De acuerdo con la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), la incontinencia urinaria afecta en 20 y 25 % a las personas de más de 65 años.
“La IU forma parte y es uno de los denominados ‘grandes síndromes geriátricos’. Es causa y origen de incapacidad física, psíquicosocial, y además provoca un importante deterioro en la calidad de vida del anciano”, afirma la sociedad científica, al mismo tiempo que celebra que tiene tratamiento y es posible recuperar el grado de continencia urinaria en un 30-40 % de pacientes, disminuyendo la severidad del mismo en torno al 40-50 % de los casos.
Clásicamente se definía a la incontinencia como ‘la pérdida involuntaria de orina que condiciona un problema higiénico y social’, si bien la SEGG subraya que, la Sociedad Internacional de Incontinencia propuso una modificación conceptual, al considerarla como cualquier escape de orina que provoque molestias en el paciente.
En este sentido, la geriatra del Hospital Quirónsalud Zaragoza Nieves Fernández Letamendi, llama la atención sobre ese tercio de pacientes que no comenta nada al médico, porque siente vergüenza al presentar ‘escapes’ de orina.
“También hay mayores que creen que no tiene tratamiento, y piensan que es algo normal e inevitable dada la edad o, en el caso de las mujeres, consideran además que es inherente a los partos”, afirma.
Así, la geriatra coincide con la SEGG en que la incontinencia urinaria presenta un “importante impacto en la calidad de vida del paciente mayor a todos los niveles” y nos subraya que, “a nivel físico es la responsable de un mayor número de caídas (al correr o levantarse a orinar por la noche), de infecciones urinarias, o de mayor riesgo de úlceras por decúbito y sobreinfección de las mismas, además de ocasionar una restricción en las actividades físicas”.
A nivel psicológico, la experta pone de relieve que “ la IU puede ocasionar pérdida de autoestima, ansiedad, estrés, así como depresión en el paciente mayor de 65 años; mientras que, a nivel social, puede favorecer el aislamiento, limitando sus relaciones sociales”, resalta la especialista de Quirónsalud Zaragoza, centro que cuenta con el sello ‘Protocolo Seguro frente al Covid-19’, emitido por Applus+, tras certificar que cumple con todos los protocolos y medidas necesarias para minimizar el riesgo de contagio en sus instalaciones.
Para poder determinar que el paciente padece incontinencia urinaria, la geriatra sostiene que, en primer lugar, es necesario realizar una valoración geriátrica integral, que permitirá orientar el tipo de incontinencia que se presenta y las posibles causas.
“Tras ella, se planteará un tratamiento de forma integral e individualizada, combinando diversas opciones terapéuticas. Los objetivos a conseguir serán, mejorar la calidad de vida y, si fuera posible, recuperar la continencia”, explica la experta del Hospital Quirónsalud Zaragoza, quien detalla las siguientes medidas en estas 6 recomendaciones:
1.- Medidas higiénico-dietéticas: Evitar las sustancias excitantes (bebidas alcohólicas, café, té, cítricos) y reducir la toma de líquidos a partir de la tarde. Corregir el estreñimiento. Mantenerse lo más activo posible físicamente y utilizar ropa cómoda con sistemas de apertura y cierre sencillos (elásticos, velcros, por ejemplo), que permitan desvestirse de forma rápida cuando se note el deseo miccional.
2.- Intervención ambiental: Reducir las barreras arquitectónicas para acceder al retrete lo más fácilmente posible; si es necesario, incluso se recomiendan asideros y/o, elevadores para facilitar la utilización del mismo; en caso de incapacidad, tener acceso fácil a un orinal o botella/cuña sanitaria para orinar cuando se precise.
3.- Medidas paliativas o de confort: De forma complementaria a otros tratamientos, se pueden recomendar absorbentes dirigidos a ofrecer confort y bienestar, minimizando las repercusiones de este problema. Si se usan, recomendaremos los cuidados necesarios para mantener la integridad de la piel en contacto.
4.- Además de lo anterior, también podremos recomendar y explicar en la consulta técnicas de modificación de conducta, que buscan restablecer el patrón de vaciamiento vesical, considerándose altamente eficaces en el manejo de la incontinencia.
5.- Si las medidas no farmacológicas no son suficientes, en algunos casos, podría ser de utilidad la prescripción de fármacos. Sin embargo, su efectividad va a depender del tipo de incontinencia y se evaluará en consulta emplear unos u otros, en dependencia de la causa y valorando las posibles interacciones con otros fármacos que se tomen y los posibles efectos secundarios, que, en ocasiones, pueden empeorar algunas enfermedades crónicas frecuentes en los mayores.
6.- Según los resultados de la valoración geriátrica, y en los casos en los que esté indicado tras ella, se puede derivar a unidades de Fisioterapia o a servicios de Urología o Ginecología, en caso de que sea subsidiario de mejoría con tratamiento quirúrgico.
Finalmente, la geriatra del Hospital Quirónsalud Zaragoza insiste en la importancia de la valoración especializada por el Geriatra, y en que no se deje de consultar, ya que “nosotros los geriatras valoramos a los mayores de 65 años en todas sus dimensiones, y podemos ayudar a mejorar la incontinencia, que provoca tanto disconfort en muchas ocasiones y que puede llegar a ser muy invalidante en el día a día de nuestros pacientes”.
Con información de 800Noticias
Foto: vía Cuidateplus