La grave crisis que vive el país, que golpea una y otra vez a las familias de más bajos recursos económica se acrecienta cada día y ahora hasta para sepultar a un difunto se debe apelar a carretillas o un “diablito” como le dicen en México por no tener el dinero para honrar a esa persona con un servicio fúnebre modesto pero decente.
Ante la indiferencia de las autoridades municipales, regionales y nacionales, se observa como un difunto debe ser llevado a su última morada en un saco o cubierto con restos de telas y desechos de papel y cartón al no tener ni siquiera para costear la urna.
En Quibor, integrantes de una familia humilde debieron atravesar la ciudad con el cuerpo de uno de sus integrantes en una carretilla. Pero no solo es la falta de dinero, la hiperinflación, la emergencia humanitaria que atraviesa Venezuela, se suma la falta de combustible, gasoil o gasolina.
En Acarigua, Coro, en Cumaná y otras ciudades ha ocurrido lo mismo. Movilizar el cadáver de una persona para darle cristiana sepultura, pero una carretilla. El tiempo del coche funerario, el ataúd de buena calidad, flores, velones, quedó en la historia. Imposible hacer frente a los gastos funerarios ahora dolarizados. Con gran dolor por la repentina desaparición del ser querido, estas personas en la capital del municipio Jiménez, sufriendo el viacrucis revolucionario, se movilizaron con una carretilla portando el cuerpo de la persona que les acompañó a lo largo de sus vidas y a quien despidieron honrando su memoria con oraciones y sollozos. Que el señor le dé el descanso eterno. La esperanza es que hechos como estos no vuelvan a ocurrir en un país inmensamente rico y hoy día arruinado donde unos pocos disfrutan con gran opulencia.
LA
Foto: Cortesía