Los Estrenos de la Divina Pastora
La Arquidiócesis de Barquisimeto, presentó el pasado lunes 6 de diciembre, el vestido que lucirá la Divina Pastora en su próxima procesión a realizarse el 14 de enero de 2024, y es que, ya es una auténtica tradición los estrenos del atuendo vestimental de la Sagrada Imagen en cada nuevo arribo a la ciudad, pero de ¿dónde viene eso que la Virgen estrene cada 14 de enero?
Recordemos, que la imagen de la Divina Pastora de Almas, se remonta al año de 1703, gracias a la providencial revelación que tuvo en un sueño un fraile Capuchino de nombre Isidoro de Sevilla, quien en su develamiento onírico, la imagen de la Santísima Virgen María se le apareció y con base a ello la tatuó en su mente, elaborando una detallada descripción de la misma:
“…En el centro bajo la sombra de un árbol, la Virgen Santísima sedente en una peña, irradiando de su rostro divino amor y ternura. La túnica roja, pero cubierto el busto hasta las rodillas, de blanco pellico, ceñido a la cintura. Un manto azul, terciado al hombro izquierdo, envolverá el contorno de su cuerpo, y hacia el derecho, en las espaldas, llevará el sombrero pastoril, junto a la diestra aparecerá el báculo de su poderío. En la mano izquierda sostendrá unas rosas y posará la mano derecha sobre un cordero que se acoge hacia su regazo. Algunas ovejas rodearán a la Virgen, formando su rebaño, y todas en sus boquitas llevarán sendas rosas, símbolo del Ave María con que la veneran. En lontananza se verá una oveja extraviada y perseguida por el lobo – enemigo – emergente de una cueva con afán de devorarla, pero pronuncia el Ave María, expresado por un rótulo de su boca, demandando auxilio; y aparecerá el Arcángel San Miguel, bajando del cielo, con el escudo protector y la flecha, que ha de hundir en el testuz del lobo maldito…”
Así, describía el fraile Capuchino Isidoro de Sevilla, “…con absoluta decisión, como el que bosqueja algo que vislumbró en lo más recóndito, como quien habla por inspiración divina…” según comenta Ardales (1940), citado por María Matilde Suárez y Carmen Bethencourt (1993) en su obra: “Los Rostros de la Divina Pastora Patrona y Símbolo”, pues esta imagen mariana ha rebasado lo religioso para cobrar ribetes antropológicos y sociológicos sumamente interesantes.
De tal manera, que con esa detallada descripción escrita de puño y letra del padre Isidoro de Sevilla, el artista Miguel Alonso de Tovar, de la escuela pictórica sevillana, plasmó en el lienzo la primera imagen de la Divina Pastora, que se estrenará en un rosario procesional por las calles de Sevilla, el 8 de septiembre de 1703.
De esta forma, nació para el mundo el culto de la Divinas Pastora, allá en Sevilla España, exhibida en un lienzo en un estandarte colgante portado durante aquel rosario procesional, efectuado el Día de la celebración de la Natividad de la Santísima Virgen María. Esta imagen, fue llevada a la talla, por el famoso imaginero Francisco Antonio Gijón, quien nació en Utrera en 1653 y falleció en Sevilla, en 1720, es decir, diecisiete años después de haber tallado la primera imagen de la Divina Pastora. Esta talla tamaño natural, fue elaborara para la “Primitiva Hermandad del Rebaño de María”, la cual fue trajeada solícitamente, por las monjas del Convento de la Encarnación, siendo estas religiosas las primeras en confeccionar un traje para la Divina Pastora en el mundo.
De esta manera, en octubre de 1705 salió por primera vez en procesión la imagen tamaño natural de la Divina Pastora, luciendo un acorde ropaje, desde el Convento de la Encarnación, hasta la Iglesia Parroquial de Santa Marina, donde tenía su nueva sede la “Primitiva Hermandad del Rebaño de María”.
Desde entonces, muchas representaciones de esta historiada imagen mariana se han hecho, y desde su llegada a San Rosa entre 1714 y 1724 aproximadamente, siempre hubo una especial devoción por la Divina Pastora de Santa Rosa del Cerrito y en ese piadoso fervor, hubo quienes se preocuparan, porque la imagen luciera siempre bien arregladita en su vestimenta. Ello no significó mayores aspavientos, ni tribulaciones y así, llegaron los fatídicos y trágicos días de la peste del Cólera Morbus, que diezmaba a la población inmisericordemente, pues la terapéutica de la época fue inútil ante el terrible flagelo, siendo el Padre José Macario Yépez, quien sumido en profundas cavilaciones en medio de las más tristes reflexiones que se traducían en suplicas a la divinidad, “…pensó en estimular los poderosos resortes de la fe en el ánimo de su grey. Una de aquella noches más trágicas, en compañía de algunas personas de la localidad, propuso el Padre Yépez la erección de una Cruz – La Cruz Salvadora – en el histórico sitio de Tierritas Blancas…”, según lo refiere Hermann Garmendia (1955), donde actualmente se alza la Plaza Macario Yépez desde 1952.
Comenta este estupendo cronista, que “…se convino en erigir “la Cruz Salvadora” y bendecirla el 14 de enero del año que tan tristemente se iniciaba. Siendo el Padre Yépez hombre de empresas sin desmayos, pese a la angustia general, logró instalar la Cruz bajo la dirección de Mariano Raldíriz y José Manuel Oberto. (…) Para darle mayor realce al acto, dispuso el Padre Yépez que la Imagen de la Divina Pastora de Santa Rosa fuera traída procesionalmente de aquella aldea hasta el pie mismo de la Cruz, donde, como en una divina cita, la esperaría el Jesús Nazareno de la Santa Iglesia Inmaculada Concepción…”
Es allí, en la Cruz salvadora, hoy Plaza José Macario Yépez, donde aún permanece ese símbolo secular de la cristiandad, donde frente a María y su Divino Hijo, la multitud imploraba el don del milagro aquel 14 de enero de 1856.
Fallecido el Padre José Macario Yépez, en junio de 1856, fue el Padre José María Raldíriz, quien va a ser el responsable de darle continuidad a la visita procesional de la Divina Pastora de Santa Rosa a Barquisimeto, al organizar el arribo de la Sagrada Imagen el 14 de enero de 1857 y de ahí en adelante el pueblo con devoción raigal no deja de darle gracias, por haber “…lanzado el monstruo que diezmaba la población, lejos, muy lejos, que todavía no vuelto ni volverá, porque la ciudad agradecida no cesa de rendirle fervoroso culto y rogarle se apiade de nuestras desgracias…” como lo reseña don Juan Manuel Álamo, como Director del periódico “El Legítimo”, refiriéndose a la impresión que le causaran los acontecimiento del 14 de enero de 1856.
Con el inicio en 1857, de la continuidad de la procesión de la Divina Pastora de Santa Rosa a Barquisimeto, hubo especial esmero en preocuparse en que la Venerada Imagen arribase de la mejor manera a nuestra urbe crepuscular y en ese afán, se mandó a confeccionar un “camarín”, es decir, una enorme caja de madera, para protegerla de la tierra del camino y con la parte superior rematada en forma piramidal a fin, que no sufriera ningún daño la cabeza de la misma. Pero igualmente, el esmero se expresaba en el vestido con que llegaría a la ciudad. No era, una desesperada prioridad, la atención se centraba que luciera un hermoso traje, que estuviera lavado y que resaltara su tierno esplendor.
A partir de 1877, con la constitución de la “Sociedad de la Divina Pastora”, la nueva organización se encargó de ser el eje medular de la organización de las procesiones, convirtiéndose en la garante de todas las reliquias, trajes, pelucas y demás adminículos de la Venerada Imagen. En la mencionada Sociedad, se iban guardando cada una de las prendas que sin exigencia de estreno, se le iban haciendo a la Divina Pastora.
Cuando la Imagen sobre los hombros de su grey, salía del templo de Santa Rosa rumbo a Barquisimeto, desde las puertas del templo santarroseño, se le colocaba el “camarín” con el que hacia su arribo a la ciudad Capital del estado Lara y al llegar a la esquina de “Casamayor”, allí era introducida dentro de aquel almacén, que estaba en la hoy Av. 20 con la calle 16, donde era despojada del referido “camarín”, se desempolvaba, se le acomodaba la peluca y el sobrerito de paja y al salir nuevamente, en esa misma esquina, desde 1915, estaba la Orquesta Mavare, para darle su recibimiento melódico al arribar a la Capital Musical de Venezuela.
Amplios escaparates, fabricados por el reputado ebanista Arturo García, atesoraban las prendas de vestir de esta advocación mariana en la Sociedad de la Divina Pastora, cuyos celadores, con devoto esmero cuidaban los trajes, zapatos y demás elementos creados especialmente para ataviar a la Sagrada Imagen. Ello fue una constante, hasta la década del 60, cuando la Arquidiócesis de Barquisimeto decidió asumir el control material de todo aquello, trasladando el inmenso cúmulo de enseres al Templo de Santa Rosa, cuya nueva edificación inaugurada en los años 50, contaba con espacios apropiados para ello
A finales de esa década, es decir, en 1967, se inaugura la Feria Divina Pastora, gracias al incansable empeño por un mejor porvenir para Barquisimeto, de don Luis Gallardo, un trujillano llegado a la ciudad en 1938 y que encontró en ella grato apego a su suelo y su cielo, consustanciándose de una manera singular con su idiosincrasia y tradiciones. Para esa fecha, se encontraba como Presidente del Concejo Municipal y desde 1964 venia acariciando la idea de una Feria para Barquisimeto y a tal efecto, viajó en ese mismo año a Nueva York, para estar presente en la Feria Internacional que se llevó a cabo en aquella ciudad estadounidense.
Finalmente, luego de un año de ininterrumpidos trabajos, enlaces gubernamentales entre el Ejecutivo Nacional, los Ministerios y la Gobernación de Lara, el 6 de enero de 1967 se hacia el despeje de cita, que dejaba inaugurada la Feria Divina Pastora de Barquisimeto, cuya finalización era el 14 de enero, como antesala a la llegada de la Venerada Imagen Mariana.
Pues bien, hubo en Barquisimeto un personaje realmente peculiar, por su carismático talante, sus picaras travesuras, sus chispeantes ocurrencias, de fama de seductor galán de elegante figura, quien sobre todas estas característica, estaba su profundo e inquebrantable fervor por la Divina Pastora. Ese personaje, no era otro, que el siempre y gratamente recordado, Juancho Alvarado, de alta estatura física y siempre con una frase a flor de labios para la Divina Pastora, a la cual le tenía una fe que se perdía de vista. Ese personaje, quien se contó entre los fundadores de la Sociedad Amigos de Barquisimeto y de cuanta iniciativa que proyectara a la ciudad hacia un futuro porvenir, mientras se organizaba la inauguración de la Feria Divina Pastora, se le acercó a don Luis Gallardo y le dijo, – mira chico, vas a inaugurar una Feria Divina Pastora y qué le vas a regalar a la Virgen, que llega al final de la festividad – a lo que Luis gallardo le contento, – ¡Caramba Juancho!, no sé… – e inmediatamente Juancho Alvarado con una tremenda y natural velocidad, le replicó – regálale un vestido para que llegue estrenando – , y a Luis Gallardo le pareció bien la idea y le encomendó que se encargara de ello. De esta forma, por espacio de diez años Juancho Alvarado fue quien tuvo la responsabilidad de buscar el traje que estrenaría cada 14 de enero la Divina Pastora. Presidentes de la República, Gobernadores de estado, Ministros, artistas, renombrados diseñadores internacionales, se contaron entre los benefactores de los estrenos de la Divina Pastora, gracias precisamente a las gestiones de este singular devoto, que permanece con letras indelebles en la menuda historia de la ciudad, de esta ciudad que pretendemos siempre viva, como finaliza Rosario Anzola, un interesante artículo referente a esta figura del Barquisimeto de ayer, de hoy y de siempre.
En nuestros días, el clérigo Marcos Céspedes, informó en la rueda de prensa de la Arquidiócesis de Barquisimeto el lunes pasado, que el vestido azul celeste que usará la patrona de Lara, su color representa el sentido de vida después de la muerte, la resurrección. Este tono, comentó el levita, representa la paz, la armonía, la tranquilidad y el sosiego que la Venerada Imagen inspira.
De igual manera, señaló que el traje será donado a Monseñor Víctor Hugo Basabe y a la comisión preparatoria. Asimismo, significó que la capa que acompaña el traje, simboliza el mateo que utilizaron los religiosos durante épocas de frío y que en hilo dorado le fue bordada una brújula.
El 14 de enero de 2024, se cumplirán 57 años de los estrenos de la Divina Pastora en su vista procesional a Barquisimeto, más de medio siglo de confección textil, de creatividad vestimental, de esmero devocional por trajear a esta Venerada Imagen, que desde España llegó a tierras larenses, para enclavarse en el imaginario popular rebasando el sentido religioso de una tradición, que hoy por hoy, cobra ribetes tanto antropológicos como sociológicos, convirtiéndose, como lo dijese en una oportunidad la recordada Milagros Camejo en: “…el elemento cohesionador del barquisimetano..”
Barquisimeto, domingo 10 de diciembre de 2023.
Fuentes Consultadas:
Gallardo, L. (2006) Luis Gallardo 90 Años de Historia. Perfil autobiográfico del país y una vida. Imprenta Oficial del estado Lara. Barquisimeto. Venezuela.
Garmendia, H. (1955) Cien Años y La Divina Pastora. Tipografía Dinelli. Barquisimeto. Venezuela.
Garmendia, H. (1982, enero 14) La Tradición de la Divina Pastora. Suplemento Edición Especial de El Informador.
Suárez, M / Bethencourt C. (1992) Los Rostro de la Divina Pastora. Patrona y Símbolo. Editorial Ex Libris. Caracas. Venezuela.