Este miércoles 11 de agosto funcionarios afganos informaron que otras tres capitales de provincia cayeron del lado de los talibanes, que ya controlan nueve de las 34, coincidiendo con la retirada de Estados Unidos del país.
La caída de las capitales de las provincias de Badakhshan y Baghlan en el noreste y de Farah en el oeste acrecentaron la presión sobre el gobierno para detener el avance, aunque perdió una base importante en Kunduz.
El presidente Ashraf Ghani acudió a la provincia de Balkh, ya rodeada por territorio en poder del Talibán, en busca de ayuda de los caudillos locales para rechazar el avance. También reemplazó al jefe del Estado Mayor del ejército.
Aunque Kabul misma no se ha visto amenazada por el avance, la alucinante rapidez de la ofensiva talibán suscita la pregunta de por cuánto tiempo podrá el gobierno mantener el control del campo.
Los múltiples frentes de batalla han exigido al máximo a las fuerzas de operaciones especiales del gobierno —mientras muchas de las tropas regulares han huido de la batalla— y la violencia ha llevado a miles de civiles a buscar refugio en la capital.
Las fuerzas estadounidenses, que planean completar su retiro del país para fin de mes, han realizado algunos ataques aéreos, pero en general han evitado participar de los combates en tierra.
Humayoon Shahidzada, un legislador de Farah, en el oeste del país, confirmó la caída de la capital regional a The Associated Press este miércoles. La vecina provincia de Nimroz fue invadida en los últimos días luego de una campaña insurgente de una semana.
En Farah, combatientes talibanes arrastraron el cuerpo ensangrentado y descalzo de un miembro de las fuerzas de seguridad por una calle gritando “¡Dios es grande!». Los sonidos de los disparos resonaban en la calle mientras los insurgentes, armados con rifles M-16 y manejando Humvees y camionetas Ford donadas por los estadounidenses recorrían las calles de la ciudad.
Decenas de miles de personas han huido de sus casas en el norte del país por los combates que han asolado sus localidades y aldeas. Las familias que han llegado a la capital viven en parques o en la calle con poca comida o agua./SYGA
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