(AP) — El político centrista Benny Gantz, uno de los tres miembros del Gabinete de Guerra israelí, anunció su renuncia el domingo.
La medida no plantea una amenaza inmediata para el primer ministro Benjamin Netanyahu, cuya coalición sigue teniendo mayoría en el parlamento. Sin embargo, el líder israelí se vuelve más dependiente de aliados de ultraderecha.
Gantz afirmó que Netanyahu hace “imposible la completa victoria” y que el gobierno debe colocar el regreso de los rehenes capturados por Hamás el 7 de octubre “sobre la supervivencia política”.
Gantz, un popular exjefe militar, se sumó al gobierno de Netanyahu poco después del ataque de Hamás en una demostración de unidad. Su presencia también aumentó la credibilidad de Israel ante sus socios internacionales. Gantz tiene buenas relaciones con funcionarios estadounidenses.
Gantz había anunciado previamente que renunciaría antes del 8 de junio si Netanyahu no presentaba un nuevo plan para la Franja de Gaza después de la guerra.
Canceló una conferencia de prensa planeada para la noche del domingo después de que cuatro rehenes israelíes fueran rescatados de Gaza, en la operación de Israel más grande de su tipo desde que inició la guerra que va en su octavo mes. Al menos 274 palestinos, entre ellos menores, murieron en el ataque, informaron funcionarios de salud de Gaza.
El ejército dijo que sus fuerzas se habían visto bajo un intenso fuego en la compleja operación a plena luz del día en el interior del territorio.
La muerte de tantos palestinos, incluidos mujeres y niños, en una operación que los israelíes celebraron como un enorme éxito, mostraba el alto coste de esas operaciones, y amplía una cifra de víctimas ya enorme tras ocho meses de guerra, desencadenada por el ataque de Hamás del 7 de octubre.
Se cree que hay docenas de rehenes retenidos en zonas densamente pobladas o en la laberíntica red de túneles de Hamás, lo que hace esas operaciones muy complejas y peligrosas. Un asalto similar en febrero rescató a dos rehenes y dejó 74 palestinos muertos.
La complicada incursión en el corazón de Nuseirat, un campo de refugiados urbanizado en el centro de Gaza que se remonta a la guerra árabe-israelí de 1948, fue la operación de rescate más grande desde el 7 de octubre, cuando milicianos de Hamás y otros grupos sobrepasaron la frontera, mataron a unas 1.200 personas — en su mayoría civiles — y se llevaron unos 250 rehenes.
Israel lanzó una enorme ofensiva como represalia que ha matado a más de 36.700 palestinos, según funcionarios locales de salud, que no distinguen entre civiles y combatientes en su conteo.
Unas 700 personas resultaron heridas en la operación del sábado, indicó el ministerio. Las autoridades no dijeron cuántas de las víctimas eran mujeres y niños, pero periodistas de Associated Press vieron cómo varios eran atendidos tras el ataque en el hospital Mártires de Al-Aqsa, en la cercana población de Deir al-Balah.
Los israelíes celebraron el regreso de Noa Argamani, de 26 años; Almog Meir Jan, de 22; Andrey Kozlov, de 27 y Shlomi Ziv, de 41, después de que las fuerzas israelíes asaltaran dos ubicaciones a la vez bajo fuego enemigo.
Argamani estaba entre los rehenes más conocidos tras ser capturada, como los otros tres, en un festival de música. El video de su secuestro la mostraba sentada entre dos hombres en una motocicleta mientras ella gritaba “¡no me maten!”.
Su madre, Liora, que tiene cáncer cerebral, había publicado un video pidiendo ver a su hija. La televisora israelí Channel 13 dijo que Argamani había sido trasladada al hospital donde recibe tratamiento su madre.
En Gaza, los médicos describieron escenas de espanto y caos mientras los heridos llegaban a hospitales cercanos que ya tenían problemas para atender a los heridos tras varios días de fuertes ataques israelíes en la zona.
“Teníamos toda la gama de heridas de guerra, heridas traumáticas, de amputaciones a destripamientos a trauma, lesiones cerebrales traumáticas, fracturas y obviamente, grandes quemaduras”, dijo Karin Huster, de Médicos Sin Fronteras, una organización benéfica internacional que trabaja en el hospital Mártires de Al-Aqsa, una de las instalaciones que recibieron muertos y heridos.
“Niños completamente grises o blancos del shock, quemados, llamando a gritos a sus padres. Muchos de ellos no gritan porque están en shock”, añadió.
El ejército israelí dijo que había atacado “amenazas a nuestras fuerzas en la zona” y que un soldado de las fuerzas especiales había muerto en la operación de rescate.
El contralmirante Daniel Hagari, vocero militar israelí, dijo a los reporteros el sábado que los rehenes estaban retenidos en dos apartamentos, separados por unos 200 metros (219 yardas), en el corazón del campo Nuseirat. Indicó que las fuerzas habían entrenado de forma reiterada en un escenario que simulaba el edificio de apartamentos.
Hagari dijo que las fuerzas habían entrado de forma simultánea en los dos apartamentos, al creer que eso garantizaba un efecto sorpresa mayor. Pero dijo que los rescatistas se habían visto bajo un intenso fuego enemigo al salir, lo que incluyó el empleo de lanzagranadas desde dentro del vecindario.
El ejército respondió con fuerza, también desde aeronaves, para sacar a los rescatistas y a los rehenes liberados.
El ministro israelí de Exteriores, Israel Katz, arremetió contra las críticas a la operación en una publicación en X y dijo que “sólo los enemigos de Israel se quejaron por las víctimas entre terroristas de Hamás y sus cómplices”.
De los 250 rehenes secuestrados el 7 de octubre, en torno a la mitad fueron liberados en un cese de fuego de una semana en noviembre. Quedan unos 120 rehenes, 43 de ellos muertos. Entre los sobrevivientes hay unas 15 mujeres, dos niños menores de 5 años y dos hombres octogenarios.
La operación del sábado elevó el número total de rehenes rescatados a siete, incluido uno que fue liberado poco después del ataque de octubre. Las fuerzas israelíes han recuperado los cuerpos de al menos 16 más, según el gobierno.
El último rescate levantó un poco el ánimo en Israel, donde se agravan las diferencias sobre la mejor forma de llevar a los rehenes a casa. Muchos israelíes instan a Netanyahu a aceptar el acuerdo de cese al fuego anunciado el mes pasado por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pero sus aliados de ultraderecha amenazan con hacer caer el gobierno si lo hace.
Netanyahu, que ha perdido apoyos, acudió con rapidez al hospital a saludar a los rehenes liberados y su oficina publicó una serie de fotos y videos de él reuniéndose con las familias. Sin embargo, miles de israelíes volvieron a reunirse el sábado por la noche en una manifestación contra el gobierno y pidieron un acuerdo de alto el fuego.
No estaba claro qué efecto podría tener el rescate en los esfuerzos aparentemente estancados por buscar un cese al fuego.
El secretario de Estado, Antony Blinken, regresará la semana que viene a Oriente Medio para buscar avances.
Israel recibe una creciente presión para limitar el derramamiento de sangre de civiles en su guerra en Gaza. Los palestinos también enfrentan un hambre creciente porque los combates y las restricciones israelíes han bloqueado en gran parte el flujo de la ayuda.