Este viernes, los nuevos contagios por coronavirus en Corea del Sur superaron las 7 mil infecciones por tercer día consecutivo, siendo el peor aumento desde el inicio de la pandemia, abrumando a los hospitales y agotando la fuerza laboral de atención médica.
Los críticos han atribuido la propagación a la complacencia del gobierno, que redujo drásticamente las reglas de distanciamiento social a principios de noviembre en lo que los funcionarios describieron como el primer paso hacia la restauración de la normalidad pre pandémica.
Incluso cuando los casos comenzaron a dispararse en las últimas semanas, los funcionarios inicialmente vacilaron en endurecer el distanciamiento social, citando el agotamiento y la frustración del público con las restricciones y su impacto en los medios de vida.
Pero a medida que la contagiosa variante delta redujo la efectividad de las vacunas y la mayoría de las personas de 60 años o más todavía están esperando sus dosis de refuerzo, se descubrieron los primeros casos de omicron.
El primer ministro Kim Boo-kyum, el número dos detrás del presidente Moon Jae-in, dijo durante una reunión sobre el virus que el país podría verse obligado a tomar más medidas «extraordinarias» si no logra frenar la propagación del virus pronto.
Los funcionarios emitieron órdenes administrativas que requieren que los hospitales de todo el país designen 2,000 camas más combinadas para el tratamiento de COVID-19.
Alrededor del 90% de las unidades de cuidados intensivos ya están ocupadas. Las autoridades dijeron que más de 1.200 pacientes con virus en el área metropolitana de la capital que requirieron hospitalización se vieron obligados a esperar en sus casas a partir del viernes por la mañana debido a la escasez de camas.