Reinaldo Gómez.- Y los problemas no cesan para los pensionados larenses, pero también para los pensionados venezolanos en general, por la sencilla razón de que esa cantidad de problemas que abruman a los “viejitos” que gozan de tal beneficio en esta entidad federal son los mismos percances que afectan a los pensionados de todo el país.
Esos problemas –al menos muchos de ellos– resurgieron nuevamente ayer, en el segundo día del pago del retroactivo de la segunda quincena del mes de abril pasado, montante a Bs. 22.000,oo.
Ello pudo ser comprobado por el equipos periodístico de este diario en visitas efectuadas, también ayer, a dos bancos privados de esta ciudad, ya los Bancos Bicentenario y de Venezuela, ambos bajo el control del gobierno nacional.
Las mayores quejas de los “viejitos” tenían que ver fundamentalmente con aspectos tales como la lentitud con que avanzaban las enormes colas que se forman en casi todas las agencia bancarias para hacer efectivo el anhelado cobro; luego, con algo ya recurrente: Con la cantidad de efectivo que entregan tales agencias, “que no alcanza para nada”, y, en tercer lugar, con el tumulto en que, en muchas ocasiones, se convierten las referidas colas, y es allí entonces cuando surgen los eternos “vivos”, que siempre, habiendo llegado al lugar en pleno día, “fresquecitos y bañaditos”, intentan de alguna manera -y lo logran- “colearse” para cobrar mucho antes que los que tienen allí horas y horas en cola.
Los “vivos…”
En la sede del Banco de Venezuela de la avenida Vargas entre las carreras 22 y 23, en donde por cierto, había, no una, sino dos colas enormes, los señores Ismenia Alvarado de Torres y Domingo Pernalete, al ser interrogados acerca de “cómo marchaba la cosa por aquí”, contestaron rápidamente y casi al unísono:
–Muy bien. La cola avanza normalmente, sin vararse mucho…
Pero, inmediatamente, saltó el señor Ramón Rojas:
–No, señor. Aquí lo que hay son problemas. Yo estoy aquí desde las 4:00 de la madrugada, y son las 10:00 de la mañana, y todavía no he entrado al banco.
Pero Rojas no se detuvo allí, sino que fue más lejos:
–Mire, de paso, lo que están pagando de la pensión de hoy, la de 22.000 bolívares, son seis o siete mil bolívares. ¿Eso para qué alcanza…?
–Ah, y, por si eso fuera poco, ahora resulta que, desde hace un tiempo, ha surgido una situación a la que hay que parar antes de que se generalice, y se trata de que hay algunas personas que, cuando uno ya está en la cola o acaba de llegar, nos dicen: “Mire, aquí, delante de mí, van tres personas”, y uno lo acepta pensando que son ciudadanos que han venido y que han “marcado”, como se dice en criolllo, el puesto, pero resulta que no es así, sino que esas “personas” son el hermano, la sobrina y el tío, que sencillamente llegaron a cobrar sin hacer cola en ningún momento.
En la sede del Banco Bicentenario de la carrera 19 con calle 23, la situación no era muy distinta.
Allí, a las quejas antes citadas, también agregaron que “aquí no hay nadie que informe, pues uno no sabe si tienen dinero, ni cómo es que se va a hacer la cola, ni cuánto dinero van a entregarle a uno”.