“Ha sido el propio Sindicato Nacional de Trabajadores de Café Venezuela, un organismo dependiente del gobierno, por cierto, el que, en rueda de prensa ofrecida en fecha tan temprana como el 22 de enero de 2.016, denunció que en el país estábamos ya consumiendo tan sólo el 5 por ciento de café cultivado en nuestro territorio, debido a que la producción nacional cayó en un 94.2 por ciento, algo que prácticamente no ha variado hasta ahora”.
Maximiliano Pérez, coordinador nacional de la Federación Nacional de Caficultores de Venezuela, quien así lo expresó en nombre de dicha institución, “y en nombre propio”.
Pérez se refirió “a algunas cosas que se han dicho por allí, y que no son ciertas”.
-Es que la situación de los caficultores, a nivel no sólo nacional sino internacional, sigue siendo crítica.
Y explicó:
-En años anteriores, el precio promedio del quintal de café, según la Organización Internacional del Café (OIC), con sede en Londres, estuvo fluctuando en los 176 dólares el quintal de 46 kilogramos, es decir, 36 dólares por debajo de los 140 dólares que se han anunciado “por allí”.
-Esos 140 dólares equivalen a Bs. 9.100.000 al cambio actual, pero a los caficultores venezolanos se les está pagando el quintal a 18,46 dólares el quintal, es decir, a Bs. 1.200.00 0 el quintal, en un país en el que, por cierto, ya casi todo está dolarizado.
-Pero lo más grave el caso no está allí solamente, sino en que se anuncian 140 dólares por quintal como un precio maravilloso, cuando resulta que, en periódicos como “La Prensa”, de Nicaragua, se anuncia que Venezuela les está pagando a los caficultores de ese país centroamericano el quintal de café a 237 dólares, equivalentes a Bs. 15.405.000 bolívares.
-A ese precio, por cierto, hay que sumar, asimismo, el pago de los costos y gastos del traslado, o flete, hasta Venezuela, vale decir: Acarreos, impuestos aduanales, un seguro y hasta el aguardiente que consumen los que van a hacer los negocios.
-Valga recalcar que el café, más allá de ser un producto suntuoso, basa su importancia en que, en Venezuela, más de 85.000 familias obtenían sus ingresos única y exclusivamente de la caficultura, pero que hoy en día se hallan prácticamente en situación de exterminio, habitando en zonas marginales de pueblos y ciudades, en donde algunos de ellos se integran a la delincuencia e incluso hasta a las drogas.
Reinaldo Gómez