La desconfianza en el bolívar, provocada por violentas devaluaciones y la hiperinflación, persiste en Venezuela, pese a una desaceleración del aumento de precios y un tímido rebote de la economía tras perder 80% del PIB en siete años consecutivos de recesión.
La dolarización, que el propio presidente Nicolás Maduro calificó de «válvula de escape», y la flexibilización de controles de precios dejaron atrás la escasez crónica de alimentos y kilométricas filas para comprar, por ejemplo, un paquete de arroz.
La apuesta es llevar al sistema financiero unos 3.000 millones de dólares que circulan en las calles de un país «desmonetizado», pero toda apuesta, advierten expertos, tiene sus riesgos.
«Es una apuesta arriesgada, con un mal ‘timing’, porque la recuperación es muy débil y todavía la economía sufre una inflación crónica, no hiperinflación, pero sí inflación crónica (…). Es muy alta, para que tú, por obligación, restablezcas la confianza en la moneda de un día para otro», dice a la AFP Asdrúbal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica.
El último paso es un impuesto del 3% al 20% a transacciones en moneda extranjera, vigente desde el 28 de marzo, con lo que el Gobierno espera fomentar el uso del bolívar tras estabilizar la tasa de cambio con una masiva inyección estatal de divisas al mercado.
La cotización oficial del dólar pasó de 4,18 a 4,43 bolívares desde octubre de 2021 hasta abril de 2022, una depreciación del 6,7% después de llegar al 76% el año pasado hasta ese mes y superar 95% cada año en 2018, 2019 y 2020.
La inflación, en tanto, cerró 2021 en 686% según el Banco Central, tras alcanzar 130.060% en 2018, 9.585% en 2019 y 2.959% en 2020. Proyecciones privadas llegaron a ubicar esta variable en seis cifras en 2018.
Transacciones en moneda local
El Gobierno ha tenido sus éxitos en esta política de fomentar el uso del bolívar. La Superintendencia de Bancos informó que las transacciones digitales en moneda local, persona a persona, aumentaron 21% desde la aplicación del impuesto y los pagos en débito 22%.
«Estamos entrando en una dinámica diferente», comenta a la AFP Henkel García, director de la consultora Econométrica.
«Venezuela hoy es un país desmonetizado», expresa García. «Están buscando remonetizar y hacerlo en bolívares (…), tener moneda propia te da margen de maniobra».
Proscrito por 15 años por un control de cambio, el dólar se convirtió en refugio para los venezolanos. Comenzó a circular con fuerza en 2019, entre apagones nacionales que imposibilitaban cobros electrónicos, vitales por la escasez de efectivo derivada de la pérdida de valor del bolívar.
Ecoanalítica estima que 44,7% del intercambio comercial en centros urbanos se hace en dólares y 8,5% en pesos colombianos, usados en especial en regiones fronterizas. La utilización de divisas bordeaba 70% en 2021.
Y la brecha entre liquidez en dólares y liquidez en bolívares se ha reducido, con una relación de 3 a 1 después de ser de 5 a 1.
«Cuatro de cada cinco (dólares) están fuera de los bancos, los tiene la gente en las manos, en sus empresas, en sus casas. Estamos hablando de un circulante en dólares en el orden de 3.000 millones de dólares», explica Oliveros.
Si ese dinero entra a la banca podría impulsar el deprimido crédito.
El giro que dé el gobierno, no obstante, podría ser «un freno para el avance de la actividad económica», pues la dolarización dio «certidumbre» a las operaciones del sector privado, advierte el experto.
Fuente: El Universal