En la doble fecha de las eliminatorias sudamericanas al Campeonato Mundial de Fútbol 2026, la Vinotinto dejó momentos de esperanza y momentos de preocupación, reflejando claramente los puntos altos y bajos de su rendimiento en esta exigente fase clasificatoria, detalla el portal “Meridiano”.
Con una montaña rusa de emociones, el seleccionado nacional se jugará la vida y el sueño mundialista en las últimas dos fechas, y nada menos que ante dos colosos suramericanos, Argentina, que de paso es la campeona mundial vigente, y Colombia, buscando hacer realidad la tan anhelada clasificación a la Copa del Mundo.
Pocos puntos altos en esta doble fecha
El punto alto de esta doble fecha fue, sin duda, la resistencia y solidez en su propio territorio.
La Vinotinto logró mantener su invicto como local, un logro importante y un punto positivo en medio de un panorama aún desafiante en su camino hacia el Mundial 2026, pues consiguió una victoria que pudiera ser, a la postre, clave frente a Bolivia, un resultado que le otorga ventaja en la lucha por el repechaje y le acerca a sus objetivos en una competencia cada vez más dura.
Venezuela logró mantener su invicto como local, algo que no es menor en una fase eliminatoria donde el factor local suele ser decisivo.
El triunfo sobre Bolivia, en un partido crucial, dejó clara la intención del equipo de luchar por puntos importantes. La victoria fue un mensaje de esperanza, especialmente porque se logró frente a un rival directo en la clasificación, fortaleciendo las aspiraciones de clasificar a una Copa del Mundo tras varias campañas complicadas.
La actuación de jugadores como José (“Brujo”) Martínez y Telasco Segovia fue destacada.
Ambos mostraron un rendimiento notorio, siendo los principales referentes en ataque y liderazgo en el campo, aportando intensidad y presencia en momentos clave de la doble jornada.
Puntos bajos: Mucho qué mejorar
Pero, por otro lado, los puntos bajos fueron evidentes, y dejaron ver que aún existe mucho trabajo por hacer.
La falta de ideas de juego fue evidente en varios tramos de los partidos, especialmente en los momentos en que el equipo necesitaba mantener la posesión y generar peligro.
Venezuela sufrió goles en momentos decisivos: al final del primer tiempo ante Uruguay, y al comienzo del segundo en ese mismo juego, evidenciando la fragilidad defensiva en situaciones clave.
La selección recibió goles en esos instantes, lo que les costó puntos importantes y mostró vulnerabilidades en la gestión del partido.
La situación como visitante también dejó mucho qué desear, ya que sólo se han logrado hasta ahora dos puntos, de 15 posibles en estos encuentros en condición de visitante.
Tan pobre cosecha refleja las dificultades para imponer un esquema y mantener la intensidad fuera de casa.
Yangel Herrera, uno de los referentes en el medio campo, quedó a deber, particularmente en el juego ante Uruguay, donde no pudo aportar la tenencia y control que suelen caracterizarlo.
“Bocha” también quedó a deber
La gestión del técnico argentino Fernando (“Bocha”) Batista también ha sido objeto de críticas, ya que todavía no logra darle una identidad clara al equipo, y menos plantear los partidos con una estrategia que genere mayor equilibrio y ofensiva.
En los encuentros contra Bolivia y Uruguay, se evidenció que el esquema de Batista dejó la posesión en las manos del adversario, y jugó más a la defensiva, lo que se reflejó en un rendimiento poco convincente y costoso.
Además, la inclusión de jugadores que no estaban en su mejor forma física ni futbolística, como Yeferson Soteldo y David Martínez, tampoco ayudó a mejorar la dinámica del equipo.
En fin, la selección venezolana avanza en medio de altibajos, pero aún necesita consolidar un estilo de juego definido y mantener una consistencia que le permita competir de igual a igual en esta eliminatoria.
La doble fecha mostró que todavía hay mucho por corregir, pero también la potencialidad de un grupo que, con mayor claridad en su planificación, puede aspirar a cosas mejores en el futuro cercano (RG