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Biden: enfoque de Netanyahu en su guerra contra Hamás es un «error»

Ataques israelíes en Gaza dejan al menos 18 muertos, incluyendo ocho menores, según palestinos

Foto: referencial AP

(AP) — El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, calificó la gestión del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, de la guerra en Gaza de errónea y pidió que su gobierno inunde la Franja con ayuda humanitaria. Las palabras del mandatario elevaron la presión para que las autoridades israelíes alcancen un alto el fuego y agrandaron la brecha abierta por el conflicto entre los dos firmes aliados.

Biden ha apoyado abiertamente la guerra de Israel contra Hamás tras el letal asalto del grupo insurgente el 7 de octubre, pero en las últimas semanas su paciencia con Netanyahu parece haber disminuido y su gobierno ha adoptado una posición más firme hacia Israel, amenazando una alianza de décadas y ampliando el aislamiento internacional de Israel debido al conflicto.

En la una entrevista emitida el martes en la noche, Biden destacó las diferencias entre los dos países en cuanto a la ayuda humanitaria a la población de Gaza, donde los más de seis meses de guerra han encendido las alarmas sobre una inminente hambruna.

“Lo que está haciendo es un error. No estoy de acuerdo con su enfoque», dijo Biden a la televisora estadounidense en español Univision en una entrevista gravada el 3 de abril, dos días después de un ataque israelí a un convoy de la ONG World Central Kitchen. El mandatario respondía a una pregunta sobre si Netanyahu prioriza su supervivencia política sobre el interés nacional.

Biden apuntó que Israel debía pactar un alto el fuego, inundar Gaza con ayuda humanitaria durante las próximas seis u ocho semanas y permitir que los países de la región ayuden en su distribución, “Debería hacerse ahora”, señaló.

En las últimas semanas, la relación entre los aliados se ha visto afectada por otros desacuerdos, incluyendo los planes israelíes para lanzar una ofensiva sobre Rafah, en el sur del enclave.

Israel dice que la ciudad es el último gran feudo de Hamás, pero más de la mitad de los 2,3 millones de habitantes del territorio se refugian allí tras huir de los combates en otras zonas.

Biden también ha mostrado su indignación por la operación israelí que mató a siete trabajadores humanitario de WCK, en su mayoría extranjeros. Israel afirma que no fue intencionada.

El hambre en Gaza está eclipsando el Eid al-Fitr, una festividad musulmana normalmente alegre en la que las familias celebran el final del mes sagrado del Ramadán.

Israel interrumpió la entrega de ayuda humanitaria a Gaza en los primeros días de la guerra pero, ante la presión de Estados Unidos, ha aumentando lentamente el número de camiones que acceden al territorio. Los grupos de ayuda, por su parte, se quejan de que los suministros no llegan con suficiente rapidez a la desesperada población, algo que achacan a las restricciones israelíes, y algunos países han buscado métodos alternativos como lanzar los alimentos en paracaídas o trasladarlos por mar.

Israel afirma que durante la guerra se ha producido un incremento constante de los suministros que entran en la Franja, con la apertura de más puertos de entrada para hacer que los camiones lleguen a zonas especialmente afectadas como el norte de Gaza. Y culpa a las ONG de ser muy lentas en el reparto. Según los grupos, los problemas logísticos y la precaria situación de seguridad — acentuada por el ataque a WCK — complican la distribución.

Israel y Hamás participan en conversaciones para alcanzar un alto el fuego a cambio de la liberación de los rehenes capturados en el asalto insurgente, pero siguen distanciados en cuestiones clave como el regreso de los palestinos al norte de la Franja, que quedó prácticamente arrasada en la ofensiva.

Netanyahu ha prometido una “victoria total” en la guerra, con la destrucción de las capacidades militares y de gobierno de Hamás para evitar que se repita el asalto del 7 de octubre, y el regreso de los rehenes.

Israel inició la guerra en respuesta al asalto transfronterizo de Hamás en el que los insurgentes mataron a alrededor de 1.200 personas, en su mayoría civiles, además de tomar a unas 250 más como rehenes, según funcionarios israelíes.

La incesante campaña terrestre y aérea de su ejército en Gaza se ha cobrado la vida de más de 33.300 palestinos, de acuerdo con el Ministerio de Salud de la Franja, que no distingue entre víctimas civiles y combatientes en su conteo, pero afirma que dos tercios de los muertos son mujeres y menores. Por su parte, Israel sostiene, sin ofrecer pruebas, que ha matado a alrededor de 12.000 insurgentes.

La guerra ha desencadenado una catástrofe humanitaria: la mayor parte de la población se ha visto obligada a abandonar sus hogares y los combates han arrasado grandes tramos del paisaje urbano gazatí y dejaron muchas zonas inhabitables.

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