del Colera Morbus.

Pues bien, acá en Barquisimeto, tenemos una filial devoción por el Nazareno de San Francisco, con una mítica leyenda que raya en lo mágico-religioso y que en 1977, tuvo la fortuna de ser publicada por la gratamente recordada Blanca Silveira, quien conoció de esta leyenda en el ínterin hogareño, por ser el Presbítero Dr. Antonio María Duran,quien protagonizó la historia que, doña Palmacia Yépez de Barrios, abuela materna de la autora de la referida publicación, transmitió a su descendencia.

Según el relato publicado por Blanca Silveira, encontrándose el Presbítero Dr. Antonio María Duran en el Palacio Episcopal, una noche de noviembre de 1875, preparando la cátedra sagrada que pronunciaría en la solemne festividad de la Inmaculada Concepción y para evitar cualquier interrupción, corrió los cerrojos interiores de las puertas de la sala donde se hallaba. Estando el levita concentrado en su religioso trabajo intelectual oyó un ruido, y al levantar la mirada, vio la figura de una mujer de cierta edad trajeada de blanco, que permanecía inmóvil y silenciosa dentro de la habitación. Repuesto el clérigo de la sorpresa, le dijo a la mujer: – ¿en qué puedo servirle? –sin obtener respuesta alguna. De inmediato el Pbro. Dr. Antonio María Durán, se percató que estaba solo en la enorme casona de dos plantas, pues la señorita María Diez, hermana del Obispo Pbro. Dr. Víctor José Díez y quien también habitaba en el Palacio Episcopal estaba ausente.

El Nazareno de San Francisco tallado por el escultor caraqueño  Manuel González.

Entonces, el Padre Durán cae en cuanta que no es un ser de este mundo, increpando a la presencia: – ¡ en el nombre de Dios, hermana ¿qué necesita? ¿qué quiere? – luego de estas palabras la aparición avanzo un poco hacia él y le dijo:“…En vida fui doña Isabel Yépez de Campos. Muchos años viví en esta casa, y en ella morí el 21 de noviembre de 1868. Fui ferviente devota de Jesús Nazareno, y por ello hice la intención de donar una imagen del Nazareno a la Iglesia de San Francisco, que todavía no la tiene. Por falta de dinero no pude realizar en mi vida mi propósito, ni quise entonces revelarlo a mi hijo Flavio Campos Yépez, porque él tampoco estaba en condiciones de hacerlo. Ahora si le será posible, y es por elloque muchas veces he venido a esta casa para tratar de hacerle llegar la suplica de que cumpla esta promesa en memoria mía.

Hasta este momento me había sido imposible comunicarme con alguna persona, y por eso le ruego encarecidamente a Usted hacerle llegar este mensaje a mi hijo, para que él cumpla mi propósito…”

Luego de escuchar la fantasmal presencia, el sacerdote manifiesta la aceptación de la misión, a la vez que le pregunta cómo podría demostrarle a su hijo la verdad de aquel mensaje y su origen. La vaporosa figura entonces, contestó:

“…puede Usted decir a mi hijo que los esposos N. N., conquienes tuve siempre una cordial amistad, están muy

angustiados en estos momentos porque dentro de tres días se les vence el plazo para el pago de una deuda pendiente, y no han conseguido ni tienen posibilidad de conseguir el dinero necesario para ese pago. Que por este motivo le pido prestar a estas personas el dinero que necesitan, sin insistir mucho en lo referente a intereses, garantía y plazo de pago, pues se trata de personas de buena fe. Y en el caso de que por alguna razón no llegaren a pagarle, Dios lo recompensará por esta caridad que habrá hecho en mi nombre…”

Nuevamente el ilustre sacerdote acepto el encargo, pero igualmente, expresó: “…pero su hijo podría pensar que estos dos mensajes que le transmitiré han podido llegar a mi por otro conducto, así que necesitaría algo que fuese para él una prueba irrefutable de la verdad de mis palabras…”

Entonces la presencia respondió:“…Pues bien, diga Usted a mi hijo que yo sé que él recela de

cierta persona a quien yo profesé grato afecto, estimación y confianza, por atribuirle a ella la desaparición de un cofre donde yo guardaba algunas prendas y otros recuerdos muy queridos

para mí; y que si bien él jamás le ha hablado de esto a nadie, ni aun a su esposa o a su confesor, yo le pido que rectifique su opinión acerca de esta persona, pues ella nada tuvo que ver con la desaparición de esos recuerdos, que yo distribuí entre varias de mis familias y amigas. Y que para confirmar esto que le digo, recuerde lo que acerca de esta persona hablamos él y yo en tal fecha y en tal lugar de esta misma casa. Esta si será una prueba

convincente para él, pues lo que en aquel instante hablamos, lo sabemos tan sólo Dios, él y yo…”

Luego de aquel episodio que jamás olvidaría el Pbro. Dr. Antonio María Durán, se dirigió a casa de don Flavio Campos Yépez, quien después de escuchar al eclesiástico encargado del curato de la Inmaculada Concepción y Deán de la Iglesia Catedral de Barquisimeto, se declaró plenamente convencido, y en consecuencia prometió comenzar de inmediato a cumplir las peticiones transmitidas por su difunta madre, a través, del sacerdote que lo visitaba en tan excepcional ocasión.

Pocos días pasaron luego del encuentro entre el Pbro. Dr. Antonio María Durán y don Flavio Campos Yépez, este último, además de visitar a los esposos en aprietos económico y tenderle su mano amiga, encomendó al reputado escultor caraqueño don Manuel González, la ejecución de la bellísima talla de Jesús Nazareno, que hoy se

encuentra en el Templo San Francisco, antigua Catedral de Barquisimeto y que ha sido tan venerada y al cual igualmente se le rinde tan fervoroso culto los Miércoles Santos.

De esta manera, la Sagrada Imagen Doliente, salió en procesión por vez primera en la Semana Santa de 1877. Posteriormente el Pbro. Dr. José Ignacio Bereciartu, amante de las matemáticas y de la ingeniería, como lo describe entre otros aspectos el Pbro. Dr. Víctor José Pineda en su obra “Biografía y Recuerdos de sacerdotes”, que el Padre Bereciartu en los ratos que le dejaban libres sus muchas ocupaciones, se dedicaba a levantar planos de edificios para personas amigas y que de igual forma levantó el plano del cementerio y de la Capilla del Nazareno, donde estuvimos para fotografiar a la renombrada imagen,cuya Sociedad de Nazarenas, fue creada por iniciativa del Padre JuanPablo Wohnsiedler en 1893, de allí que hayamos encontrados en dicha Capilla las lozas correspondiente a las sepulturas tanto del Pbro.Dr. José Ignacio Bereciartu, como la del Pbro. Dr. Juan Pablo Wohnsiedler Morán, caraqueño el primero, barquisimetano el segundo.

Palacio Episcopal, foto publicada por F. Benet en la Guía General de Venezuela de 1928.

Cabe resaltar que, a la construcción de la Capilla del Nazareno del Templo de San Francisco, contribuyó gustosamente la colectividad, siendo especialmente importante la cantidad de diez mil bolívares erogada por el Ejecutivo del estado Lara, entonces presidido por el General Tesalio Fortoul, quien ejerció la máxima magistratura regional de 1891 a 1892 por una parte y por la otra, gracias a lo recolectado por el Pbro. Dr. Juan Pablo Wohnsiedler Morán, durante la Visita Pastoral que efectuó a toda la “Diócesis de Barquisimeto y de Coro”,

(que era una sola) en su carácter de Gobernador interino de la misma, por encontrase con quebrantos de salud el Obispo titular, el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Dr. Víctor José Díez.

Como se ha dicho, en 1893 se fundó la Sociedad de Nazarenas específicamente el 6 de febrero del referido año, siendo su fundador y Director el mencionado Pbro. Dr. Juan Pablo Wohnsiedler Morán, entonces Venerable Señor Deán del Capítulo Diocesano, que de acuerdo a registro documentado fueron sus miembros iniciales doce señoritas: María Díez, Rita Wohnsiedler, Josefa Bereciartu, Rosa Fuentes, Ana María Fernández, Rosa Fernández, Dominga Pérez, Inés Rojas, Celsa Murrieta, Adriana Álamo, Conchita Arroyo y Teresa García.

Igualmente, según lo acota Blanca Silveira en su relato, por la mismaépoca se fundó la Sociedad de Jesús Nazareno, que contó entre sus miembros a don Rafael Álvarez, don Ramón Wohnsiedler, Dr. Simón Wohnsiedler, Dr. Martín Alvizu Seekatz y don Medardo Alvarado entre otros. Estos caballeros tenían a su cargo todo lo relativo a la solemnidad del Miércoles Santo en la santa Iglesia Catedral de Barquisimeto, en la actualidad Templo San Francisco, en tanto las damas de la Sociedad de Nazarenas, tenían el deber de atender todo el año el cuidado y adorno de la Imagen de Jesús nazareno motivo de esta crónica.

Pbro. Dr. Antonio María Durán.

No se tienen mayores detalles de la Sociedad de Jesús Nazareno, por falta de documentación que precise su fundación, duración y término,al contrario de la Sociedad de Nazarenas de la Catedral, que tuvo periodos de gran florecimiento y épocas de relativa decadencia.

Así hacia 1918 la misma se limitó a cuatro socias, periodo de decadencia que duró hasta 1922, cuando por iniciativa del Ilustrísimo y Reverendísimo Pbro. Dr. Víctor Julio Arocha, para la fecha Vicario General de la Diócesis de Barquisimeto y Deán del Venerable capítulo Diocesano, se reorganizó la Sociedad de Nazarenas de la Catedral,

teniendo como Presidenta a Adriana Álamo Dávila, como Tesorera a Rosa García Sorondo y como Secretaria a Leticia Bracho Urdaneta.

En esta nueva etapa, dicha Sociedad aumentó considerablemente el número de sus afiliadas por el detalle, del ingreso de muchas damas casadas y viudas, que antes estuvo prohibido, por lo cual se circunscribía a señoritas. Las referencias muestran que Adriana Álamo Dávila, desempeñó su cargo con gran acierto hasta su fallecimiento, acaecido en el año de 1949, el cual fue profundamente lamentado por la colectividad de aquel entonces.

El 25 de abril de 1950, por disposición del Ilustrísimo y Reverendísimo Monseñor José Rafael Fiol Castillo, como Deán del Venerable Capítulo Diocesano, se dio comienzo a la reorganización de la Sociedad de Nazarenas de la Catedral, que se transformó en la Sociedad de las Nazarenas de San Francisco, de la cual quedó como

Presidenta Stella Cecchini, como Tesorera Cenobia Álamo y como Secretaria María Pastora Pérez Alvarado. Desde esa fecha fue su Director el referido Monseñor Fiol hasta el momento de su fallecimiento que tuvo lugar en 1974. Posteriormente y por disposición del Excelentísimo Señor Arzobispo de Barquisimeto, Monseñor Dr. Críspulo Benítez Fonturvel fueron designados sucesivamente como Directores de la Sociedad de Nazarenas de San Francisco, Monseñor José Esteban Monsalve y Monseñor Pedro Rodríguez Gallardo entre otros.

Templo de San Francisco. Foto publicada por el Cojo Ilustrado en febrero de 1894.

A todas estas, debemos recordar el fatídico movimiento telúrico que, el 3 de agosto de 1950 sacudió a la ciudad de El Tocuyo y que tuvo sus repercusiones acá en Barquisimeto, siendo afectado el templo de San Francisco por lo cual, se tomó la decisión de demolerlo casi totalmente y construir uno nuevo con nuevos materiales y las mejores técnicas constructivas de la época. Durante este periodo, la historiada Imagen de Jesús Nazareno tallada por el maestro escultor caraqueño, Manuel González en 1876, tan querida por todo el pueblo barquisimetano, estuvo primero en el Asilo Sagrado Corazón de Jesús y luego en el Templo Inmaculada Concepción, hasta el término de los trabajos en 1953, cuando pudo volver a su Capilla en el Templo San Francisco, donde se le sigue venerando hoy día, como lo constatamos el Miércoles Santo, cuando “…un aguacero de plegarias, asordó la Puerta Mayor y el Nazareno salió otra vez en procesión…”

Barquisimeto, domingo 9 de abril de 2023

Fuentes Consultadas:

 Molina, J. (2014) Vida y Milagros de una Casa Solariega. Editorial

Horizonte. Barquisimeto. Venezuela.

 Orellana, F. (1977) Vivencia, Tradición, Narración. Tipografía Orellana.

Barquisimeto. Venezuela.

 Pineda, V. (1934) Biografías y Recuerdo de Sacerdotes. Editorial Venezuela. Caracas. Venezuela.

 Presidencia del Senado de la República de Venezuela. (1996) Homenaje al Poeta del Pueblo Andrés Eloy Blanco en el Centenario de su Natalicio.

Dirección de Información y Prensa del Senado de la República de Venezuela. Caracas. Venezuela.

 Silveira, B. (1977) La Tradicional Devoción del Pueblo Barquisimetano a Jesús Nazareno. Impresos Morere. Barquisimeto. Venezuela.

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